Si la piraña no es el pez, es un bicho
Eduardo Contreras*
Circula desde hace un tiempo, profusamente, un estupendo artículo en que se describe el perfil de Sebastián Piñera, el candidato presidencial de la derecha pinochetista, escrito por la destacada periodista y compañera Pamela Jiles. Allí alude entre otros temas a los sucesos que terminaron con el Banco de Talca y comenta que “….dicen que el actual magnate y candidato era gerente general del viejo Banco de Talca cuando éste quebró estrepitosamente. No debe haber sido muy brillante su gestión si esos fueron los resultados. Pero claro, entonces administraba la plata de otros…” [1] Tiene toda la razón Pamela y el asunto es todavía más engorroso para el candidato del muy chato conservadurismo criollo.
En efecto, hace casi exactamente 15 años, a propósito de un reportaje de la revista Hoy sobre Carlos Massad, escribí en la página cinco de la edición de El Siglo del 29 de noviembre de 1993 acerca de ese tema y dije entonces que tenía sobre mi escritorio copias de sentencias judiciales importantes y pertinentes.
Una era de la Corte de Apelaciones de Santiago de fecha 9 de septiembre de 1982, roles 428 – 82 y 430 – 82, que rechazaba los recursos de amparo presentados por Sebastián Piñera, Carlos Massad y Emiliano Figueroa en contra de la resolución del Juzgado del Crimen que los encargaba reos como autores del delito de Defraudación (Estafa) al Banco de Talca y otros ilícitos.
El otro fallo, igualmente de la Corte, pero de fecha 23 de diciembre de 1987 y con el rol nº 4353 – 86, rechazaba apelaciones de los señores Miguel Calaf y Alberto Dianoni en el mismo juicio.
Es decir que este campeón de la lucha contra la corrupción –como suele presentarse Piñera– estuvo encargado reo por estafa al Banco de Talca en 1982 en un juzgado del crimen de este país, junto a los personajes ya mencionados. Para los investigadores interesados, el proceso se inició por requerimiento del Fisco ante el Segundo Juzgado del Crimen de Santiago, causa rol nº 99.971, por los delitos de defraudación cometidos en contra del mencionado Banco, por infracción a la Ley de Bancos y otros cargos. Massad era el presidente de esa entidad y junto con Piñera y otros habían creado una sociedad “asesora” de su propio Banco al que, según la querella fiscal, habían expoliado hasta hacerlo quebrar.
La resolución que los sometió a proceso fue dictada por el tribunal de primera instancia y cuando Piñera, Massad y Figueroa recurrieron de amparo ante la Corte, dicho recurso les fue rechazado. Es decir que dos tribunales de la república, de dos instancias diferentes, estuvieron porque se les sometiera a juicio ¿Qué sucedió entonces? ¿Porqué los reos no fueron en definitiva procesados ni condenados? ¿Adivinó ya el lector el porqué del milagro?
Sí, efectivamente, adivinaron. Porque fue la inefable Corte Suprema de esa época –la misma cuyo presidente había puesto la banda presidencial a Pinochet– la que acogió en definitiva los amparos de Piñera y compañía y aquí no ha pasado nada como en los cuentos para niños, aunque por supuesto del Banco de Talca nunca más se supo, como en los viejos chistes del “Zorro” Iglesias.
Queda claro que un eventual gobierno de este predicador del olvido sería otra estafa, sólo que esta vez más grande. Hay que trabajar mucho no sólo para cruzarse en el camino de la derecha sino para que, algún día, como dice la canción que coreamos el sábado con Max Berrú, las elecciones no sean para “cambiar un presidente y sea el pueblo el que construya un Chile bien diferente”.
[1] El artículo de Pamela Jiles a que hace referencia el autor se publicó en este portal, aquí, bajo el título No con el vampiro, entrevista a Sebastían Piñera.
* Periodista.
Publicado originalmente en el diario El Siglo.