El cura párroco de Mejillones –poblado del norte de Chile motivo de una canción por amores idos– fue imputado por el intento de forzar a una mujer. El sacerdote católico dijo que fue "provocado". La afectada, que conservó la prenda de uso íntimo en su lugar, lo acusó de violencia y "tocaciones".
Tribunales constató lesiones en la víctima, que definió al energúmeno como su guía espiritual. Las cosas comenzaron cuando, caído el sol, la joven mujer tocó a la puerta de la residencia del religioso para entregarle un currículum puesto que le había ofrecido ayudarla a encontrar trabajo.
Extraoficialmente trascendió que –fiel a las enseñanzas del papa Benecdicto XVI– el sacerdote no tenía previsto hacer uso de la "camisinha": no se encontraron condones en su domicilio.
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