Sobre la membresía de Venezuela en el Mercosur: ¿Dos proyectos de integración en pugna?

Margarita Torres*

El analista internacional Claudio Fantini analizó cómo impactaría el ingreso de Venezuela en el bloque, y aseguró que el proyecto de Chávez es antagónico al de Lula.

Todo indica que en los próximos meses habrá definiciones respecto de la inserción plena de la República Bolivariana de Venezuela al Mercosur. Hace días, el canciller de Brasil, Celso Amorim estimó que en noviembre -después de las elecciones en su país- es posible que el Senado se ocupe del tema; aunque también deberá expedirse el Congreso paraguayo.

Al respecto, el ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, Alejandro Hamed, adelantó que el gobierno de Fernando Lugo tiene interés en que esta incorporación se concrete y se mostró optimista en el sentido de que el nuevo Congreso -surgido de las últimas elecciones que llevaron a Lugo al poder- no se opondrá.

Consultado por APM, el politólogo y especialista en política internacional, Claudio Fantini, analizó el impacto que tendría, en el bloque regional, la inclusión de Venezuela como socio pleno del Mercado Común del Sur (Mercosur).

Destacó que si bien “hay cuestiones institucionales y económicas a resolver”, está claro que Venezuela haría un gran aporte a la región, sobre todo por su importancia estratégica en materia de energía y producción de hidrocarburos. No obstante, advirtió que “si el Mercosur verdaderamente quiere prosperar y tener una existencia armoniosa, tiene que existir afinidad entre las realidades institucionales de sus países miembros”.

En el aspecto específicamente económico -explicó Fantini- habrá que definir qué modelo de integración será el que se consolide. Desde su óptica, actualmente existen dos: “el que ha regido hasta ahora y que sobre todo el que impulsa el Brasil de Lula, que es la integración favoreciendo los acuerdos y asociaciones entre los sectores privados de los distintos países; o el modelo de Chávez, que hace hincapié en la integración a partir de la asociación entre las empresas estatales estratégicas”.

Pese a esto, el analista no descartó que ambos proyectos puedan coexistir, complementándose; pero, por ahora aparecen en el escenario “en forma de competencia”.

Si bien el Mercosur no debería reducirse sólo a ello, el aspecto económico es fundamental para consolidar la integración en términos concretos. Hasta el momento, a pesar de la conformación del bloque, es evidente que casi la única forma de comerciar es por medio de tratados bilaterales, que contemplen las asimetrías abismales que existen entre los países miembros.

Ya en la cumbre de 2005, el presidente venezolano Hugo Chávez advertía que el bloque regional debía reflejar una postura común de la región hacia el mundo y que no podía tratarse de “un proyecto de las élites”, sino de un proceso en el que intervinieran todos los sectores de la sociedad.

Hoy por hoy, el Bloque Regional no ha encontrado el camino para salvar las distancias -sobre todo económicas- entre los Estados que lo conforman. Y ese, parece ser un factor decisivo, no sólo para que se materialice la inserción de Venezuela; sino para que realmente se puedan encarar proyectos regionales que contribuyan al desarrollo integral de los pueblos, en una dinámica de complementación y aprovechamiento equitativo de los recursos.

Fantini se refirió en la urgente necesidad de resolver algunas cuestiones de injusticia que se suscitan en el bloque. En ese marco, mencionó la tensión que existe entre Paraguay y Brasil por la energía que comparten de la represa de Itaipú. Ver “Relaciones Energéticas Desiguales”. APM 29/08/2008).

Según el analista, “lo que tendría que darse es que muchos de los reclamos de Lugo a sus vecinos, sean escuchados, en particular el que le hace a Brasil, respecto al precio que éste paga por la energía paraguaya”.

No hay que olvidar que la energía “es la gran commoditie que tienen los paraguayos, es lo que ellos producen para exportar, y el precio que Brasil les paga es notablemente inferior al de los mercados internacionales”. Por eso, “una muy buena señal sería que Brasil y la Argentina entiendan que el reclamo de Lugo no es un capricho sino que está asistido por la razón”, indicó el entrevistado.

Al Mercosur le queda, evidentemente, mucho camino por recorrer. Los gobernantes de los países líderes son quienes tienen la responsabilidad de mirar hacia adentro para cristalizar en hechos, aquel espíritu de cooperación, equidad y progreso común que llevó a la creación del bloque.

Resolver las asimetrías, complementarse y tender una mano a los países con economías menos desarrolladas, parece ser un paso ineludible. Luego vendrán otras acciones, como la conformación de una banca o una moneda común, esbozados ya por los presidentes Cristina Fernández y Luiz Inacio Lula da Silva, de Argentina y Brasil respectivamente.

“Creo que todo proceso integrador avanza hacia un estadio en el cual se arriba a una moneda única, pero me da la impresión de que cabe dudar de que estemos en esta instancia”, reflexionó el politólogo entrevistado por AMP.

“Por el momento, parece que los presidentes se abocan más al lenguaje simbólico que a los acuerdos reales y concretos; faltan varios escalones en cuanto al funcionamiento eficiente de los acuerdos de integración para poder arribar, de una forma más creíble, al estadio de una moneda única”, cerró Fantini.

*Publicado en APM

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