Sociedad transparente

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

 El poder siempre se ha valido del espionaje y de actividades encubiertas para hacer avanzar sus designios. Y ello opera en el plano local, en el internacional, en la política, en la industria. Ejemplos tenemos a diario.

El problema a discutir es el costo y quién mantendrá la manija que oriente la buena marcha de la sociedad. El poder se arropa entre tentaciones. Y cuando los ciudadanos se encuentran sometidos por el terror que provocan los monstruos ficticios o la realidad de la represión, éste no tiene obstáculos para operar.

La sociedad es completamente transparente para él.

Wilson Tapia Villalobos *
 

Eso de que Juan Segura vivió muchos años, es una cuestión digna de análisis. Si es cierto, bueno sería preguntarse ¿Cómo vivió? Seguramente muy preocupado de cuidar sus bienes, de hacer nada que pudiera significar riesgos. Y si Juan fuera contemporáneo, estaría alerta ante las amenazas de la delincuencia común, del narcotráfico, del lavado de dinero, de la corrupción, del terrorismo. Una gama tan amplia de alternativas que debería recurrir a fuerzas externas para protegerse.

El Estado había cumplido hasta ahora esa función, pero como el miedo se ha transformado en un buen negocio, también los privados se han adentrado en este frondoso bosque en que reinan el Chonchón, la Medusa gigante, el Trauco, el Raiquén y una multitud de criaturas espeluznantes.

Y así, hemos comenzado a vivir la ficción. Aldous Huxley lo mostró en Un mundo feliz. Ray Bradbury hizo lo propio en su Fahrenheit 451. Y George Orwell dejó su aporte en 1984.

En esta última novela, escrita en 1948, se describe una sociedad regida por el Gran Hermano. Es la imagen de una organización despótica que representa a un Partido y crea una sociedad totalitaria sometida por el miedo y adormecida por continuos lavados de cerebro. Los medios de comunicación están a su servicio guiando a ciudadanos sin posibilidad de elección. La historia es constantemente rescrita. Cuatro Ministerios organizan la vida. El Ministerio del Amor se encarga de la represión y la tortura. La misión del Ministerio de la Abundancia es mantener a los seres humanos al borde de la subsistencia, evitando con ello cualquier distracción. El Ministerio de la Paz es el que vela por mantener una guerra constante. La Historia se reescribe en el Ministerio de la Verdad, que también tiene entre sus funciones la propaganda y la manipulación mediática.

Hace 60 años, la ficción distópica era capaz de mostrar modelos contradictorios a la utopía de la sociedad ideal. Modelos que hoy no son ficticios. La manipulación mediática es una tarea constante. La historia ha sido rescrita con mayor o menor impudicia. Y la vigilancia del Gran Hermano es algo a que nos vamos acostumbrando.

El gobierno inglés se apresta a dictar normas que permitan a sus servicios de seguridad intervenir las llamadas telefónicas y los correos electrónicos. El objetivo declarado, combatir el terrorismo y el crimen en el país. Esta información sería entregada automáticamente por las compañías telefónicas y los proveedores de internet. Los organismos oficiales tendrían los datos en su poder por un mínimo de doce meses. La privacidad en la comunicación dejaría de existir oficialmente, aunque existe el convencimiento de que, oficiosamente, ha sido reiteradamente violada. Allá y en nuestros países.

Pareciera que la sociedad transparente que perseguimos no obedece a ese nombre por la transparencia en sus acciones. Tal vez habría que buscar el origen de la denominación en que hoy es imposible mantener la privacidad. Todo se ve, se escucha, se husmea.

Recientemente se conoció en Chile un proyecto, que sería financiado por el Ministerio del Interior y el municipio de Santiago, para colocar dirigibles que vigilaran lo que ocurre en la ciudad. Sus cámaras perseguirían el crimen, pero les resultaría imposible no entrometerse en la vida de las personas al interior de sus viviendas. Así como tampoco podrían evitar fotografiar a los participantes de manifestaciones de cualquier tipo.

Aeronaves como ésta ya operan en Nueva York, Atenas, Río de Janeiro y Caracas. En todas estas ciudades las voces de protesta se han dejado oír.

La pérdida de privacidad parece ser un denominador común en la sociedad actual. Aunque no es algo nuevo, tal vez más masivo; pero nuevo, no. El poder siempre se ha valido del espionaje y de actividades encubiertas para hacer avanzar sus designios. Y ello opera en el plano local, en el internacional, en la política, en la industria. Ejemplos tenemos a diario. Y el último podría ser lo ocurrido con el legendario Manuel Marulanda, Tiro Fijo, líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Marulanda murió el 26 de marzo, de un ataque cardíaco. La información la entregó, primero, el gobierno de Bogotá. Luego, la dirigencia guerrillera no tuvo más que reconocer el hecho.

Los mecanismos de información, la tecnología para intercepción de comunicaciones, operó de manera óptima. La administración del presidente Alvaro Uribe cuenta con el potente respaldo de los Estados Unidos.

Casos como este demuestra que la tecnología está cerrando las brechas entre las que antaño se filtraba la rebelión. Juan Segura puede sentirse tranquilo. La estabilidad se halla libre de amenazas. El problema a discutir es el costo y quién mantendrá la manija que oriente la buena marcha de la sociedad. El poder se arropa entre tentaciones. Y cuando los ciudadanos se encuentran sometidos por el terror que provocan los monstruos ficticios o la realidad de la represión, éste no tiene obstáculos para operar. La sociedad es completamente transparente para él.

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foto* Periodista.
wtapiav@vtr.net.

 

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