Suramérica arrugó y busca dialogar con EEUU por las bases en Colombia

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Alejandro Tesa

Brasil sugirió este lunes convocar a Estados Unidos a un reunión para dialogar sobre el asunto de las bases militares en Colombia; los presidentes-delegados de la UNASUR en princiio se plegaron a la sugerencia de Lula. Pese al riesgo evidente para la soberanía de los Estados de América de Sur, se evitó condenar el pacto militar entre Colombia y EEUU. Rafael Correa –que asume un segundo mandato en su país y la presidencia de la organización– propuso reunirse en Buenos Aires. Cristina Fernández dijo ¡qué bueno! y todos, o casi, aplaudieron.

"En algún momento la UNASUR puede convocar al Gobierno de Estados Unidos para conversar sobre los temas que nos interesan en la región", dijo Lula en su discurso:. "Esto se resuelve con una conversación, con vernos la cara". ¿Qué habrá querido decir?

La UNASUR la integran Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. A pesar de la presión de Venezuela, Bolivia y Ecuador, los presidentes  evitaron condenar abiertamente en la declaración final de la reunión el acuerdo militar colombo-estadounidense, pese a que el pretexto de la Casa Blanca –fortalecer la lucha contra el narcotráfico– no se sostiene.

El narco se desarrolla, crece y prospera en tanto existan mercados –o pueda crearlos– para su nefastas operaciones; el principal mercado de la droga lo conforman las calles de las ciudades estadounidnses. En ellas operan cárteles, sí, de Colombia; también mexicanos y rusos. Y corporaciones delictivas originarias de EEUU.

En esta dimensión de la realidad, el acuerdo militar impuesto a Colombia irritó a las sociedades suramericanas –y a varios gobiernos, en especial a los de Venezuela, Ecuador y Bolivia, que lo condenaron enérgicamente; Brasil, en cambio macó de manera diplomática su disgusto.

Las bases estadounidenses cumplirán un rol estratégico para recabar información sobre los movimientos no sólo en Colombia, sino en especial en Amazonia, que ocupa buena parte del área que conforma el Estado brasileño y sobre el que existen diversos documentos oficiosos producto de estudios para convertirlo en territorio bajo control internacional para "preservar" sus riquezas. Y se sabe lo que eso significa.

Sin esconder cierta frustración, el presidente Chávez dijo: "Ahora con estos refuerzos yankis se van a sentir más guapos y apoyados los guerreristas en territorio colombiano; y esto puede generar en una guerra incluso en Suramérica". Pocas dudan caben de que Venezuela es otro de los blancos del espionaje que sobre el continente se ampliará a partir de las bases en Colombia.

Correa pretendió suavizar asperezas y propuso Buenos Aires como sede de una próxima reunión de la UNASUR, pero sus palabras no pasan de un gesto de buena crianza: ni Alan Garcia del Perú –virtual aliado de Colombia– ni el presidente colombiano Álvaro Uribe se encontraban en Quito; el colombiano porque considera a Ecuador como territorio hostil potencialmente enemigo desde que Ecuador aseguró que rechazará con las armas una eventual futura nueva agresión colombiana contra su territorio.

Los dos países rompieron relaciones diplomáticas el año pasado, después de que el ejército colombiano bombardeara un campamento temporal de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en territorio ecuatoriano.

La semana pasada, Uribe llevó a cabo, con suerte menos que regular,  una jira para explicar el alcance del pacto militar con Estados Unidos y logró que Chile, Perú y Paraguay defiendan su derecho soberano a firmar acuerdos –aunque no los aprobaran. Brasil pidió a Bogotá más transparencia y que el acuerdo sea discutido por la región.

 

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