SURAMERICA: LOS LÍMITES DE LOS AVANCES PROGRESISTAS

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Desde hace más de 10 años una oleada de movimientos autodenominados progresistas recorre la región. Fue Hugo Chávez y su bolivarianismo la cabeza de los mismos. La muerte de Chávez parece constituirse en el símbolo de un cierto agotamiento, cansancio, amesetamiento, de estas de tendencias que –en términos generales- están significando un avance en la región. Chávez no era un imprescindible, en realidad éstos no existen, pero sí fue el promotor y principal animador de esta corriente. La avanzada de esta perspectiva, además de Chávez -en Venezuela- estaba integrada por Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. Otros gobiernos de la región tenían una visión parecida, posiblemente más moderada. Allí estaban: el kirchnerismo en nuestro país; Michelle Bachelet en Chile; el Frente Amplio uruguayo y Fernando Lugo en Paraguay. Bachelet fue reemplazada por el conservador Sebastián Piñera y ahora vuelve al gobierno. Lugo fue  desplazado por un “golpe parlamentario” y Horacio Cartes, del Partido Colorado, un empresario con fuertes vínculos con el poder económico ganó las elecciones. En Ecuador y Venezuela también hubo elecciones y se continuaron las mismas tendencias.
Las debilidades en romper los nudos que nos atan al poder económico mundial y la ausencia de organizaciones populares que ocupen el centro del escenario económico, social y político, está en el centro de las fragilidades actuales.
La organización del UNASUR no logra poner en marcha proyectos vitales para un avance consecuente hacia la unidad de la región. El Banco del Sur y un sistema defensivo común, no logran salir de carpetas burocráticas que reflejan la escasa vocación por superar límites históricos.
El más antiguo MERCOSUR tampoco logra responder a las demandas de los pueblos y la integración que propone, la mayor parte de las veces, es funcional a los intereses del poder trasnacional. Ejemplo de ellos son los acuerdos automotrices entre Brasil y Argentina y la escasa atención a los socios menores. Ahora vuelve a suspenderse la reunión prevista en Caracas para fines de este mes. Así lo han hecho público, hace horas, los cancilleres de Paraguay y Brasil.
Mientras tanto agudas e irresueltas situaciones sociales se hacen ver en el horizonte. Un ejemplo: Este año se realizará en Brasil el Mundial de Fútbol (“Pasión de multitudes”). Esta “vidriera” está mostrando, más que el avance social de nuestros pueblos, lacerantes situaciones. En efecto desde hace algún tiempo, luego de los incidentes de meses atrás, decenas de jóvenes provenientes de las favelas (nuestra villas miseria) bajan al centro de Río de Janeiro y sus playas asaltando a turistas y transeúntes desprevenidos, en lo que se ha dado en llamar “arratoes”. En estos últimos días, ya no son los jóvenes de las favelas, sino provenientes de barriadas de clase media baja, los “rolezinhos”, que –autoconvocados por las redes sociales- copan shoppings asustando a la consumidora clientela de los mismos, con algunos “manotazos” menores pero molestos. Este movimiento llegó al extremo que la Presidenta Dilma Rousseff convocó a su gabinete para que se preocupen por esta cuestión evitando la represión. Por estas situaciones, no son pocos los brasileños crédulos que ven en el rayo que lastimó un dedo del Cristo del Corcovado una “mala señal”. No terminan de ponerse de acuerdo si ese presagio se refiere a los riesgos de problemas sociales o que Brasil no logre alzar Copa del Mundial que están organizando.

Juan Guahán, Question

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