Textos, escritores. – LIBROS Y MÁRGENES

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Los escritores señalados no tienen mucho en común, probablemente no esperan lo mismo de su actividad literaria; no comparten lugar de residencia ni tal vez otra costumbre que la del vino para la charla. Tampoco cargan con el aburrimiento –puesto en boga hace tiempo y en otra parte– que significa ser políticamente correctos (en política no piensan igual) y sus experiencias son disímiles.

El afán no es el capricho de agruparlos. Hace mucho tiempo señaló Mao Zedong que bajo es socialismo debían crecer mil flores; más cerca, en Cuba, prometió Fidel Castro que dentro de la revolución todo y nada fuera de ella. Una de las razones para reseñar textos de Benítez, Carrera, Fuenzalida, Sepúlveda y Serrano –apreciará el lector el riguroso orden alfabético, que romperemos– es haber interpretado los dichos del gran timonel y del comandante de un modo un poco, tal vez, amplio: dentro de la humanidad, todo; el resto de las flores que se pudran. Dicho con todo respeto por los secesionistas.

Nieves Fuenzalida.
LAS HOJAS DE LOS ÁLAMOS

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«¿Le tenemos miedo / a la libertad? / Toda la historia, / de nosotros, los hombres / no está teñida / con / color miedo?»

Hay preguntas peores que cualquier afirmación.

El poema de Nieves Fuenzalida se publicó en Chile, pero se terminó de escribir en el exilio, en Ottawa, Canadá, en 1994. Son 113 páginas y se refiere a esa curiosa forma de ser prisionero que recuerdan los que pudieron vivir para cruzar hacia afuera las puertas de Tres Álamos. Su nombre no dice mucho: El 30avo fragmento del clan; tampoco el subtítulo: Acerca de: «4 álamos -1 álamo = 3 álamos» es más claro. O sí.

Dice mucho luego haber entrado a esos versos diminutos y apretados, oscuros y nítidos, musicales, atravesados por el espanto; y sin embargo luminosos de una esperanza que plantea acaso la necesidad de cambiar lo que esperamos de la esperanza. El álamo menos es el que murió. «Estoy escuchando erróneamente / Todos los hombres son buenos / Arturo es hombre / Arturo es / ¿Silogismo?»

Arturo es el amigo muerto. Esa muerte y lo demás vivido por muchos meses en Tres álamos conforma la lírica del poema. Es común que cuando hablamos de poesía lírica hablemos de un texto que descubre las habitualmente negativas experiencias de su autor en materia erótica, un texto que todavía no ha sido convertido en canción «romántica» cantada por un cantante de moda y metido hasta las cejas en radios y como vídeo en tele. Sólo que ni la lírica ni el romanticismo son eso.

La lírica es la versión más íntima de la realidad y el romanticismo una profunda manera de querer humanizarla más allá de normas, intereses y máquinas. No son las golondrinas de Báquer lo lírico, sino lo que le hace pensarlas; no es Empédocles lo romántico en Hönderlin, sino el final sacrificio. En soledad y derrota leva el pan del futuro. Con una condición: el convencimiento de que la soledad es transitoria y la derrota el triunfo que espera. En el amor a sus hijos y al hombre que los hizo salir «del fondo de la Tierra» Nieves Pizarro de Fuenzalida dejó sola a la derrota y derrotó a la soledad. Una lección.

Como toda lección tiene muchas lecturas y plantea exigencias que trascienden. La que se hunde vertical en el lector es aquella contenida los últimos versos: «Somos / libres / … / ¿tú / y / yo?». No es retórica, no es duda, no es sentimentalismo: es mensaje. El tú y el yo somos la sociedad humana.

Luis Benítez.
EL WHISKY, LAS VOCES

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Un departamento en Nueva York. Ella, la amante, abre una botella, dice: «Dylan, ¿querés lo tuyo con un poco de leche?». Él es el poeta Dylan Thomas.

Un acto basta a Luis Benítez para recorrer con obsesiva nitidez el itinerario de la muerte del poeta galés; pero no sólo caminar su agonía como persona física, no sólo avanzar hacia el final de su condenado orgullo y fragilidad. Lo que sucede paralelo a los diálogos que preceden los dieciocho whiskies que se zampó Thomas en un bar neoyorquino es también otro acabamiento. En cierto modo el final de una era.

No nos damos cuenta, pero vivimos más transiciones que períodos, más búsquedas que encuentros, más cambios que realidades firmes y objetivas. Lo que muere con la muerte de Thomas en 18 wihiskies es el final de la inteligencia tal como nos ha perseguido evanescente y la hemos interpretado –o querido interpretar– en un juego de espejo por los milenios. Y con la consideración de esa inteligencia muere además la poesía.

Al revés de lo que se pretende en ocasiones decir –o demostrar– la poesía debe más a la inteligencia que a las emociones y sentimientos, aunque sólo sea porque refleja, expone la mirada última de un instante, de una reflexión, de un querer, de un no poder, de inutilidades. La poesía como última luz, mortecina y mortuoria es el asunto encarado por un escritor –poeta él mismo– que en este homenaje a uno de sus mayores lanza la trágica advertencia: los dioses ya no ciegan, abren los ojos de a quienes quieren perder.

Publicado en Buenos Aires en octubre de 2006 por Ediciones Nueva Generación (oscarlopezeditor@yahoo.com), 18 whiskies es también, y sobre todo, una aventura por lo más recóndito de la condición humana y la mayor de sus ambiciones: trascender, el único propósito que probablemente no tuvo Dylan Thomas –en parte porque es ajeno a la poesía–, pero ilusión cuyo mero existir cargó en otros.

Carrera Damas.
TRECE MENSAJES

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Ala de Cuervo, la editorial caraqueña que dirigen los escritores Eva Feld y Teódulo López Meléndez anaunciaron la publicación de Recordar la democracia (Mensajes históricos y otros textos) de Germán Carrera Damas. El volumen recoge los trece mensajes Históricos que Germán Carrera Damas ha enviado a la nación venezolana en medio de la presente crisis, más otros textos igualmente significativos sobre el presente venezolano.

Con un fuerte contenido político que se ubica en las antípodas del pensamiento que sustenta la acción de gobierno de Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana, señalan los editores: «La visión del historiador se transforma en presente para analizar causas y efectos de una crisis que pone en serio riesgo la libertad y la democracia. La mirada aguda del ensayista recoge ejemplos y sucesos del pasado para llegar al presente, diagnosticarlo, señalar caminos y emplazar a los venezolanos a recordar la democracia».

Piel de Leopardo ha publicado algunas muestras de la prosa de Carrera Damas (se pueden leer aquí y aquí; señalábamos al respecto que la discusión abierta y frontal siempre es mejor que las medidas arteras –como las forjaron un golpe de Estado en ese país–, y que la revista mantendrá abiertas sus páginas virtuales al encuentro de criterios.

La obra se encuentra a la venta en Caracas en las librerías Macondo, Lectura, Noctua y El Buscón. Se puede también adquirir en forma directa en la editorial: editor@aladecuervo.net.

Bruno Serrano.
EL RÍO ES EL VIAJE Y EL NAUFRAGIO

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La historia de un barco, de un viaje, de una pasión y de varias vidas y muertes clavadas en el corazón de la Historia

Probablemente Los náufragos sea la mejor novela publicada en Chile en los últimos años. Desde luego la excelencia de su lenguaje, el ritmo de los relatos que la conforman; la locura inolvidable de sus personajes, en fin, merecen ser destacados; pero, hundidas y nutriéndose en el cieno de la literatura mayor del continente, no son esas las características que conviene destacar.

El mayor mérito de Serrano es haber escrito un libro que no intenta recordar, no juega con la memoria: todo en sus 190 páginas constituye identidad. El paisaje de los ríos y el a la vera de los ríos, el que asoma, siempre precisamente impreciso, de la ciudad de Valdivia, la tormenta, los viajes, las gentes, los conflictos, el erotismo, la crueldad en fin, son gajos de memoria que no requieren de guía ni ubicación temporal. Están –como acaso sean los tiempos históricos, como perduran los fantasmas– entremezclados al acecho, de aromas, sonidos, claroscuros, para entregar la lección inevitable del transcurrir.

Articulado el libro entre el pasado fundacional de Valdivia y años recientes asiste el lector, es integrado más bien, obligado a ser cómplice complaciente, de historias tan fantásticas como reales. Capitanes que se fugan a abordo de sus barcos, amores que refulgen y se desvanecen –y matan– a orillas del río, cataclismos, el funeral de un espectro, aviadores de otra época… Y en todo ello, debajo, al costado, encima lo indomable y lo frágil: mujeres y hombres que son, en definitiva, el sentido del paisaje, no sus depredadores.

La extensa y en ocasiones feroz experiencia vital de Bruno Serrano, así en la vida como en la política y la persecución, da contenido a la ternura y humor que son los tijerales de este libro que nos atrevimos a calificar en las primeras palabras de esta reseña.

Los náufragos. Editorial Fértil Provincia. Valdivia 2006. Publicada con aporte del Fondo comunal de proyectos Conarte, Corporación cultural I. Municipalidad de Valdivia).

Jesús Sepúlveda.
POESÍA EN DOS LENGUAS

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Podría decirte quién soy / Cada espejo es un estigma

I could tell you who I am / Each mirror is a stigma

Cuando se publicó por primera vez Hotel Marconi en 1998 no se dijo –como afirmó años después el poeta estadounidense Paul Dresman– que el volumen es una temporada en el infierno. Lo es, pero como el infierno se construye sobre moradas engañosas, preferimos creer que cada uno de los poemas que lo integran construye el mapa de la situación de lo que en Chile suele llamarse cada tanto la «poesía joven»; esto es el hito generacional, los intereses y estética que va marcando el paso de las generaciones.

Sepúlveda pertenece a ese grupo de escritores que asomaron a la adolescencia –y ya sabemos el peso de los años adolescentes en la formación de los artistas– bajo la ley marcial impuesta a la sociedad chilena por el gobierno cívico-militar que se extendió entre 1973 y 1990. Años de lucha escolar y callejera, cierto, mas también años de incertidumbre, de temor, de oscuridad cultural y arte arrasado.

Arrasamiento que obligó a la promoción de artistas a la que se adscribe el autor a forjarse a sí mismos. Sin bibliotecas –que fueron quemadas o robadas o ambas cosas por la milicia–, con los intelectuales atemorizados, en el exilio, presos o muertos, debieron buscar, creer que habían encontrado y volver a buscar puntos de referencia para su que hacer. Fueron astutos. Los encontraron, en el caso de los poetas, en todo el mundo.

Cinco libros de poesía y un ensayo –y lecturas, artículos y viajes– sitúan a Sepúlveda entre las voces mayores de la poesía de su país y de América. La estupenda traducción de Paul Dresman –tal vez– ayude a que en Chile se comience a hurgar en una obra sólida y sorprendente (no porque la traducción «mejore» los textos, sino por eso tan provinciano y exacto de que algo tiene que decir un escritor al que lo traducen). Y lo ha sido no sólo al inglés, sino por ahora además al francés, finlandés y portugués.

Hotel Marconi, Editorial Cuarto Propio, Santiago 2006 (Edición bilingüe).

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