The Oil Crash: Año 15

Llegamos a estas fechas en las que toca hacer resumen y balance de lo que ha sido el año, centrándonos sobre todo en la temática de este blog (la insostenibilidad de nuestra sociedad). Un año que sin duda ha estado marcado a fuego por la pandemia de la CoVid-19. Sin embargo, no he escogido la típica imagen de la bola coronada del virus para abrir este post, o alguna otra imagen al uso, sino que he preferido comenzar nuestro repaso con una imagen bien diferente: la del puente ferroviario reconstruido sobre el río Tordera, el cual ha sido re-inaugurado hace unos pocos días.

Esta imagen, más que ninguna otra, representa el signo del año 2020, y de la Humanidad al fin: éste es el tipo de respuesta que damos a los problemas que se nos plantean. Es decir, pretendemos no cambiar nada porque queremos que todo siga igual. Solo que no sigue igual.

Vamos, pues, con el resumen del 2020:

El temporal Gloria golpea fuerte: En un evento inesperado por su fuerza, después de haber pasado por otra gran tempestad tan solo un par de meses antes, el temporal Gloria azotó España causando 13 muertos y grandes destrozos, sobre todo en la costa oriental, para después ir a cobrarse su peaje de destrucción y vidas en Francia e Italia. Infraestructuras construidas en otro tiempo en el que este tipo de eventos no parecían posibles o probables fueron destruidas por la fuerza de la tempestad (ver en la foto el estado del mismo puente ferroviario sobre el Tordera que comentamos antes y del de la carretera adyacente tras el paso del Gloria).

Millones de euros se han invertido en reparar esos paseos marítimos, carreteras, vías férreas y urbanizaciones que volverán a ser barridos del mapa con la siguiente tempestad de este calibre, quién sabe si el año que viene, quién sabe si dentro de dos, pero seguramente antes de que pase una década.

La CoVid llegó de repente para cambiarlo todo…: Un nuevo virus surgido en la ciudad china de Wuhan hacia noviembre de 2019 pero que solo tomó proporciones pandémicas a partir de febrero de 2020 ha causado la mayor crisis sanitaria global que se recuerda en muchas décadas. Un virus con una relativa baja mortalidad global (aunque bastante alta en personas mayores y grupos de riesgo), pero con una morbilidad bastante considerable, que ha sometido a los sistemas sanitarios de muchos países a un esfuerzo considerable -sobre todo después de tantos años de recortes. De repente, delante de la emergencia más grave de nuestras vidas, nos hemos dado cuenta de que los trabajadores verdaderamente esenciales son quizá aquéllos que no reciben la mejor consideración de la sociedad, pero que son en realidad la gente a la que necesitamos.

… y 9 meses después aún sigue aquí: La pandemia no cesa, 9 meses después de comenzada. El verano boreal dio un cierto respiro a los países occidentales, pero la enfermedad nunca se fue del todo, y al llegar el otoño rebrotó con fuerza desigual en los diversos países, aunque a estas alturas del invierno media Europa está cerrada y temiendo escenarios peores; Estados Unidos cuenta los infectados por millones y los muertos por cientos de miles, y la enfermedad se desboca en tantos otros países. La pesadilla está lejos de acabar.

– La crisis económica del 2020: En los primeros embates de la pandemia, las órdenes de  confinamiento más o menos estrictas impuestas en muchos países causaron una caída drástica de la actividad económica. España es de los países europeos peor parados, con uno de los confinamientos más severos durante la primera ola epidémica que no le sirvieron para tener un verano tranquilo (absolutamente necesario para un país cuya principal industria es el turismo), y un rebrote fuerte y temprano en otoño.
Las consecuencias económicas se ven terribles: el tráfico aéreo global caerá este año más de un 60%, las ventas de coches en Europa llegaron a caer un 95% en julio, se calcula que el 20% de los bares y restaurantes de España no sobrevivirán a las actuales restricciones, quiebran cines, teatros, salas de fiesta, discotecas… Tan solo está empezando, pero la crisis del 2020 va a dejar muy pequeña a la del 2008.

El mercado del petróleo ha cambiado para siempre: En abril de 2020, la demanda mundial de petróleo cayó más del 30% con respecto a abril de 2019, y en el conjunto del año 2020 se espera una caída de consumo de al menos el 10% con respecto a 2019. Las quiebras en el sector del fracking de los EU son tan numerosas y abultadas que se da por descontado que el sector ya no se repondrá en muchos años por la desconfianza de los inversores que han perdido muchísimo dinero. Conviene recordar que 2020 simplemente ha supuesto un cierto acelerón con respecto a una tendencia que se había consolidado desde 2014. La inversión cae en picado mientras los precios se mantienen relativamente bajos.

– Viendo el peak oil desde el retrovisor: Siempre se ha dicho que no se podrá reconocer que se ha pasado el peak oil hasta que lo veamos por el retrovisor. Por desgracia, ya estamos en ese punto. Las compañías petroleras llevan reduciendo su inversión en su propio sector desde 2014 (Repsol anunció hace unos días, en la presentación de su plan estratégico 2021-2025, que invertirá en la búsqueda de petróleo 150 millones de euros anuales, menos del 10% de lo que invertía en 2014). Dada la falta de inversión en búsqueda y desarrollo de nuevos yacimientos, está garantizada una caída rápida de la producción de petróleo en los próximos pocos años.
Nuestro escenario de referencia está entre los dos peores que mostraba la Agencia Internacional de la Energía en su informe de este año (gráfica que acompaña estas líneas). El peak oil fue en diciembre de 2018, y nunca más recuperaremos ese nivel de producción. Algo que han empezado a reconocer a regañadientes BP o el ministro ruso de finanzas, aunque pretendan disfrazarlo de la vieja falacia del «pico de demanda».
– Mientras tanto, ahí fuera siguen pasando cosas: Comenzamos el año que aún ardía Australia y este año ha vuelto a haber incendios de gran extensión en la Amazonia. Se han producido grandes inundaciones en Indonesia. La plaga de langosta asuela África y agrava la hambruna.
Siguen ahogándose inmigrantes que intentan pasar desde África hacia Europa. La malaria y otras enfermedades evitables siguen matando a centenares de miles de personas cada año. La concentración de CO2 sigue subiendo en la atmósfera, y en todo caso no se reduce. El mundo sigue girando, aunque nosotros no lo miremos.

– Mientras el autoritarismo crece, la contestación social también: Al calor de la crisis sanitaria que plantea la CoVid, muchos países van tomando cada vez medidas más duras que restringen las libertades individuales, no siempre justificadas por la necesidad de luchar contra la pandemia. En muchos sentidos, el problema real de la CoVid se está utilizando para continuar deslizándonos por esa peligrosa pendiente que nos lleva al autoritarismo. Paralelamente, grupos de ciudadanos, espontáneamente organizados o no, han comenzado a tomar las calles, denunciando lo que a su juicio es un plan para arrebatarnos las libertades.

Desafortunadamente, los argumentos aducidos por estos grupos son, demasiadas veces, bastante temerarios, por no decir directamente absurdos. Teniendo en cuenta las graves dificultades que nos encontraremos adelante, la absoluta desorientación de la ciudadanía y la tendencia de nuestros gobernantes a meter los tornillos a martillazos, se anticipan años muy turbulentos.

Año de transición en lo político: Este año ha visto el final del mandato de Donald Trump, la agonía de la indefinición del Brexit, el bloqueo en Europa de los fondos para la recuperación y el estímulo de la economía, y, yendo a la escala doméstica, los vaivenes del Gobierno de coalición en España y la destitución final de Quim Torra como president de la Generalitat de Catalunya.

Todos estos problemas han sido tormentas en un vaso de agua, amenazas de algo que podía haber sido peor pero que de momento se ha quedado en nada. Sin embargo, todas estas cuestiones anticipan problemas que se van a producir en los próximos años. Se están sembrando los vientos hoy que degenerarán en tempestades mañana, regadas por el descenso energético que propiciará el peak oil.

– Sale a la venta «Petrocalipsis»: Para mi también ha sido un año importante, porque se ha publicado mi primer libro de ensayo «Petrocalipsis: Crisis energética global y cómo (no) vamos a solucionarla». Un libro en el que repaso, de manera más divulgativa que en este blog, las distintas alternativas a ese petróleo que ya nos comienza a escasear, simplemente para mostrar que no hay ninguna solución sencilla al alcance, y que la única salida de esta crisis no es cambiar de fuentes de energía, sino de sistema.

En el siguiente post, como también viene siendo tradicional, abordaré mis previsiones para el año que comienza en una semana. Permanezcan en sintonía.

* Científico y divulgador licenciado en Física y Matemáticas y doctor en Física Teórica por la Universidad Autónoma de Madrid. Trabaja como científico titular en el Institut de Ciències del Mar del CSIC.​ Editor de The Oil Crash

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