Tras 38 años de impunidad, la verdadera historia del asesinato del obispo Angelelli
Los represores argentinos Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella fueron condenados a prisión perpetua, efectiva, como autores mediatos del homicidio del obispo de La Rioja Enrique Angelelli. El fallo descarta la teoría del accidente y sostiene que se trató de “una acción premeditada en los marcos del terrorismo de Estado” y delito de lesa humanidad.
Un clima alegre rodeaba ayer a familiares, amigos, compañeros y seguidores fieles de Enrique Angelelli a pesar de la distancia irreductible que imponen la muerte y el paso del tiempo. Había ansiedad, claro, pero el miedo y las dudas habían sido vencidas por la esperanza, que los inundaba y no permitía espacio en sus cuerpos donde ubicar la posibilidad de un fallo adverso. No lo necesitaron. Después de ocho meses de debate oral y 38 años de impunidad, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de La Rioja consideró delitos de lesa humanidad el homicidio del obispo y el intento de asesinato del ex sacerdote Arturo Pinto y condenó por ellos a los represores Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella. “Prisión perpetua y cárcel común” leyó el presidente del TOF, José Quiroga Uriburu, y la sala estalló en aplausos. “Monseñor Enrique Angelelli ¡presente! ¡Ahora y siempre!” se oyó multiplicado. Además de la emoción, la enorme conformidad con el fallo, que fue unánime, unificó a las querellas que participaron del juicio. “Hoy es un día feliz, por fin”, resumió Pinto con la simpleza de quien se siente satisfecho. La sobrina de Angelelli, María Elena Coseano, y referentes de la organización Tiempo Latinoamericano y el Obispado de La Rioja, los otros acusadores, también celebraron la decisión de la Justicia.
La lectura del veredicto fue breve e intentó mantener las formas, aunque, por momentos, los aplausos y los gritos de festejo de la sala no lo permitieron. La consideración del hecho sucedido el 4 de agosto de 1976 en los que “se terminó con la vida del obispo de La Rioja Enrique Angelelli y se intentó terminar con la vida sacerdote Arturo Pinto” como “consecuencia de una acción premeditada, provocada y ejecutada en el marco del terrorismo de Estado” despertó los primeros aplausos. Por primera vez desde que aquel auto se cruzó en el camino de la camioneta en la que viajaban Angelelli y Pinto y provocó su vuelco, la Justicia desechó la idea de “accidente” y determinó que se trató de un delito de lesa humanidad. “Imprescriptible e inamnistiable”, concluyó el primer apartado Quiroga Uriburu. Más aplausos.
El primer grito de “Angelelli presente” precedió a las calificaciones de las responsabilidades de Menéndez y Estrella: “Autores mediatos del homicidio doblemente calificado y del homicidio en calidad de tentativa doblemente calificado, en concurso premeditado entre dos o más personas para procurar la impunidad”, leyó el presidente del tribunal. Llegaron los abrazos y los primeros llantos, que se generalizaron cuando se supo la sentencia: “Prisión perpetua e inhabilitación absoluta”. Estrella, además, fue acusado de organizador de una asociación ilícita cuyo objetivo fue el encubrimiento de lo ocurrido. Ambos fueron enviados a la cárcel cordobesa de Bower, en donde la Justicia deberá realizarles chequeos médicos para “determinar que estén en condiciones de seguir allí alojados”. “Hemos llegado a un día feliz: se ha dicho la verdad, se ha hecho justicia. Tal como lo dijo el pueblo, a Angelelli lo mataron”, resumió Pinto.
Más temprano, el cuchicheo, los saludos cruzados y las sonrisas habían gobernado la sala que fue llenándose de familiares de desaparecidos, querellantes, militantes por los derechos humanos locales, amigos y compañeros de camino de Angelelli –en su mayoría, ex presos políticos–, desde la primera tarde. Mientras la hora esperada llegaba, recibieron cálidamente al secretario nacional de Derechos Humanos, Martín Fresneda, con quien compartieron el día anterior algunas actividades de homenaje al cura asesinado –el obispo de La Rioja ofreció una misa en la catedral, luego marcharon con antorchas hasta el edificio judicial y allí instalaron una vigilia– y a las Madres de Plaza de Mayo. A excepción del secretario de Derechos Humanos provincial, Delfor “Pocho” Brizuela, ex sacerdote y testigo durante el juicio, el público notó con bastante más sorpresa que cariño la visita de algunos funcionarios locales.
La evaluación que realizó Luis Miguel “Vitín” Baronetto, referente de la agrupación Tiempo Latinoamericano, querellante en el juicio, fue similar a la de Pinto: “La Justicia le ha puesto el sello a la verdad que la gente pobre de La Rioja, la comunidad que conoció y acompañó el pastoreo de monseñor Angelelli decía desde el mismo 4 de agosto de 1976. El veredicto no podía ser otro”. El biógrafo del obispo riojano valoró también el juicio en su totalidad en cuanto al rol que tuvo la Iglesia: “Es importante porque el proceso ha contribuido al cambio de actitudes en la jerarquía eclesiástica. Los aportes del Vaticano en la causa son, en ese sentido, un mensaje a la jerarquía católica en general para que abra los archivos para todas las causas de los derechos humanos”, confió. El “punto de inflexión” en la estructura católica nacional también fue destacado por Fresneda, quien valoró que “la Iglesia pidió justicia, cuando antes pedía olvido y reconciliación”.
Los civiles
Para Marialé, como conocen todos a la sobrina del obispo, el fallo es histórico. Sin quitar de su rostro la sonrisa que la acompañó durante toda la jornada, agradeció “la política de derechos humanos que tiene el país después de Néstor (Kirchner)” e hizo más memoria: “Es muy fuerte escuchar esto después de 38 años de lucha. Les prometí a mis abuelos que no iba a parar hasta lograr el castigo a los responsables”, recordó entre abrazos de los amigos de su tío, que hoy son los suyos. La mujer destacó que el fallo es importante para su familia, “pero también para la provincia. La historia de La Rioja puede cambiar si no bajamos los brazos y vamos por los civiles que persiguieron a mi tío y a toda su pastoral”, advirtió.
Además de rechazar las recusaciones, los pedidos de nulidad y denuncias por falsos testimonios a querellantes y testigos de las acusaciones, los jueces Quiroga Uriburu, Carlos Cascano y Juan Carlos Reynaga dieron “vía libre” a las secretarías de Derechos Humanos provincial y de la Nación para que avancen en la investigación judicial que determine las responsabilidades de quienes se hicieron llamar durante aquella época los Cruzados de la Fe, un grupo de terratenientes conservadores entre los figuran varios integrantes del clan Menem, que persiguieron a la pastoral del obispo y la atacaron incluso desde los medios de comunicación.
“Se cumplieron dos objetivos fundamentales: hubo juicio, hubo castigo y se logró el triunfo de la verdad”, consideró uno de los representantes de la querella estatal, Guillermo Díaz Martínez, quien también destacó la puerta hacia la investigación civil: “Es imprescindible que se profundice en esta vía, en esta causa y en todas las investigaciones por violaciones a los derechos humanos del país”, concluyó.