Tras la carnicería de Afganistán: – INEFICIENCIA, CORRUPCIÓN, FALTA DE CONTROL
La «ayuda fantasma» nunca explica que en el país receptor se pagan con sobreprecio trabajos mal hechos por «expertos” y empresas estadounidenses, a menudo incompetentes, contratados por la Agencia Internacional de Desarrollo de EEUU (USAID, su sigla en inglés). El dinero pasa directamente de la USAID a cuentas bancarias estadounidenses.
Además, el 70% de la ayuda destinada al país receptor es cuidadosamente “amarrado” al país donante porque se exige que el país receptor use el dinero donado en comprar productos y servicios del país donatario, a menudo a precios inflados drásticamente. EEUU supera lejos a otras naciones en estos esquemas.
Action Aid calcula que 86 centavos de cada dólar de ayuda estadounidense son fantasmagóricos.
Los autores Ana Jones y Fariba Nawa sugieren que, para entender la negligencia y el fraude en la reconstrucción de Afganistán, resulta importante observar el sistema peculiar de la ayuda estadounidense al desarrollo internacional. Las agencias internacionales y nacionales, incluyendo al Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la USAID, que tradicionalmente distribuye ayuda monetaria entre los “países en desarrollo”, han diseñado un sistema que es eficiente en concentrar el dinero de regreso nuevamente en los países donatarios ricos, mientras el desarrollo sustentable de los estados pobres resulta erosionado.
Un ex jefe de la USAID describió la ayuda exterior como «un instrumento dominante de la política exterior» diseñado para ayudar a los países «a que se conviertan en mejores mercados para las exportaciones de EEUU”.
A fin de garantizar esa misión, el departamento de Estado asumió recientemente el control de la agencia de ayuda. USAID y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército ahora comenzó a “cortar” en los negocios de interés para el gobierno de EEUU, cerciorándose de que el dinero esté asignado según las prioridades económicas, políticas, estratégicas y militares estadounidenses, sin tomar en cuenta lo que pueda considerar importante la nación receptora.
Aunque los afganos han solicitado asignar el dinero de la ayuda como ellos lo encuentren apropiado, los países donatarios se oponen, demandando que el gobierno afgano es demasiado corrupto para ser confiable. Las comunidades afganas están cada vez más frustradas y enojadas. Mientras tanto, demandan que ninguna nueva oferta o ampliación de contratos sean concedidos a contratistas como Kellogg, Brown and Root/Halliburton (KBB/H), DynCorp, Blackwater y el Grupo Louis Berger, equivalentes a una licencia de soborno, corrupción, hurto y lavado de dinero.
El gobierno de Karzai, confinado a servirse a sí mismo la agenda estadounidense, ha entregado poco al afgano medio, que en su mayoría todavía vive en una pobreza despreciable. Las nociones occidentales del progreso son evidentes en los hoteles, restaurantes y centros comerciales estadounidenses, rebosantes de adminículos electrónicos y aplicaciones nuevas, pero están más allá de la imaginación o el sentido práctico de 3,5 millones de ciudadanos afganos victimados por la guerra que no tienen alimento, abrigo, sistema de aguas residuales, agua limpia ni electricidad.
La infraestructura construida precipitadamente con materiales mal fabricados y ningún conocimiento o respeto por las condiciones geológicas y climáticas está culminando en costosos desastres, uno tras otro. El sitio web de la USAID, por ejemplo, se jacta solamente de sus logros en realización de infraestructura en Afganistán –la autopista rápida Kabul-Kandahar–, una carretera estrecha y endeble que a los afganos les cuesta un millón de dólares por milla [equivalente a 1,6 km].
La carretera fue presentada en el periódico semanal de Kabul, en marzo de 2005, bajo el título: «Millones perdidos en caminos de segunda clase». El artículo observa que mientras otras firmas más competentes en la construcción ofrecieron la mitad del costo, el contrato fue adjudicado al Grupo Louis Berger, una firma de estrechas conexiones con la administración Bush, como bien lo registra su notorio expediente de numerosos proyectos de construcción defectuosos y abandonados en Afganistán.
El ex ministro de Planeamiento Ramazan Bashardost visitó la construcción de los caminos y se quejó de que el Talibán habría hecho un trabajo mejor. También preguntó: “¿adónde fue el dinero?”. Ahora, en un movimiento seguro para rebajar la aprobación del presidente Karzai y disminuir más todavía la reputación de EEUU en el área, la administración Bush ha ejercido presión sobre el jefe de Estado para que éste devuelva «el regalo del pueblo de EEUU» con un camino de peaje, cobrando a cada conductor 20 dólares por un permiso válido para utilizar la vía durante un mes.
De esta manera, según los «expertos americanos» que proporcionan asistencia técnica altamente pagada, Afganistán puede recoger 30 millones de dólares anuales de sus ciudadanos empobrecidos y de tal modo disminuir la «carga» de la ayuda exterior de EEUU. Jones comentó: «No es ninguna maravilla que los sistemas de ayuda foránea les parezcan a los afganos ordinarios algo de lo que solamente gozan los extranjeros”.
Actualización de Fariba Nawa
Afghanistan, Inc. es un informe de 30 páginas que bucea profundamente en la corrupción implicada en la reconstrucción de Afganistán. El informe se centra en las compañías contratadas y financiadas por el gobierno de EEUU para reconstruir el país. La importancia de este informe es que se trata de la primera mirada seria sobre la corrupción en el gasto del dinero de origen popular de la ayuda. Pone énfasis en varios proyectos en aldeas y ciudades que cubren diversos aspectos del documento. Muestra cómo mucho dinero está gastándose en malos trabajos.
El informe, publicado en inglés en CorpWatch –un “perro guardián” alerta ante las corporaciones– el dos de mayo de 2006, fue traducido a las lenguas persas dari y pashto en septiembre de 2006. Las compañías investigadas en él continúan recibiendo millones de dólares en contratos del gobierno de EEUU a pesar de su incompetencia y gasto derrochador. Louis Berger, Bearing Point, Chemonics y DynCorp todavía toman el dinero de los contribuyentes estadounidenses y demostrando resultados mínimos en Afganistán.
Algunos de los grandes medios de prensa dieron cobertura al informe, incluyendo la edición matinal de noticias NPR, del canal 4 KRON de San Francisco, cuando fue publicado por primera vez, y más adelante, la radio de la BBC y muchos otros medios europeos continuaron llamando y preguntándole al autor acerca de su trabajo. Sin embargo, ésa es una respuesta limitada al hecho de que éste era un primer informe con datos importantes para cambiar las políticas.
El informe ha sido una fuente para muchos otros investigadores del asunto. Si usted quisiera más información sobre la corrupción en la reconstrucción en Afganistán, diríjase por favor al sitio web www.corpwatch.org.Otra organización que supervisa la corrupción en el país y produce variados informes es Integrity Watch Afghanistan.
Actualización de Ann Jones
Nueve meses después de descrito todavía persisten este acertijo: ninguna paz, ninguna seguridad, ningún desarrollo y las amargas esperanzas afganas. EEUU todavía insiste en una solución militar. En los primeros cinco meses de 2007, fueron muertos 75 efectivos de la coalición (comparados con 53 del mismo período del año pasado), incluyendo a 38 estadounidenses. Las víctimas civiles fueron variadamente divulgadas. Algunas fuentes hablaron de “cerca de 1.800”, incluyendo a 135 muertos por las fuerzas de EEUU o de la OTAN.
La postura de EEUU respecto a los «progresos» militares contra el Talibán, expresada por el secretario de Defensa Robert Gates, el 4 de junio de 2007, mientras se preparaba para visitar Afganistán, seguía “guardando optimismo”. Gates dijo a los reporteros que una meta de su viaje era asegurar una coordinación más cercana entre las operaciones de combate y los esfuerzos por el desarrollo y la reconstrucción.
Eso es un interruptor, dijo, sugiriendo una cierta pista de que la reconstrucción pudiera ser una manera mejor «de matar» al Talibán, pero dejando sin contestar la cuestión de cómo coordinar guerra y actividad pacífica.
La real importancia de ¿Por qué no se está trabajando en Afganistán? son las mentiras escondidas detrás de la primera página de la cobertura militar, al revelarse una pillería sistémica que muestra los escándalos de la ayuda estadounidense. La historia hace noticia ahora y después cuando «desaparecen» mil millones de dólares para proyectos de reconstrucción en Iraq, pero a mi entender todavía tiene que haber una investigación de los medios o del congreso.
Se discute si es un agujero negro presupuestario ocasional que sugiere un cierto hecho delictivo al azar, muy similar a la manera en que la tortura en Abu Ghraib fue presentada como la acción de algunas «manzanas podridas». Quizás los reporteros no desean tomar la historia porque es complicada. Aborda números, como Enron. Es aburrida, da sueño…, no sé. Pero hay una cosa curiosa: cuando mi libro Kabul in Winter (Kabul en invierno) apareció en 2006, una larga sección sobre este tópico fue un asunto que ningún comentarista tocó.
Ahora se escuichan voces más altas que la mía. Abdullah Abdullah, el distinguido ex ministro de Asuntos Exteriores de Afganistán, recientemente se quejaba de que por cada 100.000 dólares prometidos para el desarrollo afgano, menos de un tercio llega al país.
Matt Waldman, encargado de la política de Afganistán en Oxfam, una de las ONGs humanitarias más respetadas del mundo, escribió en The Guardian (26 de mayo de 2007) que «EEUU es un barril sin fondo en Afganistán» pero «como en Iraq, una gran parte de la ayuda está perdida». Y más al punto: «Cerca de la mitad de la ayuda de desarrollo de EEUU va a los cinco contratistas estadounidenses más grandes del país». Waldman argumentó que demasiado dinero de la ayuda está perdido en altos sueldos y gastos de vida de los expertos internacionales, en la compra de recursos no-afganos y en beneficios corporativos.
El autor calcula en medio millón de dólares el costo anual de un experto medio (léase “estadounidense”). ¿Por qué no se busca a representantes de gobiernos extranjeros, de organizaciones humanitarias extranjeras y de la prensa internacional para exponer este fraude?
Para conseguir noticias sobre Afganistán vea www.afghanistannewscenter.com, un recuento diario de informaciones de la prensaen lengua inglesa del mundo. Para las ediciones políticas vea el sitio web del Centro para la Cooperación Internacional de la Universidad de Nueva York (www.cic.nyu.edu) o consulte a Barnett Rubin (brr5@nyu.edu), el mayor experto en Afganistán de ese centro. Para vigilar los vericuetos del poder, ver el sitio web del Centro para la Integridad Pública (www.publicintegrity.org), y para información sobre trabajos corporativos mal hechos vea específicamente www.corpwatch.org.
Los periodistas deben también ser advertidos de que varias organizaciones profesionales están protestando por las dificultades en aumento para la cobertura de Afganistán debido a las interferencias de EEUU, el gobierno afgano y las fuerzas de la ISAF (International Security Assistance Force).
Las organizaciones que protestan incluyen a la Federación Internacional de Periodistas, la Asociación Afgana Independiente de Periodistas y el Comité para la Protección de Periodistas Afganos. Actualmente, los periodistas afganos boicotean también la cámara baja del parlamento (Afghan Wolesi Jirga) para protestar por su aprobación de leyes represivas de los medios y el consiguiente encarcelamiento de periodistas.
Fuentes
– Why It’s Not Working in Afghanistan, de Ann Jones, publicado en
– Afghanistan Inc: a CorpWatch Investigative Report, de Fariba Nawa, publicado en
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* Periodista de la publicación estadounidense Tom Dispatch.
** Periodista de CorpWatch.
*** Periodista e investigador chileno; traduce todos los años los resultados de la investigación del Project Censored, de la Universidad de Somona, California, EEUU.
Entre otros medios periodísticos, la agencia de prensa independiente argentina ARGENPRESS y el periódico multlingüe de la Red Voltaire reproducen esas 20 informaciones.