Tropiezos y dificultades que experimentan los derechos de la infancia (I)

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Gisela Ortega.*

Tras efectuar un acucioso repaso de la evolución contemporánea de los derechos de la infancia, cabe un recorrido sobre hechos y causales que postergan o impiden el cabal cumplimiento de los postulados contenidos en la Convención de los Derechos del Niño, que conforma un mandato y obligación exigible a todos los Estados de la Tierra. He aquí la primera entrega.

 Al aproximarse el final de la primera década del siglo XXI, la Convención sobre los Derechos del Niño se encuentra en un momento decisivo. No obstante su profunda influencia y los numerosos logros que se han registrado desde su adopción en materia de derechos de la infancia, ciento millones de niños y niñas aún carecen de acceso a los servicios esenciales y a la atención, la protección y la participación a las cuales tienen derecho.

Pero la situación no tiene por qué ser así. Incluso en medio de la peor crisis económica mundial en 80 años, y en una época en que el cambio climático esta empezando a poner en peligro los medios de subsistencia y la supervivencia en todo el mundo en desarrollo, abundan las oportunidades para promover las prerrogativas de la niñez. Esas circunstancias son evidentes en las múltiples iniciativas y programas destinados a impulsar los derechos del niño en todo el mundo, y en la creciente inversión y colaboración de los últimos años en las esferas de la atención primaria de la salud, la educación y la protección.

La mayor dificultad de los próximos años –señala el informe de UNICEF– será aunar la rendición de cuentas de los gobiernos en torno a los privilegios de la infancia con la participación social, institucional e individual, y hacer que la aplicación de la Convención no sea responsabilidad exclusiva de los gobiernos que la han suscrito y ratificado, sino también de las partes interesadas que estos representan. A fin de que el ideal de la Convención llegue a ser una realidad para todos los niños y niñas del mundo, debe convertirse en un documento que guíe las acciones de todos los seres humanos.

Cambios económicos

 La Convención sobre los Derechos del niño llego a sus 20 años en un momento de inestabilidad. 2009, se caracterizo por la peor crisis financiera mundial desde la Gran Depresión hace 80 años. Tanto los países industrializados como los en vías de desarrollo están intentando recuperar la solvencia del sector financiero internacional, consolidar la estabilidad macroeconómica y sentar las bases para la recuperación en 2010 y más allá de esta fecha, mediante planes de rescate financiero, medidas de política monetaria y estímulos fiscales.

El contexto económico internacional es de suma importancia para los derechos de los chiquillos y chiquillas, pues constituye un aspecto integral del entorno externo que influye en las acciones de quienes tienen a su cargo la atención y la protección de la infancia. Las dificultades presupuestarias de las familias, las empresas y los gobiernos están amenazando la inversión de servicios y bienes esenciales para la realización de los derechos de la niñez a la supervivencia, el desarrollo, la protección y la participación.

Si a las fuertes alzas en los precios de los alimentos y los combustibles que se registraron en 2008 se suman el grave aumento del desempleo y la caída vertiginosa de la producción mundial, el comercio y la inversión este año, es fácil comprender las precarias condiciones de las familias y las comunidades, y los consiguientes riesgos para la educación, la situación en materia de nutrición y la salud de los niños, sobre todo en los países menos adelantados y en las colectividades y los grupos sociales más pobres y vulnerable de toda las naciones.

La turbulencia actual no pondrá en peligro los progresos relativos a los derechos de los niños de las dos últimas décadas. Algunos avances son irreversibles para quienes se beneficiaron de ellos. Por ejemplo, un niño que recibió una educación primaria de calidad y pasó al nivel secundario ya adquirió conocimientos y competencias para toda su vida. Una persona joven que fue vacunada en la infancia gozará de protección durante muchos años y probablemente durante toda su vida, contra las enfermedades.

Aun cuando los logros en salud y educación pueden ser permanentes para la actual generación de beneficiario, los servicios de los cuales dependen son muchísimos más sensibles a los cambios económicos. Mantener una educación de calidad, exige inversiones constantes en las escuelas, los docentes y los planes de estudio. Mantener los niveles de inmunización y otros servicios básicos de salud requiere desembolsos considerables para adquisiciones y distribución. Mantener la salud del medio ambiente depende de la ampliación y el mejoramiento de las instalaciones de agua y saneamiento.

La lucha contra el VIH/SIDA, el paludismo, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas graves exige inversiones permanentes en intervenciones preventivas y curativas, Crear sistemas nacionales de protección de la infancia implica aumentar la contratación, la capacitación y la supervisión de profesionales especializados. Si se aspira alcanzar oportunamente los Objetivos de Desarrollo del Milenio y a cumplir el pacto de “Un mundo apropiado para los niños”, harán falta niveles de compromiso e inversión mucho más alto que antes de la crisis.

Las dificultades para hacer valer los derechos de la infancia no solo se originan en el ámbito económico. Los cambios demográficos alteraran la distribución regional de los niños del mundo en las próximas dos décadas. Un hecho que invita a reflexionar es que, para 2030 –es decir , 40 años después de la entrada en vigor de la Convención–, el 25% de los niños menores de cinco años a nivel mundial vivirán en los 49 países que actualmente se consideran menos adelantados, en comparación con apenas el 14% en 1990.

Este incremento ejercerá una presión aún mayor sobre los gobiernos de esas naciones para hacer efectivos los derechos de sus ciudadanos más jóvenes, obligándoles a asignar mayores recursos al mejoramiento de la nutrición y la salud de la madre, del recién nacido y de niño, la ejecución de los programas de desarrollo en la primera infancia, y la adopción de medidas para proteger a los niños pequeños contra la violencia y el abuso. De no intensificar los esfuerzos para beneficiar a los niños de las zonas mas pobres y marginadas, se corre un alto riesgo de que esa cuarta parte de los ciudadanos mas jóvenes del mundo sean victimas de disparidades incluso mas marcadas en e acceso a los servicios de salud, a la educación y a la protección, que las que afrontan hoy los niños de los países más pobres.

También vivirán en un medio ambiente natural cada vez más inhóspito. Las pruebas sobre el alcance y las repercusiones del cambio climático indican que el daño al medio ambiente podría poner en riesgo avances logrados con enormes esfuerzos, como el mejoramiento de la calidad del agua, la mayor seguridad alimentaría, las menores tasas de desnutrición entre los niños menores de cinco años, y el mayor control de las neferme4dades en muchos países en desarrollo.

Estas naciones –que, en su mayoría, están en regiones más calidas, y cuyos ingresos por concepto de comercio exterior se derivan especialmente de productos básicos primarios– podrían ser los más afectados por los cambios en los regimenes de precipitaciones, los extremos climáticos y el aumento de las sequías y las inundaciones.

El creciente numero y la gravedad de los desastres naturales ocurridos en los últimos años, al igual que le deterioro de las condiciones en varias zonas que sufren situaciones de emergencias prolongadas, particularmente en África subsahariana, indican que la crisis humanitaria, que como se sabe, afecta de manera desproporcionada a los niños y a las mujeres, son cada vez mas frecuentes. Estos problemas externos dificultaran el cumplimiento del programa de los derechos del niño.

No se deben subestimar los riesgos que las crisis financieras actuales, y otros problemas del entorno externo, plantean para los derechos de la infancia. Las experiencias y las investigaciones muestran que los niños y las mujeres son altamente vulnerables a los cambios económicos, demográficos y climáticos. De hecho, a menos que se tomen medidas apropiadas, sus secuelas en los niños pueden ser irreversibles y trasmitirse a las siguientes generaciones, minando así los esfuerzos que se realicen durante las próximas dos décadas para fomentar los derechos de la niñez.

Historia

Pero si bien la historia ayuda a tomar conciencia de esos riesgos, también enseña que las crisis pueden ofrecer oportunidades para impulsar los derechos y el bienestar de la infancia. El movimiento en favor de los derechos del niño, que surgió poco después de terminar la Primera Guerra Mundial, fue producto de los esfuerzos de Eglantyne Jebb y Save the Children Internacional .

UNICEF nació de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, como organismo internacional de las Naciones Unidas dedicado a la supervivencia y el cuidado de la infancia. Pese a la conmoción económica mundial que provoco el alza del precio del petróleo en 1973 y al consiguiente derrumbe del merado bursátil, que se extendió hasta 1974, durante este último año también se puso en marcha la iniciativa de salud publica mas exitosa de todos los tiempos, El Programa Ampliado de Inmunización, que ha salvado millones de vidas en el curso de los últimos 35 años.

Los países de América Latina registraron algunos de sus logros mas significativos en materia de supervivencia infantil durante la “década perdida” de los años 1980.

En la década de 1990 y a principios de los años 2000, varios mercados emergentes, entre ellos, Argentina, Brasil, la Republica de Corea y Turquía, experimentaron crisis de liquidez, pero mantuvieron, al mismo tiempo, los avances de años anteriores en educación y salud.

Esfuerzos innovadores para brindar a los niños protección y educación durante las situaciones de emergencia complejas, como el tsunami del Océano Indico de 2004, la violencia extrema en Darfur y la situación de emergencia en Afganistán, son ejemplos mas recientes de iniciativas que han favorecido los derechos de a infancia en tiempo de crisis, posibilitando por primera vez en algunos casos, la realización de los derechos de los niños en estos aspectos de la Convención.

Con una dirección, colaboración, promoción y creatividad eficaces, la incertidumbre sobre la economía mundial y el medio ambiente también pueden convertirse en una oportunidad para que los gobiernos y otros interesados renueven sus compromisos con los principios y los artículos de la Convención, trabajen de manera coordinada para consolidar los progresos de las dos ultima décadas en torno al desarrollo y a los derechos del niños, y fijen un entorno propicio para impulsar y defender sus derechos.

Fuente:
UNICEF

* Periodista.

 

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