Con el agua hasta las rodillas, en un sitio que años atrás era un terreno seco, Kofe dejó en claro que el drama que hoy enfrenta Tuvalu es solo un presagio de los graves impactos del cambio climático que azotarán cada vez más, aunque en formas diferentes, a muchos otros países del mundo.

Tuvalu tiene nueve pequeñas islas y está aproximadamente a 4.000 km de Australia y de Hawái. Sus vecinos más cercanos son Kiribati, Samoa y Fiyi. «Es una nación insular de baja altitud. El punto más alto sobre el nivel del mar es de 4 metros», explicó el ministro Kofe a BBC Mundo. Todo el país tiene 26 kilómetros cuadrados, donde viven cerca de 12.000 personas.
Al igual que Kiribati y las Maldivas, entre otros, Tuvalu es un país conformado por atolones, y por ello es especialmente vulnerable al calentamiento global. Los territorios de estas naciones se asientan sobre arrecifes de coral en forma de anillos, completos o parciales, que rodean una laguna central. «Vivimos en franjas de tierra muy delgadas y en algunas áreas se puede ver el océano a ambos lados, de un lado el mar abierto y al otro una laguna», señaló Kofe. «Lo que hemos estado experimentando a lo largo de los años es que con el aumento del nivel del mar vemos la erosión de partes de la isla».
Pero hay otro problema aún más acuciante: la intrusión de aguas oceánicas.
El mar y su impacto en el agua potable
El agua del océano se está filtrando bajo el suelo en ciertas áreas y esto afecta los acuíferos, explicó Kofe. «El agua potable la obtenemos normalmente de la lluvia, pero en algunas islas solían también cavar pozos para acceder al agua subterránea. «Hoy eso no es posible debido a la intrusión de agua de mar, por lo que básicamente dependemos solo del agua de lluvia».«La salinidad en la arena hace que sea muy difícil para nosotros cultivar nuestros alimentos y dependemos cada vez más de los productos importados», afirmó Kofe.
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Aunque no hay datos específicos para Tuvalu, «el aumento global del nivel del mar ya es una perspectiva horrenda para Tuvalu», le dijo Webb a BBC Mundo. «Estas son masas terrestres extremadamente bajas en la que áreas significativas de tierra usable ya quedan bajo agua durante las mareas normales. Cada milímetro de aumento en el nivel del mar incrementa la extensión y profundidad potencial de inundaciones marinas. Incluso un incremento de 3,7 mm por año es desastroso para estos y otros atolones».
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«La acumulación y amplificación de riesgo a través de efectos en cascada en ecosistemas y los servicios que aportan, probablemente reducirá la habitabilidad de algunas islas pequeñas».
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«No hemos identificado los países a los que nos gustaría mudarnos, porque también estamos conscientes de que la reubicación puede usarse como una excusa por algunos de los países más grandes que pueden decir: ‘les damos tierras para que se muden y nosotros seguimos con nuestras emisiones de gases de efecto invernadero'». «Para nosotros la reubicación es un último recurso».
Tuvalu también busca lograr algo que los países en desarrollo piden a viva voz y los países ricos se han negado a conceder: compensación por «daños y pérdidas» causados por el cambio climático. Junto al gobierno de Antigua y Barbuda, Tuvalu acaba de registrar una nueva comisión ante Naciones Unidas. «Una de las ideas detrás de la creación de esta comisión es que a través de ella tengamos acceso al Tribunal Internacional del Derecho del Mar y podamos pedirle una opinión consultiva sobre daños y pérdidas», señaló Kofe.Barbuda fue «arrasada» por el huracán Irma y Tuvalu «literalmente va a desaparecer», afirmó Akhavan. «¿Cómo se compensa a una nación entera por la pérdida de su territorio?».
En su mensaje final ante la COP26, la ministra de Medio Ambiente de las Maldivas, Aminath Shauna, señaló que la diferencia entre «un aumento de temperatura del planeta de 1,5 grados y 2 grados para nosotros es una sentencia de muerte».Aún después de la COP26, un estudio estimó que el planeta va camino a un calentamiento catastrófico de al menos 2,4 grados para fin de siglo.
«Es devastador para cualquiera tener la idea de que su casa podría ser arrasada en los próximos años. La idea de que sus hijos y nietos tal vez no tengan un lugar donde vivir», reflexionó Simon Kofe. «Es triste, y si hablas con muchas personas en Tuvalu tienen lazos muy fuertes con la tierra, la cultura y la historia que tenemos aquí en estas islas. Es muy difícil siquiera pensar en dejar Tuvalu en el futuro».
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