Ucrania, Rusia y Europa: ¿qué rumbo?

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Entrevista de Gérad Chaliand, geoestratega franco-armenio, autor de «Atlas estratégico. De la hegemonía al declive de Occidente» (en proceso de publicación en español) y de «Por qué Occidente pierde la guerra?» (edición Ciccus, Argentina).


-En su libro, usted señala la responsabilidad directa de los Estados Unidos en las tensiones surgidas en el antiguo espacio soviético (desde la actitud triunfalista de los años noventa hasta las revoluciones de colores), así como su responsabilidad en la desestabilización del Medio Oriente (la guerra de Irak en 2003, pero no solamente). ¿Considera que los Estados Unidos han sido el desestabilizador principal durante los últimos treinta años, y que trata de recuperar su error?

-Para quienes tratan de establecer un diagnóstico más imparcial, está claro que en la trayectoria 1991-2021, los Estados Unidos han estado muy por delante en términos de desestabilización a escala mundial, desde las revoluciones de colores (dirigidas por ONGs que no eran no gubernamentales), hasta las desestabilizaciones en Medio Oriente y otros lugares. Por otra parte, se ha hecho todo lo posible para que la antigua URSS vuelva sistemáticamente a las fronteras de Rusia, incluida Ucrania, como lo señalaba Zbigniew Brezinski en su obra The Grand Chessboard (1997) de la que he prologado la versión francesa.Acusan a EEUU de emplear a grupos radicales para desestabilizar Libia - Prensa Latina

Por supuesto, los rusos han tenido históricamente una propensión a construir un imperio desde el siglo XVI y siempre han considerado, con o sin razón, a Ucrania como la cuna de lo que ellos llamaron la Rus. Pero los tiempos han cambiado. Desde la primera guerra mundial, se percibe una evolución que se ha acelerado. Entre dos imperialismos, el más rapaz ha sido el más fuerte: el de los Estados Unidos, que en 1991 pensaba que un mundo unipolar era posible, si no deseable.
El primer intento en 2004 fracasó. El segundo intento en 2014 fue un éxito.

Vladimir Putin subestimó claramente el grado de preparación de Ucrania y de los Estados Unidos (en inteligencia y en rapidez del suministro de armas ligeras, etc.). La propaganda pro-ucraniana producida en Europa es exagerada y la demonización del adversario alcanza un grado inusitado. El maniqueísmo prevalece en las opiniones, como en los grandes debates ideológicos. Esa es, en mi opinión, la situación actual.

-En su opinión, ¿cuál debería ser la resolución más aceptable de este conflicto para todas las partes (y en primer lugar para la Ucrania atacada)? Con esta guerra, ¿no ha roto Putin definitivamente los lazos históricos, quiero decir los lazos gemelos, que existían entre Rusia y Ucrania, dando la razón a Zbigniew Brzezinski?

-En esta guerra, ambos bandos buscaron hacer daño y particularmente los rusos en la segunda fase de la guerra, destruyendo la infraestructura del adversario para hacerlo sufrir y llevarlo a desear que el conflicto terminara. Señala el divorcio histórico de lo que fueron los vínculos entre Ucrania y la Rus de Kiev, tejidos a través de la lengua y la historia. Esta ruptura se hace en el plano político, aunque culturalmente sigan existiendo vínculos indisolubles.

La paz será una paz de compromiso que, obviamente, no satisfará a ninguna de las partes. Sin embargo, Ucrania será clara e indiscutiblemente independiente y nunca más rusa. Habrá perdido una parte del territorio que era suyo en 2014 (Crimea, hay que recordarlo, fue entregada a Ucrania en 1954 por N. Kruchtchev, entonces secretario general del partido y él mismo ucraniano en una época en la que la URSS parecía destinada a durar). El Donbás estuvo y sigue estando adscrito al Patriarcado de Moscú y está poblado mayoritariamente por rusos. En cuanto a Lviv y su región, durante mucho tiempo en manos polacas y lituanas, están vinculadas con Roma.

Al momento de las negociaciones, sabremos lo que habrá perdido Ucrania (¿un 10% o más?). En cuanto a Rusia, habrá recuperado un poco más de lo que históricamente le corresponde, lo que enmascarará oficialmente su fracaso. Tengo grandes dudas sobre una victoria militar completa de Ucrania. Cualquiera sean los anuncios de V. Zelensky, no se recuperará todo el territorio original.
La iniciativa es demasiado arriesgada y cara (para la opinión pública occidental, entre otros).

-A lo largo de su libro “Atlas Estratégico. De la hegemonía al declive de Occidente”, usted señala que el verdadero rival de Estados Unidos, y quizá de Occidente, no es Rusia, ni el islamismo radical, sino China. ¿En qué sentido China es objetivamente temible para los europeos, y hasta qué punto esta observación que usted hace debería llevar a los europeos a permanecer aliados con los estadounidenses que, por lo demás, son muy buenos en la promoción de sus propios intereses, que no siempre coinciden con los de los europeos? Al fin y al cabo, la oposición de bloque contra bloque que cuenta sigue siendo la de las democracias contra las dictaduras?

-El verdadero rival de Occidente, y más concretamente de los Estados Unidos, es por supuesto China. Ucrania fue un regalo del cielo para que los Estados Unidos aumentarán su influencia y restaurarán posteriormente su prestigio dañado en Afganistán. Se aprovechó la ventaja obtenida con el colapso de la URSS y el intento de reformas de Gorbachov al fracaso del cual R. Reagan y M. Thatcher contribuyeron activamente.

En cuanto al islamismo, cuyos efectos perturbadores son reales (e ingenuamente difundidos por los medios de comunicación occidentales), no cambia mucho la relación de fuerzas. Para ello, tendrían que generar crecimiento, como India o China. Aparte de los frágiles y poco poblados Estados petroleros, solo podemos mencionar el papel deletéreo de Turquía (económicamente débil). Irán se encuentra en crisis. Los Estados árabes como Argelia, Túnez, Egipto, Libia, Líbano, Siria, Irak son desastres. Pakistán no está mucho mejor (dependen del dinero chino).

¿Tienen los europeos la posibilidad política (mediante la regla de unanimidad de los 27) de tomar decisiones importantes que sean desfavorables para los Estados Unidos? ¿Y podrían hacerlo? ¿Qué capacidad militar tienen para garantizar su seguridad? ¿Qué margen de maniobra tienen para distinguirse de los estadounidenses cuando sus intereses divergen?

En resumen, en este mundo multipolar complejo e incierto, la rivalidad esencial es entre los Estados Unidos con su hegemonismo y China. Esta última quiere cambiar un orden internacional que no le conviene y afirmar su potencia con una lógica de dominación.

-Ya lo ha respondido en cierta medida, pero ¿su visión estratégica, desarrollada en base a su conocimiento del terreno, le lleva a considerar que es esencial la construcción de una defensa europea integrada y autónoma, incluso con respecto a los estadounidenses? Y si es así, ¿qué se necesita para lograrlo? ¿Cree que es necesario avanzar hacia la federalización de la Comunidad Europea?

-La construcción de una defensa europea autónoma, incluso en relación con Estados Unidos, habría sido esencial si se hubiese considerado seriamente. Pero desde el principio, con la negativa en 1954 de incluir fuerzas alemanas, se marcó un camino. En sesenta años, se ha avanzado muy poco en este campo. La expansión de la propia Europa tras la desaparición de la Unión Soviética no fue obra de los europeos, sino de los Estados Unidos (con su inclusión simultánea en la OTAN, que fue percibida como hostil por Rusia, especialmente con la acción de las «revoluciones de colores» dirigidas por organizaciones que en realidad eran gubernamentales).

Está claro que a Europa le ha faltado no sólo la voluntad, sino el deseo real de triunfar, aunque no sea retóricamente. Además, como lo demuestra la situación actual, los europeos no comparten una visión común, y mucho menos un objetivo político común. Es evidente que Polonia y los países bálticos siguen obsesionados con Rusia. Hungría sigue su agenda. Gran Bretaña se ha ido después de asegurarse de que no se fortalezca Europa, etc. En resumen, Europa, salvo en términos económicos, no existe y muy probablemente no se construirá, a pesar de los deseos de algunos Estados, entre ellos Francia.

*Geoestratega franco-armenio, autor de « Atlas estratégico. De la hegemonía al declive de Occidente » (en proceso de publicación en español) y de « Por qué Occidente pierde la guerra ? 

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