Es común. Muchas horas de viaje lejos de la oficina y sus comodidades, y los cambios de temperatura; y la necesidad de continuar en movimiento. Primero se intenta resistir, pero, parafraseando la canción, no es el viento, son las ganas que exigen. Hasta que no queda otra: "¡al diablo!"… y se hace lo que debe hacerse.
Nada en contra de la majestad del poder.
Y ahora… con el alma liviana, ¡a continuar!
¿Cuál es la próxima parada?
qué fome, ¿vale la pena escribir sobre esto?, ¿van a estar pendientes hasta del flato posible?… ese «poder» jerárquico al que muchos miran casi desde abajo, sometidamente, es uno entre otros a ejercer, desarrollar