Un censo, dos Brasil
Wilson H. Silva.*
Los primeros datos del Censo 2010, efectuado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, han sido publicados recientemente: Brasil tiene una población oficial de 190.755.799 habitantes. En lo inmediato, la información que ha tenido más impacto es la constatación de un hecho muy conocido aunque siempre negado: Brasil es un país de mayoría no blanca. Pero no es lo único, ni lo que más inquieta.
Para ir más allá de la cuestión racial, el censo ha revelado una serie de otras contradicciones que merecen al menos ser mencionadas y comentadas bajo un ángulo diferente del que es vehiculizado por los grandes medios, donde analistas burgueses, miembros del gobierno y de sectores de los movimientos sociales alineados con el “lulismo” han usado y abusado de estos datos para vanagloriarse de hechos supuestos y de avances sociales a poner en el crédito del “Frente Popular”.
Antes de cualquier otra cosa, sigue siendo bueno recordar que cuando nos referimos a trabajos de investigación, a cifras y a estadísticas —sin siquiera hablar de las manipulaciones siempre posibles— nos encontramos en un terreno propicio para todo tipo de interpretación, comenzando por los parámetros de comparación.
Mientras estaba en el gobierno, Lula nos ha cansado con sus discursos que comenzaban con la frase de “jamás antes en la historia hubo…”, a fin de hinchar los “avances” de su gobierno. Pero como todos los efectos retóricos, éste sirve para ocultar realidades mucho más complejas.
Primero: para un gobierno que se dice el representante de los intereses del pueblo, no debería ser de mucho ufanarse el constatar tímidas mejoras estadísticas en las condiciones de vida de los brasileños en relación a una historia reciente, marcada por una dictadura, un presidente ladrón (Fernando Collor y diversas administraciones dirigidas por el PSDBN).
Segundo: la principal constatación hecha por el censo es precisamente la que revela el carácter del “Frente Popular”, iniciado por Lula y continuado por Dilma Roussef, a saber, que los privilegios de un puñado de burgueses han sido mantenidos, en detrimento de la existencia de millones de miserables y desposeídos/as.
Y por esto mismo, el dato más importante sacado a la luz por el censo (y que determina y relativiza todos los demás) es uno de los que han sido menos puesto en relieve por los grandes medios y sus analistas: independientemente de algún “avance puntual” en los índices sociales, existen, en el sentido propio del término, “dos Brasil”, separados por el enorme abismo que crea la sociedad de clases.
Un abismo entre las clases
Ejemplos de este abismo no faltan, pero el más escandaloso es ciertamente el que revela que no menos del 60,5% de las familias brasileñas (alrededor del 34,7 millones de hogares) sobreviven con como máximo un salario mínimo por cabeza, mientras que en el 5,1%, todos los miembros de la familia dispone de más de cinco salarios mensuales [es decir como mínimo 2.725 reales si se considera el salario mínimo actual de 545 reales (un euro equivale a 2,32 reales brasileños. ndt)
Es cierto que el porcentaje de familias que viven por debajo de la línea del ya muy miserable salario mínimo ha disminuido desde el censo del año 2000. Hoy, la mayoría de las familias se encuentra en la franja que dispone de una renta por cabeza que va de medio a dos salarios mínimos (50,1% de las familias). Y es esto lo que ha sido aplaudido por Dilma y por los analistas burgueses que ven ahí una prueba concluyente del “milagro de la nueva clase media”.
Pero como siempre es bueno desconfiar de los “milagros”, hay que ver que lo que es más importante, más allá de esta reducción (del número de gente en la miseria) en un escaso 6,1%, es el hecho de que al otro lado del abismo, el mismo puñado de ricos continúa marchando muy bien y que no ha sido afectado en nada.
Hace diez años, al comienzo del gobierno Lula, las familias que ganaban de tres a cinco salarios mínimos por cabeza correspondían al 5,1% de la población. En 2010, este grupo ha pasado al 5,3%. En cuanto a las familias que gozan de una renta por cabeza de más de cinco salarios mínimos (y que se encuentran ya en la cúspide de la pirámide), el “hundimiento” ha sido mínimo, puesto que en 2000 éstas representaban el 5,2% de la población y hoy el 5,1% “solamente”…
Esta enorme concentración de la riqueza oculta aún realidades aún más crueles. Nuestro país es un país en el que el 4,3% de las familias vive sin ninguna renta. Esto equivale a decir que en no menos de 2,4 millones de hogares, la supervivencia depende exclusivamente de la caridad o de los “apaños”.
Y más aún: en las regiones históricamente más pobres, la profundidad del abismo es aún mayor. En el Noreste, el porcentaje de familias que vive con una renta por cabeza inferior a un salario mínimo es del 80,3% y del 75,2 en el norte.
La desigualdad social en cifras
Todos los demás datos del censo deben ser interpretados a partir de esta realidad. Cosa que parece evidente incluso para quienes tienen la costumbre de poner el acento en los avances que han tenido lugar durante este último decenio, como el economista y sociólogo de la Universidad de Brasilia, Marcelo Medeiros, que en una entrevista publicada en el periódico O Globo del 30 de abril de 2011, ha señalado: “A pesar de la mejora en el mercado de trabajo y la disminución de la desigualdad, no ha habido modificación de estructura. Continuamos teniendo una gran masa de población de baja renta que se separa de una pequeña élite muy rica”.
Y es en el interior de esta gran masa donde la miseria y las condiciones de vida literalmente inhumanas siguen siendo evidentes. Veamos algunos indicadores alarmantes:
La mitad de las casas no están ligadas a la red de desagüe:
Decir que un número más elevado de brasileños que hace diez años tiene hoy acceso al agua potable y a las redes de desagüe de las aguas usadas no es sino una parte de la verdad, y hay que echarle un poco de cara para ufanarse de que hace un decenio, no era sino el 47,3% de las casas el que tenía las instalaciones sanitarias básicas, mientras que ahora es el 55,5%.
Es pues a penas más de la mitad de la población la que tiene hoy acceso a ese servicio fundamental para la salud y la calidad de vida. Una cifra que es dramáticamente más preocupante en las regiones históricamente más explotadas. En el Norte, la red de desagües cubre a penas el 13,9% de las casas; en el Noreste, esta tasa llega al 33,9%. Lo que lleva la media nacional hacia arriba, es la situación del Sudeste donde la red de desagües cubre el 81% de las casas. Y, en lo que se refiere a la calidad del agua consumida, vale la pena recordar que 5,7 millones de familias (el 10%) dependen exclusivamente de pozos para el consumo de agua.
Millones de casas sin cuarto de baño:
Más allá de la cuestión de la falta de desagües, la desigualdad social brasileña ha sido revelada por un índice aún más absurdo dado por el Censo: no menos de 3,5 millones de domicilios brasileños (el 6,2% del total) no tienen siquiera un cuarto de baño. Convertido en un extraño indicador de la división de las clases, el recuento del número de cuartos de baño ha revelado que "al otro lado", la situación era muy diferente: un poco más de tres millones de familias viven en casas que tiene tres cuartos de baño y otros 1,2 millones tienen cuatro o cinco instalaciones que les permiten aliviar sus necesidades fisiológicas.
Vivir en la oscurtidad:
En un país que presume de ser la "séptima potencia económica del mundo", 728.512 familias viven sin ningún acceso a la energía eléctrica. Y si la situación no es peor, es porque 55.000 familias (un número ciertamente subestimado) se han apañado para montar instalaciones ilegales mediante "chanchullos" y bricolaje.
14 millones de analfabetos:
El número de brasileños de 15 años y más que no saben leer ni escribir (13,9 millones) corresponde al 9,63% de la población (eran el 13,64% en 2000). Una vez más, el Noreste es la región que conoce la peor situación: el 19,1%. Región que es seguida por el Norte (11,2%), el Centro-este (7,2%), el Sureste (5,5) y el Sur (5,1%). En la franja de más de 60 años, la media nacional de analfabetos alcanza el 26,5%.
Niños jefes de familia:
Uno de los nuevos y más inquietantes indicadores señalados por el Censo 2010, es el número de hogares que son "dirigidos" por pequeños brasileños de edades de entre 10 y 14 años. Los 132.033 hogares que se encuentran en esta absurda situación no reflejan ciertamente más que una parcela de la realidad. Esta vez, es el Sudeste el líder en esta barbarie suprema, con 62.320 familias que, en la región más rica del país, dependen del salario de los hijos. Se añaden también en el conjunto del país 661.153 familias que son dependientes del trabajo de jóvenes entre 15 y 19 años.
El Brasil que queremos y que necesitamos
En pleno siglo XXI y en el país que presume de ser la 7ª potencia mundial, existencias tales como las descritas por las cifras que acabamos de ver son sintomáticas del carácter de clase de la sociedad brasileña. Un carácter fielmente preservado y defendido por el "lulismo".
Mientras que los pobres tienen necesidad de decenios para mordisquear algunas miserables décimas en las estadísticas, los ricos, por su parte, se mantienen confortablemente en sus situaciones hiperprivilegiadas, sin tener necesidad de hacer nada en absoluto, si no es, evidentemente, mantener los modelos de explotación y de opresión de siempre. Todo esto con la bendición del PT (Partido de los Trabajadores), del PC do B (Partido Comunista de Brasil que colabora con el PT) y los "brazos" que éstos tienen en el movimiento sindical y popular.
Es por esto que si queremos cambiar las cifras del censo, es necesario cambiar la lógica de nuestra sociedad, hay que llegar a la esencia misma de su estructura. Cosa que puede ser realizada por la revolución socialista. Ésta constituye la única forma de liberarnos de estos tan numerosos problemas, de poner fin a la barrera que separa a los "dos Brasil", y crear las condiciones que nos permitan a todos, absolutamente todos, tener condiciones de vida dignas.
* Miembro del Secretariado Nacional de los Negros/as del PSTU.
Tradaucción de Faustino Eguberri.
En www.vientosur.info, — que cita como fuente a http://alencontre.org