Un empresario en la Casa Blanca

8

Muchas personas se sorprenden de las frecuentes transgresiones atrevidas y atípicas de las normas convencionales de la política perpetradas por el presidente Trump. Pero si leen sus publicaciones llenas de consejos empresariales para triunfar —una de ellas, un bestseller— antes de asumir la presidencia de Estados Unidos, comprobarán que aplica el mismo método a la empresa y a la política. De ahí el título de esta columna. Recientemente Trump ha recibido un revés judicial en su política de aranceles, precisamente la propuesta estrella de la campaña de un presidente-empresario.

Pretendo, a continuación, presentar a Trump como un empresario metido a político por entero, sin cambiar de método, un presidente que concibe a su nación, Estados Unidos, como una gigantesca empresa. Propietario de grandes empresas se ocupa ahora de la empresa “Estados Unidos”, a la que pretende dirigir y gestionar con las mismas reglas de sus anteriores empresas.Imagen de archivo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

He ahí donde reside su error, porque empresa y política siguen reglas diferentes. Expongo brevemente criterios y diferencias.

Criterio del método

En sus escritos sobre economía y empresa con una evidente finalidad pedagógica está explícito su método de trabajo, el “método de la renegociación”. Hay quien negocia con una clara idea de lo que persigue y de ahí no se baja. Trump no actúa así. Marca una cota alta, frecuentemente inalcanzable para sus adversarios, para después bajarla en función de la resistencia de estos y de la aceptación de otras contrapartidas que va señalando en el proceso negociador. Me recuerda este método al aplicado en los zocos y comercios del mundo árabe. El vendedor pone un precio alto; el comprador otro ostensiblemente más bajo y entre los extremos ambos llegan a un acuerdo sobre un precio intermedio. Es lo que todos/as hemos presenciado en la política de aranceles del presidente estadounidense.

El método de la renegociación es el que también aplica Trump a la política, en el que su punto de mira es la balanza de resultados, es decir, un cálculo sobre lo que puede concederle al adversario a cambio de lo que éste puede ofrecerle, con la vista puesta en que el fiel de la balanza se incline a su favor. Claro es que este método de tira y afloja tiene sus riesgos y se hace notar en los vaivenes de los mercados y las bolsas con un horizonte de incertidumbre.

Criterio de los fines

Trump mezcla lo privado con lo público, cuando afirma que su política consiste en Make America Rich Again, complemento de su eslogan del primer mandato: Make America Great Again. Y a ello responde su política económica por entender que todo el planeta roba a Estados Unidos y cada nación debe dar y recibir lo que se merece. Ha proyectado el lucro personal privado del mundo empresarial al ámbito público del bienestar general de la ciudadanía. La American Dream Collection – Vices&co.mayor parte de su discurso parece más la de un empresario profético que la de un político preocupado por satisfacer las necesidades de toda la ciudadanía.

Estado de Derecho, derechos sociales, bien común, solidaridad, etc., son conceptos que manejan los políticos de nuestra época, pero están totalmente ausentes en los discursos y programas de Trump. Él prefiere hablar de lo que deben los Estados a su nación, la deportación de los inmigrantes que nada aportan y crean problemas de seguridad, el declive económico perpetrado por sus antecesores en el cargo… el lenguaje del empresario propietario de la empresa “Estados Unidos”.

Criterio de las consecuencias

Las consecuencia de las acciones y decisiones erróneas de un empresario únicamente afecta a su radio de acción: gestores y accionistas, trabajadores y prestadores de servicios a la empresa. Las decisiones y acciones erróneas de un político son de mayor alcance, porque se extienden a un mayor número de personas, que se diferencian entre sí en todas las variables —edad, sexo, clase social, ocupación, etc.— y que producen un efecto dominó en numerosos ámbitos de la sociedad. Especialmente las decisiones sobre grandes programas de alto coste.

Trump parece que no ve o que no le interesan las consecuencias de sus actos. A pesar de que puedan provocar enormes, impredecibles e incalculables efectos, como su incitación a la toma del Capitolio por sus seguidores tras perder las elecciones. Un político empresario, como Trump, sitúa las consecuencias de sus actuaciones en el recinto empresarial y prescinde del resto. Invoca su programa político, que es un programa concreto dirigido a sus votantes, y únicamente le interesan las consecuencias que su política pueda producir en ellos. Huelgan otras consideraciones, como el respeto a los derechos de todos sus conciudadanos/as o las prestaciones sociales del Estado. Trump es un libertario defensor del Estado mínimo. Todo lo que tenga un componente global y referido a toda la nación o no está presente en la órbita de sus intereses (o su presencia es meramente retórica).

Criterio de la responsabilidad 

La responsabilidad del empresario se extiende a los gestores y accionistas de la empresa: un reducido círculo de personas. La responsabilidad del político alcanza a toda la ciudadanía. Trump también tiene un concepto empresarial de la responsabilidad. No cree que deba ser responsable ante toda la nación, sino ante quienes le han votado; de hecho constantemente emite declaraciones contra quienes no le siguen y critican, como hizo con la obispa episcopal de Nueva York, que únicamente le pedía que no deportara a los inmigrantes. La unidad de los estadounidenses, de la nación, le importa bien poco. Atiende a su programa de campaña y a sus seguidores.

Toda la escenografía a la que asistimos tras su toma de posesión, firmando órdenes ejecutivas sin parar, que exhibía ante un auditorio entregado, era una actuación ante su público: la responsabilidad del presidente-empresario ante sus votantes-accionistas. Ahí queda y termina su responsabilidad. El polo opuesto a un político con sentido de Estado, porque el sentido de Estado abarca a toda la ciudadanía, con independencia del voto emitido en las elecciones. El concepto de “pacto de Estado”, propio de las sociedades políticas avanzadas, está en las antípodas de la filosofía política de Trump.

Criterio del procedimiento

El procedimiento en las democracias avanzadas está tasado. Los políticos actúan en una maraña de instituciones y normas, derechos y deberes: del presidente del Gobierno al alcalde del pueblo más pequeño. Y fuera del ámbito jurídico-político siguen reglas convencionales, usos y costumbres, que pueden tener la misma validez social que las reglas del derecho.

Donald Trump firma una orden ejecutiva que suspende la entrada a EE.UU. de refugiados y de los ciudadanos de ciertos países musulmanes - BBC News MundoTrump, en cambio, se ha mostrado con total desparpajo firmando órdenes ejecutivas, muchas de las cuales, por un lado, suponen escatimar las funciones del Congreso de Estados Unidos y, por otro, incurrir en una clara vulneración de la Constitución y la legislación. Ha prescindido de formalidades y burocracias, especialmente en la esfera de la comunicación, y se ha dirigido a la gente empleando los recursos de las redes sociales, especialmente Twitter. Esta actuación de directa comunicación es un resorte habitual de los políticos populistas, en cuyas filas colocan a Trump muchos politólogos. Es una forma de proceder semejante a la de un empresario independiente, que puede emprender nuevos caminos sin sujeción a previas normas.

Criterio de las relaciones con su entorno

Como empresario, sus biógrafos destacan su autoritarismo y exigencia de obediencia y fidelidad. No le importa tanto la valía de sus colaboradores como la fidelidad a sus programas y decisiones. Como político ha practicado el mismo método: exigencia de obediencia a miembros de su Gobierno, asesores y equipo. La fidelidad como principal virtud de sus colaboradores, igual en la empresa que en la política.

Ha cambiado el proceder habitual de los políticos, que toman sus decisiones con el equipo y los asesores. Trump va por libre desde el inicio del asunto: lo capta él solo y decide. No es en absoluto un político de equipo. Más bien el equipo está obligado a cumplir sus órdenes sin haber participado previamente en la toma de decisiones.

En resumen, las actuaciones del presidente Trump han interaccionado caóticamente, mezclándolas, las facetas de la empresa y la política, de lo privado y lo público. Ha destruido el concepto de Estado de derecho, que las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII comenzaron a construir en América y Europa.

 

* Catedrático emérito de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

También podría gustarte

Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.