Un libro necesario. – LA HORMIGUITA Y SU MUNDO

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Un nuevo libro de Virginia Vidal (der.). Un nuevo gesto de valentía y de amor de esta escritora que en su trinchera resiste airosa la mezquindad de nuestro medio cultural. El libro, que trata de la vida y obra de Delia del Carril, nos introduce por la vía emotiva al mundo de aquella mujer que en su larga vida nació varias veces.

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No se crea que Virginia Vidal sólo se dedicó a las evocaciones de su personal conocimiento de la Hormiguita, sino que, además, hizo una investigación histórica seria, complementada con valiosas entrevistas a personas claves del circulo de Delia del Carril.

Es así como descubrimos que esta creadora no se convirtió en pintora de la noche a la mañana, después de su separación de Neruda, sino que su adiestramiento técnico comenzó ya en la década de 1920 con Léger y, a partir de 1930, con André Lothe.

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Sin embargo es en sus caballos que la artista (izq.) galopa lejos, no sólo de la sombra gigante de Pablo Neruda, sino de cualquiera de los artistas visuales de su generación, inclasificable como es en su lucidez plástica.

¿Pero son realmente caballos los que pinta Delia? ¿Qué es lo que pinta cuando hace el gesto de trazar los rasgos de un equino sobre el papel?. ¿Son realmente sus caballos, como afirma Virginia Vidal (p.120), “intermediarios e intérpretes del dolor y las emociones humanas”?.

No es el momento de glosar la obra; pero frente a la belleza gráfica de sus dibujos y grabados no puedo dejar de preguntarme si realmente estas formas creadas por la Hormiga son trascendentes sólo porque, como han dicho muchos, en ellos se retrata al hombre mismo en su torbellino de contradicciones. Tiendo a sospechar de las lecturas literarias, sicológicas, antropológicas, etc., de la obra plástica.

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¿No será que la obra de Delia del Carril afinca su grandeza precisamente en no haber hecho del hombre su forma predilecta?

Con todo, frente a ella hay una certeza: que en su esencialidad expresiva, la mano de la Hormiguita supo comunicar verdad a través de la forma, que en la mayor parte de sus obras nos introduce en lo inefable. Es además valioso el libro de Virginia porque, en su generosidad característica, esta escritora no sólo ha construido su historia con los grandes nombres de siempre; sino que aparecen aquí los injustamente olvidados o postergados.

En lo personal, ¡qué alegría me ha dado ver el de Gregorio de la Fuente!, aquel grande de la pintura, cuyos murales de tanto valor plástico y social sobreviven por milagro, aunque algunos, como el del parque Juan XXIII en Ñuñoa haya sido blanqueado por un edil ignorante.

Generosa es también la autora en el espacio dado a María Antonieta Hagenaar y a Matilde Urrutia, con sendos capítulos, quizá demasiado en un libro dedicado a una artista con quien el único vínculo fue Neruda.

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De entre estos capítulos complementarios a la biografía misma de Delia del Carril, especialmente interesante es el dedicado al profesor Alejandro Lipschütz, a quien Virginia Vidal nos lo muestra en la intimidad de su hogar y, posteriormente, en la pobreza y abandono en que terminó sus días.

Celebro el acierto de RIL Editores al publicar este libro rechazado por otras casas editoriales por más de una década. Sin duda se convertirá en santo y seña para los investigadores que en lo futuro continuarán el esfuerzo de Virginia Vidal, profundizando en el significado estético de la obra de Delia del Carril y elaborando el catálogo razonado de su producción plástica.

La obra:

Hormiga Pinta Caballos, Delia del Carril y su mundo (1885-1989) RIL Editores, Santiago de Chile, 2006, 203 páginas.

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* En la revista Punto Final del 14 al 27 de julio de2006 (ww.puntofinal.cl).

Addenda

Virginia Vidal es una escritora excepcional; no por su talento –al fin y al cabo un don–, sino por la sabiduría con que lo utiliza. Da cuerpo a la consigna romántica de libertad con auto disciplina, para ser realmente libre.

Y por cierto mucha disciplina y mucho valor de libertad debió acopiar, por ejemplo, para llevar a término ese libro estupendo que es la biografía de doña Javiera Carrera, esa madre audaz que Chile al parecer no quiere recordar (Sudamericana, Santiago, 2000). Lo que no debe sorprender con tanto que se escamotea de la memoria del país.

Cinco novelas publicadas por diferentes sellos de distintos países, un puñado de premios literarios y otros reconocimientos internacionales y buena parte del resto de su obra –ensayo, relatos, crónicas– sembrada en revistas y diarios marcan una trayectoria poco común, rebelde y rigurosa. Dirige Anaquel del sur, una de las más importantes revistas culturales de la actualidad (http://virginia-vidal.com.

Delia del Carril. (Saladillo, Argentina, 1885-Santiago de Chile 1989). Hormiguita la llamaron sus amigos por la pasión y constancia de su entrega no sólo al Arte, sino en las filas de las causas que abrazó, por ejemplo la de la Alianza de Intelectuales en Madrid.

Y en España, hacia 1934, conoce a un oscuro diplomático suramericano, pero gran poeta; los años de más que tiene no impiden que él le ponga la mano en el hombro …y no la retire.

Su trabajo, precisamente de hormiga, contribuirá más que ninguno al viaje legendario del vapor Winnipeg de Francia a Valparaíso.

Su trabajo como artista plástica y grabadora no obedeció a un capricho improvisado: estudió con los mejores durante muchos años. Su vigor y lucidez fueron siempre impresionantes. A los setenta años asiste al Taller 99, escuela de grabado que dirigía el pintor chileno Nemesio Antúnez, y siguió trabajando por dos largas décadas.

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