Un Lula preocupado por la gobernabilidad, insiste en el camino del centro
El dos veces presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva defendió que su compañero de fórmula para las elecciones presidenciales de octubre sea Geraldo Alckmin, recientemente incorporado al Partido Socialista Brasileño (PSB), y dijo que este es el momento para sumar fuerzas y que sería contraproducente conformar una fórmula exclusivamente con integrantes del Partido de los Trabajadores (PT).
Al incorporarse al PSB, Alckmin, exgobernador de Sao Paulo, no estuvo acompañado de parlamentarios. Su presencia en la boleta presidencial no garantiza, por tanto, que el eventual gobierno de Lula tenga una amplia bancada parlamentaria que lo apoye, recuerda Jeferson Miola.
Alckimin dio un paso clave para convertirse en el compañero de fórmula de Lula y ofrecer así un giro al centro en la fórmula del líder del PT, a quien definió como “quien mejor refleja el sentimiento de esperanza del pueblo brasileño”. La fórmula sería lanzada oficialmente en mayo, luego de la convención nacional del PT en abril.
Pero la fuerza electoral de Alckmin se limita al estado de São Paulo y viene con una trayectoria descendente. En la elección presidencial de 2018 tuvo un tibio voto nacional del 4,76%, con cinco millones de votos. Con los dos millones 244 mil votos obtenidos en Sao Paulo, Alckmin ocupó el cuarto lugar en su propia base electoral, detrás de Bolsonaro, Haddad y Ciro Gómes con apenas el 9,52%.
Para los analistas. más importante que las ganancias electorales que el vicepresidente elegido puede otorgar, está la cuestión de la gobernabilidad. La primera vez que asumió públicamente la decisión de construir una alianza “más amplia que el PT”, Lula hizo transparentar su preocupación por la gobernabilidad: “No me imaginaba que pudiéramos retroceder tanto”, dijo en el encuentro con medios independientes.
“Necesitamos sacar al fascismo para reconstruir al país. Será una elección muy polarizada, caliente, de mucha disputa. No quiero ser solo un candidato del PT sino de un movimiento para reconstruir los valores democráticos y la economía de Brasil», afirmó Lula.
En entrevistas radiales. Lula dijo que su decisión de aliarse con un ex adversario no es un problema. “Sería contradictorio para mí tener un diputado del PT. Sería una suma cero”, y dijo que una placa de sangre pura no agregaría “nada” a la estrategia para ampliar su apoyo. “Si hago una alianza, será una alianza muy fuerte, para ganar”, dijo.
Añadió que en caso de regresar al poder, no le cerrará las puertas a negociar con el grupo de derecha llamado Centrao que actualmente le otorga la mayoría parlamentaria al actual presidente ultraderechista, quien aspira a la reelección en octubre. Además apuntó que la elección se encamina a una polarización con Bolsonaro.
La política brasileña está en crisis, tal como la definía Antonio Gramsci, algo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. El golpe ejecutado contra Dilma Rousseff por el establishment en 2016 no logró consolidar una hegemonía de largo plazo, y es permanentemente cuestionado en las calles por trabajadores, movimientos sociales y sectores de izquierda, que aún no consiguen articular un bloque de poder popular.
Jair Bolsonaro, aferrado al poder, es una expresión clara de esta nueva versión de la derecha, que propicia la libertad de mercado pero ataca toda expresión cívica progresista, especialmente si favorece a sectores populares, encubriendo con cierta argucia darwinista en un discurso libertario su autoritarismo individualista.
Insuflado por Steve Bannon, polémico exasesor de Donald Trump, Bolsonaro quiere liderar la neoderecha internacional tejiendo lazos con partidos y organizaciones de derecha y extrema derecha como Project Veritas de EU o Vox en España.
Anuncios de Lula
Lula, amplio favorito en la encuestas para las elecciones del 2 de octubre, afirmó que, en caso ser elegido, «nacionalizará» los precios de los combustibles que están dolarizados por la gestión de Jair Bolsonaro.
«Hay que nacionalizar los precios de los combustibles. Brasil se transformó en un país dependiente que aplica precios en dólares cuando todos los costos internos son en reales. Brasil renunció a su soberanía energética y está destruyendo a Petrobras, que se alejó del desarrollo y está buscando solo la ganancia para los accionistas en la bolsa de Estados Unidos», afirmó Lula.
Desde inicios de este año los brasileños cruzan en la zona fronteriza a ciudades argentinas como Puerto Iguazú, Santo Tomé, Paso de los Libres y Bernardo de Irigoyen para comprar nafta a la mitad de precio que en su país.
Lava Jato
El exfiscal Deltan Dallagnol, que fue condenado a indemnizar al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva por el PowerPoint en el que transformó en espectáculo la denuncia realizada en la época del Lava Jato.
Dallagnol fue, junto con el ex juez Sergio Moro, uno de los arietes en la persecución judicial contra Lula. Evangélico, convencido de que la suya era la lucha del bien contra el mal encarnado por el dos veces presidente de Brasil -decía que actuaba como Elliot Ness en Los intocables- recurririó a todo tipo de armas para impedir el regreso de Lula al poder en la elección de 2018, en tándem con Moro, juez en el estado de Paraná.
Moro mostró su verdadero talante cuando integró el primer gabinete de Jair Bolsonaro como ministro de Justicia y ahora se ofrece como candidato del “centrao” para los comicios de este año. Las causas contra el exdirigente metalúrgico fueron cayendo porque las pruebas en su contra estaban tan amañadas que no resistían el menor análisis de tribunales un poco más sensatos. Así Lula quedó liberado para postularse nuevamente este año para terminar con la ultraderecha en el gobierno brasileño.
Dallagnol también se fue del sistema judicial, en noviembre del año pasado, para integrarse a un partido político de derecha. La filtración de comunicaciones en la plataforma Telegram entre él, el juez y el equipo de fiscales a su cargo reveló las maniobras ilícitas para perseguir a representantes del PT y especialmente a Lula.
La última mala noticia para Dallagnol se la dio la Cuarta Sala del Tribunal Superior de Justicia de Brasil que condenó al exfiscal a indemnizar en 75.000 reales en concepto de daño moral a Lula por el delito de “ataques a la honra”. Fue en 2016, cuando hizo una presentación en un hotel de Curitiba frente a las cámaras de la televisión. Lula pasó 580 días en prisión por esta y otras causas armadas con el mismo esquema y que también se fueron diluyendo.
El relator del caso ante el tribunal, el juez Luis Felipe Salomao, consideró que había recurrido a “expresiones y calificaciones lesivas para la honra y de la imagen” al catalogar a Lula como como “un gran general” del esquema de Petrobras desde el que comandaba una “propinocracia” (coimocracia). La pena impuesta a Dallagnol -que no está firme- fue de 75.000 reales más el incremento por inflación, con lo que el castigo llega a 100.000 reales (unos 20 mil dólares).
* Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)