Un Nobel para Haití

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

2004, año emblemático de fuerte significado para la
nación haitiana, encrucijada bicentenaria donde se
cruzan, no sólo el pasado y el presente, sino
sobretodo el sueño de un futuro de superación, de
apertura a la democracia, de desarrollo, de progreso y
de acceso a una sociedad más humana, justa y
solidaria.

200 años de independencia de este país solidario y
solitario que ha marcado la historia universal por
haber sido el primero en romper las cadenas de la
esclavitud. Epopeya grandiosa que señala al mismo
tiempo un destino singular cuyo recorrido histórico
perturbado por tantos lastres propios y externos, ha
desembocado en una situación catastrófica de anarquía,
de represión, de masacre en un virtual genocidio; una
profunda pesadilla que ha tenido una grave resonancia
en el plano internacional.

Movilizados en un consenso patriótico tendiente a
recuperar el sueño y poder enfrentar el futuro, los
haitianos llevaron una lucha decidida en favor de la
plena libertad, la justicia y la dignidad para todos.

Este esfuerzo concertado condujo a la caída del
dictador. No pudo, sin embargo, evitar la intervención
de tropas internacionales, enviadas para garantizar la
paz y la seguridad. Acontecimiento que ha sido
asumido no sin frustración ya que, fuere cual fuere el
mandato confiado a estas fuerzas y la buena voluntad
que haya inspirado su desembarco o su disposición
humanitaria a «proteger a una población en peligro»,
 es evidente que esta presencia adquiere en este
bicentenario un doloroso significado para los
haitianos.

Tales circunstancias conducen a los que habían obrado
por el consenso nacional a un doloroso cuestionamiento
acerca del pasado suscitando toda suerte de
interrogantes frente al futuro:

¿Podremos contar con
la capacidad o la voluntad de los ciudadanos para
emprender un nueva camino para la reconstrucción
nacional y democrática? ¿Podremos reconquistar la
soberanía formal en el marco de esta mundialización
tan constringente? ¿Debemos asumir el hecho inexorable
de la tutela?

Estos angustiantes cuestionamientos conducen a la
búsqueda de una salida que garantice el futuro a
partir de nuevos leitmotiv, valores o modelos
susceptibles de estimular la auto-estima del haitiano,
su creatividad, su fecundidad, su voluntad cívica, su
fé en la nación maltrecha y su disponibilidad a obrar
para que ésta llegue, en plena soberanía, a la altura
de su destino heroico así como a los estándares
propios de la sociedad humana contemporánea.

En la búsqueda de resortes morales que podrían
contribuir a estimular a nuestro pueblo, a nuestra
juventud, a enfrentar tales desafíos, una personalidad
símbolo destaca por la continuidad de su compromiso
patriótico así como por su ejemplo, en este periodo de
penumbra, de humillación y de incertidumbre haitiana.

En 2003, Gérard Pierre-Charles fue nominado para el
Premio Nobel de la Paz como candidato de América
Latina y del Caribe contando con el apoyo de
importantes sectores internacionales.

Este año 2004 -en que el drama de nuestra adolorida
Republica a sido proyectada de la manera la más
espectacular en la escena internacional, son los
ciudadanos de Haití- son educadores, profesionales,
miembros de las organizaciones de derechos humanos,
quienes reclaman este reconocimiento hacia su nación,
señalando para tal distinción a uno de sus hijos que
ha consagrado largos años de su vida a la lucha por la
paz y cuyo combate y renombre van mas allá de esta
isla.

También los representantes de los pueblos del Sur, del
África y de la diáspora africana reclaman
situar a Haití en el podio de la dignidad universal.
Con este gesto pueden ser recompensados los numerosos
aportes generosos a la causa de la humanidad, hechos
por este pueblo pionero de la libertad. Pero también
que tan alto precio paga por la audacia que
constituyo el hecho de haber sido fundadora de la
emancipación humana y republicana en América.

La humanidad solidaria de todos los continentes, de
todas las sensibilidades, se sentiría aliviada y
recompensada por esta muestra de esperanza por futuro
de Haití, significativo palmares a una destacada
figura del combate universal por la libertad, el pan y
la paz, surgida de esa encrucijada de la historia y
del mundo.

El Comité Haitiano de Promoción de la candidatura de Gérard Pierre-Charles al Premio Nobel de la Paz 2004 le invita enviar solidariamente la iniciativa a las siguientes direcciones:

– Geir Lundestad Director del Instituto Nobel Noruego

gl@nobel.no

– Instituto Noruego Nobel

postmaster@nobel.no

– Comité Haïtien Nobel GPC

nobel_gpc_2004″yahoo.fr»

Por el Comité Nobel Haitiano

Chavanne Jean-Baptiste, dirigente del Movimiento
Campesino Nacional
Jessie Robert, presidente de la Federación de
Estudiantes Universitarios
Marie Laurence Jocelyn Lassègue, profesora de
Letras, periodista, militante feminista, Ex-Ministra
de Información y Cultura
Jean Frédéric Lavaud, secretario general de la
Confederación Nacional des Educadores de Haití
Pierre Lespérance, director de la Coalición
Nacional de los Derechos Humanos
François Mezilien, Asociación de Minusválidos de
Haití

Annol Philidor, presidente de la Red de
Cooperativas Cafetaleras de la Región Norte

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