Un poquito de tanta verdad
RW
De tanta verdad triste y lejana; verdad que cubren, evitan, niegan. Hacen como que la ignoran, pero no la pueden ignorar. Es entonces cuando, sin toques de clarín, pesarosa a su modo, la memoria recobra sus fueros. La memoria. Porque si la violencia pare a la historia, no es la violencia del que nace –del tiempo que nace–. Es la violencia del tiempo que muere. Oaxaca es la última prueba.
El verde de la sierra, las rojas tierras de Oaxaca y el Pacífico que siempre viene de más lejos son parte del paisaje oaxaqueño; en él las ruinas de viejas culturas, en él cuando la lluvia de los meses sin erre, hacia lo alto, anida o crece a ras del suelo en las hondonadas la carne de dios. Como si la pobreza fuera un requisito sine qua non para la mansedumbre, mansa parecía la sociedad de Oaxaca.
Ninguna sociedad es mansa, empero, y ninguna se define por la pobreza resultante de la explotación. La pobreza describe al estado en que se vive, un estado forzado, e incita a la rebelión. En cuanto a la explotación, no hace más que subrayar cuan ancho es el sendero de las reivindicaciones.
Así que en el verano de 2006 la capital de Oaxaca se puso a hervir, y Un poquito de tanta verdad recoge algunas formas de cómo hirvió, de cómo se desarrolló una sublevación popular no violenta. El filme no recoge los pasos del cansancio por el abandono y la burla cotidiana de los poderes –estatal y federal–. Hace algo más inmediato y quizá más importante: recoge de qué modo la población explotada, masacrada, negada en su calidad humana, fue capaz de organizarse, tomar y utilizar buena parte de la tecnología que la sometía.
Esa tecnología la constituyen los medios de comunicación hasta ese momento, hasta el momento en que decir basta dejó de ser pasivo, dejó de llorar a sus golpeados, apresados y muertos y dio el paso de plena recuperación de identidad. Los profesores en huelga, sus alumnos, los indígenas que siempre parecen callados, los campesinos y las mujeres, que dejaron el comal enfriarse, todos, salieron a la calle y actuaron.
Más de una docena de estaciones de radio, un canal de TV, pintadas, afiches, efímeras obras de arte y artesanía fueron usados para comunicar y recibir, para moverse y no ceder. Y el Estado, que movilizó tropas, soltó espías, ofreció dádivas se estrelló contra la voluntad y determinación de un pueblo que había comenzado a mirarse con sus propios ojos. La voluntad, la experiencia y el respeto de la realizadora Jill Irene Freidberg nos acerca y, en cierta forma nos permite acceder a un rico y fecundo proceso social.
El documental se presentó en el XXIII Festival de cine latinoamericano de Trieste, Italia (http://www.cinelatinotrieste.org) y –con otras películas– es parte de la oferta al público de Arcoiris TV por la gentileza de sus productores y realizadores.
Ficha técnica
Título en inglés: A little bit of so much truth
Dirección: Jill Irene Freidberg
Guión: Jill Irene Freidberg
Fotografía (color): Jill Irene Freidberg y miembros del grupo Mal de Ojo
Montaje: Jill Irene Freidberg
Música: James Van Leuven / Plan B
Productor: Jill Irene Freidberg
Producción: Corrugated Films, EEUU, en colaboración con Mal de Ojo, México.
Año de Producción: 2007
Duración: 92.53 minutos.
Para adquirir el vídeo o escribir a la realizadaora: festivalatino@gmail.com