Unasur: en medio de dudas y especulaciones se reúnen mandatarios suramericanos en Santiago
Rivera Westerberg
Los convoca la enredada situación de Bolivia, pero la Unión de Naciones Suramericanas carece institucionalmente de capacidad para intervenir en la crisis. En la tarde del domingo habían confirmado su asistencia a la cita, que tendrá lugar en La Moneda a las 15, los gobernantes de Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Pese a haber manifestado en principio algunas dudas, Evo Morales, de Bolivia, también estará presente. A los prefectos (gobernadores) sediciosos les fue mal: no serán recibidos. José Miguel Insulza, secretario general de la OEA fue invitado de manera especial.
La cuenta oficial –o más bien conocida oficialmente– era hasta el sábado por la tarde de 18 muertos en los enfrentamientos, o causados por los revoltosos, en el este de Bolivia; los conocedores de la situación no vacilan incluso en duplicar ese número de víctimas, otras informaciones pasado el mediodía establecen entre 28 y 31 muertos; los heridos y contusos son incalculables. Si a ello se suma la advertencia de Evo Morales de que está en proceso la generación de un golpe de Estado –precisamente por estos datos de inteligencia, que involucran a personal de la embajada de Estados Unidos en La Paz es que se delaró persona non grata al embajador de ese país– se comprende la urgencia de la convocatoria de la presidenta Bachelet, en la actualidad cabeza de la organización.
UNASUR formalizó su echar a caminar hace muy poco: en mayo pasado en Brasilia. Fuera de los mencionados y del país anfitrión, integran la unión Perú, Paraguay, Surinam. Dijo la presidente chilena que la reunión tiene como tarea ver cómo "podemos tener una actitud positiva y constructiva, que permita acercar las partes, buscar apoyar los esfuerzos del pueblo boliviano y del gobierno boliviano para ir en pos de una garantía de su proceso democrático y la estabilidad y la paz en Bolivia".
Agregó que no pueden "permanecer impávidos ante una situación que nos preocupa". La preocupación es real y son sin duda ciertas también las buenas intenciones expresadas por los presidentes latinoamericanos que, salvo algún curioso silencio o mera expresión protocolar, han cerrado filas manifestando distintos grados de solidaridad con el gobierno boliviano; cabe recordar que Morales fue recientemente ratificado en un referendo.
Las fiebres que podría transmitir el enfermo
Empero hay algo más detrás de la preocupación que galopa por América del Sur y que trasciende, incluso, la permanencia o no de Morales en el Palacio Quemado: si el país se tornara ingobernable –o si llegara a estallar la guerra civil –algo que pocos analistas consideran en lo inmediato– la desestabilización consiguiente podría golpear muy fuerte al menos a la Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Perú, sus vecinos.
A modo de ejemplo: Argentina y Brasil son grandes compradores de combustible boliviano, imprescindible para sus planes de expansión industrial; las fronteras entre Perú y Bolivia son difusas a la hora de impedir el tránsito controlado de personas; Chile tiene pendiente un conflicto más que centenario con La Paz por la cuestión marítima –y en todos ellos ha venido aumentando el flujo migratorio boliviano.
El efecto Chávez y los demás ecuaciones
El más firme a la hora de solidarizar con Evo Morales fue su par venezolano; muchos políticos –en especial en el área del Pacífico– hubieran querido que Chávez fuera menos explícito y violento en su diatriba contra la política de la Casa Blanca, pero es necesario tener en cuenta que casi coincidentemente con la acusación de que se fragua un golpe en su contra emitida por Morales, Chávez afirmó que se planteaba su asesinato y también derrocamiento por la fuerza; las relaciones políticas entre Wáshington y Caracas avanzan hacia un abismo desde que pudo trascender y tomar estado público que funcionarios y agentes estadounidenses estuvieron detrás de la asonada que sacó a Chávez de Miraflores por casi 24 horas hace unos años.
Chávez manifestó que la reuinión de la UNASUR es de la más alta importancia "porque hay que parar la locura del fascismo en Bolivia" e impedir la caída del presidente Morales. El jueves el goibierno de Venezuela dió 72 horas al embajador de EEUU para abandonar el país.
Rafael Correa, presidente ecuatoriano que ha llamado a un referendo –resistido por los sectores de derecha–para aprobar la nueva constitución política de su país, no duda que todos los países miembros de la UNASUR darán "total respaldo al compañero Evo".
Más cauto, el cuestionado primer mandatario de Colombia, Armando Uribe –probablemente coincidiendo con el predicamento de Wáshington– se limite durante el proceso formal del encuentro a aconsejar prudencia y apoyo oficial a la institucionalidad boliviana, cautelando los principios democráticos. Hace poco, y sin duda nadie lo ha olvidado, fuerzas armadas colombianas entraron a sangre y fuego en territorio ecuatoriano para dar caza –y asesinar– a un comando de las FARC que, desde la pensada seguridad que brindaría la frontera, negociaba la liberación de Ingrid Betancourt y otros presos de la guerrilla.
"Hay que tener en claro que no tenemos derecho a tomar ninguna decisión sin que estén de acuerdo el gobierno y la oposición de Bolivia", declaró Lula con pragmatismo, pero enviando del mismo modo un mensaje a las partes en conflicto. Brasil es una entre las 12 economías más sólidas del mundo y sin duda el país de mayor poderío, en todos los órdenes, en el sub continente –amén de que sería el más perjudicado si Bolivia estallara.
No llamó la atención que Alan García se excusara de asistir. Perú enfrenta un serio problema con Chile por la delimitación de la frontera marítima con este país, sus relaciones con La Paz están en un cono de media luz y entre Chávez y el presidente peruano la paz establecida es sólo formal. La Cancillería peruana manifestó que García no puede asistir –irá el ministro de RREE– porque por estos días tiene agendada una visita a Brasil… Pero Lula estará en La Moneda.
Golpistas marginados
Los prefectos opositores a Morales, y a los que se acusa de querer la secesión de Bolivia y armar grupos paramilitares que podrían ser entrenados por especialistas en terrorismo israelíes, solicitaron por escrito a la presidente Michelle Bachelet participar de la reunión para que los primeros mandatarios tuvieran la oportunidad de conocer las versiones de ambas partes.
La respuesta fue negativa: no se les puede dar estatus de gobernantes nacionales a autoridades locales, algunos de los cuales lidian con una fuerte oposición, como quedó en evidencia con ocasión del referendo revocatorio.
Más allá de especulaciones
El drama que envuelve a la sociedad boliviana es lo suficientemente serio como para dar por sentado que la reunón de hoy de Santiago no tendrá ribetes de "turismo político"; esto despierta alguna expectativa y por las capitales suramericanas rumores y especulaciones van y vienen, pero lo cierto es que el encuentro presidencial sólo podrá tener –si lo consigue– un efecto de presión moral para detener la absurda rebelión de la "Media Luna" boliviana.
Estados Unidos tendrá, qué duda cabe, en Uribe a su mejor portavoz mientras el canciller peruano intentará mantener el equilibrio entre esa posición y la más proclive a Morales, que encabezarán Chávez, Correa y Lugo, del Paraguay.
El gobierno argentino mantiene una conducta de respeto absoluto a las normas democráticas y en ese aspecto se apresuró a solidarizar con Morales, pero en las 36 horas previas a la reunión, la Casa Rosada ha sido cauta y discreta; no debe olvidarse,por otra parte, que el gobierno argentino mantiene una tensa discrepancia con autoridades policiales y políticas estadounidenses, que acusan a la señora K de haber recibido dinero de Chávez para financiar su campaña electoral, no "defender" debidamente la Triple Frontera –área donde conviven paraguayos, brasileños y argentinos y que para organismos de espionaje norteamericanos es un "nido" de terroristas y refugio americano de Al Qaeda.
Y después está el asunto –próximo a plantearse– del Acuífero Guaraní, uno de los recursos de agua potable subterránea mayores del mundo y codiciado por ya sabemos quienes. El acuífero lo comparten territorialmente Brasil, Paraguay y la Argentina.
En suma: una prueba, la primera y también decisiva, para la UNASUR, cuyo propósito inicial –confeso o no– fue sentar las bases de una organización supranacional que pudiera con el tiempo reemplazar a la OEA, conocida más como el Ministerio de Colonias americanas de EEUU.
Las preguntas reales sobre el tapetede lo inmediato son –trasciende lo anecdótico la primera–: ¿podrá en las próximas horas Chávez sujetar su retórica sin perder su impulso crítico? Y la segunda: ¿tendrán visión de estadistas los reunidos? Bien puede el futuro de América depender de las respuestas que den.