Uruguay discute. – EL DEBATE HONESTO NO DEBILITA, FORTALECE

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Por más incomoda que sea la verdad, ésta no debería esconderse debajo de la alfombra. Lo cual no sirve ni para corregir el presente ni para construir el futuro. Por eso y por considerar «que quien calla otorga» hemos decidido hacer una serie de precisiones.

Uno. Turiansky ­fundador de la CNT y del Frente Amplio­ plantea que agudizar las contradicciones del Frente Amplio (FA) «conspira contra la unidad». Y afirma: «La disputa no es en la interna del FA sino en relación a las clases dominantes, con las que sí hay que diferenciarse. (…) la lucha ideológica hay que darla en todos los ámbitos, pero debe pararse cuando pone en peligro a la unidad»(1).

¿En qué bloque ubicaría el compañero Turiansky a los que desde el gobierno impulsaron un TLC con Estados Unidos, en el bloque hegemónico o en el bloque alternativo? Ese tratado fue apoyado por las clases dominantes, desde las cámaras empresarias, los medios de comunicación y los partidos tradicionales. Parecería muy difícil fundamentar que eso es el bloque alternativo. Por el contrario, la concepción que fundamentó la unidad de la CNT y del FA se expresó en la oposición al TLC del movimiento sindical, cooperativistas, sectores importantes de la intelectualidad y la mayor parte de los partidos de izquierda, como terminó por asumirlo el Presidente de la República ante esta correlación de fuerzas.

Es difícil sostener que los que buscan profundizar la relación con los Estados Unidos y los que están por la unidad latinoamericana pertenecen al mismo bloque. El gobierno nacional incluye sectores representativos del bloque alternativo, a la vez que siguen existiendo en sus filas dirigentes y fuerzas que expresan los intereses del bloque dominante. En ese sentido, la disputa con las clases dominantes es también necesariamente una disputa al interior del gobierno.

Compartimos que lo ideal sería, como propone Turiansky, profundizar el programa y ampliar las alianzas. Los porfiados hechos, sin embargo, demuestran lo contrario: se debilita el programa para captar votos y aliados, en el centro político, a la vez que se profundiza la dependencia con una búsqueda obsesiva, casi obscena, de inversores extranjeros que solo persiguen maximizar sus ganancias.

Dos. La descripción y explicación de la realidad que realiza la Rediu y sus integrantes ­tal como el trabajo de Joaquín Etchevers sobre la distribución del ingreso y la pobreza­ (2) no se corresponde con el país «real» que analiza Estaban Valenti (3), quien enumera ­luego de pedir a los uruguayos que «recuerden» las calamidades económicas y sociales provocadas por anteriores gobiernos­ los logros del gobierno actual sin ningún fundamento estadístico ni documental.
Valenti se refiere, correctamente, a los aciertos del gobierno en la defensa de los derechos de los trabajadores y a la recuperación de un mayor equilibrio en las relaciones laborales.

Pero no dice que el salario mínimo nacional ($ 3.416) no permite que el trabajador que cobre ese sueldo (y son muchos) no supere en Montevideo la línea de pobreza ($ 5.075). Tampoco dice que los trabajadores y pasivos que no pagan IRPF no ganan, en general, lo suficiente para superar la línea de pobreza. Tampoco da cuenta de la falta absoluta de participación de los trabajadores en las grandes reformas que ha impulsado el gobierno, ni el fracaso del «Compromiso Nacional por el Empleo, los Ingresos y las Responsabilidades».

Nada dice de la inexistencia de un proyecto de país productivo, ni de la extranjerización de la tierra, ni del atraso cambiario, ni de la inflación creciente, ni de la cuarta parte del presupuesto nacional que se destina al pago de los intereses de la deuda externa.

Plantea los riesgos de una derrota electoral del FA: «La restauración dará cuenta de todo eso, porque la derecha y la centro derecha vuelven para tratar de liquidar a la izquierda, al progresismo y la batalla cultural pasará por todos lados».

Compartiendo la necesidad de luchar para que vuelva a triunfar el FA, evitando así una restauración contraria a los intereses populares, no podemos dejar de precisar y remarcar que hay ámbitos, como el económico, donde la temida restauración sería innecesaria, porque el gobierno actual no rompió con el pasado, por el contrario, lo profundizó como demuestra el modelo económico ortodoxo que se está aplicando.

Valenti no percibe la magnitud de los errores cometidos por eso no puede comprender que no haya proporción «entre lo que hemos logrado en estos 3 años de gobierno… y el apoyo político que tenemos», e invierte causa y efecto al decir «no hemos hecho suficiente política, porque hay demasiados mudos y demasiados murmurantes en los rincones, hay demasiados remando en un barquito en su propio laguito…».

Estamos de acuerdo en que se necesita «un Frente Amplio en movimiento». El problema es cómo hacerlo, cómo convocar. ¿Acaso puede convocar la extranjerización de la tierra, la desigualdad del ingreso, los aplausos del FMI y el Banco Mundial, el pago más que escrupuloso de una deuda externa que nunca fue auditada?

Quien piense que con el acceso del FA al gobierno se acabó la historia y la lucha ideológica, que sólo cabe acatar y aplaudir, está en un profundo error, seguiremos luchando por una sociedad sin explotados ni explotadores. Por eso, al abandonar los fundamentos históricos básicos del programa de la izquierda uruguaya y al inhibir la participación social, muchos, demasiados, leales frenteamplistas han optado por el silencio.

Tres. Valenti, como buen publicista, amenaza con la imagen de «Tabaré Vázquez entregándole la banda presidencial a Larrañaga o a Lacalle». Coincidimos totalmente con él en que esto sería un enorme fracaso, pero hay que ampliar el análisis: ¿quiénes son los responsables? ¿Cuál es la manera de superar la situación?

Para nosotros la responsabilidad no cae sobre aquellos que con espíritu crítico señalan errores y aciertos, la responsabilidad recae en quienes han cometido errores graves desde la conducción del gobierno, tales como la aplicación de una reforma fiscal «dual» a favor del capital y en contra del trabajo. En quienes financian el Fondo Nacional de Salud sólo con el aporte de los trabajadores pretendiendo, inclusive, que estos pierdan derechos adquiridos. Olvidando, o ignorando, que la clase media uruguaya está mayoritariamente integrada por trabajadores cuyos ingresos son fuertemente afectados por estas reformas.

Para superar la actual situación de debilidad y lograr avanzar en un proyecto que concrete las promesas electorales hacia cambios de fondo es necesario desplazar de la dirección del gobierno a aquellos que representan los intereses de los sectores dominantes, a la vez que, simultáneamente, se elabore con el pueblo una propuesta programática y se construyan las alianzas necesarias para que el FA pueda ganar las elecciones de 2009.

Notas

(1) Vladimir Turiansky, entrevista en «La Diaria», 3-03-08.
(2) Joaquín Etchevers, «La distribución del Ingreso en el período 2005/2007 con referencias a tendencias de más largo plazo.», 12-02-08, (www.rediu.org).
(3) Esteban Valenti, «Tiemblen uruguayos, tiemblen», Bitácora, 07-02-08.

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* Docente universitario, sindicalista y miembro de la Red de Economistas de Izquierda (REDIU).
Publicado en La República, Montevideo, el 9 de marzo de 2008.

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