Uruguay negocia un TLC con China por fuera del Mercosur
El presidente uruguayo Luis Lacalle anunció con bombos y platillos que el estudio de factibilidad de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China concluyó de forma “positiva”. En lo estrictamente formal, no es otra cosa que el inicio de unas negociaciones que hasta el propio mandatario asume que quizá no se plasme en la realidad, al menos durante su período de gobierno.
Tras diez meses de análisis, un equipo negociador integrado por funcionarios de los ministerios de Relaciones Exteriores y Economía y Finanzas para un TLC con China, evaluó que un potencial acuerdo es “beneficioso” para ambos países. Por lo tanto, ahora empezarán formalmente las negociaciones para un TLC.
Tal estudio consiste en prever qué efectos positivos y negativos podrían producirse para los distintos sectores de actividad. Por ejemplo, en este caso y del lado uruguayo, los beneficios para algunos exportadores y los perjuicios para quienes deberían afrontar, en el mercado local, una mayor competencia de productos chinos, señaló el analista Marcelo Pereira.
Esta opinión preliminar significa que, a juicio del Poder Ejecutivo, las ventajas para Uruguay pueden ser mayores que las desventajas, pero resulta imposible opinar al respecto. El presidente afirmó que, tras “un análisis exhaustivo”, disponía de un “enorme listado de temas que pueden estar incluidos en el tratado”. Cuáles serán incluidos y cuáles no, dependerá de la negociación aún no iniciada. Nada dijo sobre quiénes podrían ser los ganadores y los perdedores, ni mencionó cifra alguna, añadió Pereira.
La estridencia y oportunidad del anuncio se explica en la caída de la percepción positiva del gobierno de la coalición derechista de gobierno y del propio presidente, en cuya administración la criminalidad ha aumentado peligrosamente. “Estratégicamente” no conviene divulgar ahora el estudio, y tampoco se sabe cuánto tiempo puede llevar la negociación, dijo Lacalle.
La prensa oficialista lo presenta como un éxito, como “un logro político que el presidente y el canciller Francisco Bustillo podrán sacar a relucir, al cruzar esa frontera imaginaria que suponía la imposibilidad de negociar acuerdos comerciales por fuera del Mercosur”, según El Observador. Se trata de procurar expandir todo lo posible las fronteras de lo que le está permitido hacer a un país pequeño del Mercosur como Uruguay sin que ello implique romper con sus socios de la región, añadió.
A esta altura del período de gobierno ya hubo muchas oportunidades para aprender a ser precavido ante los anuncios del Poder Ejecutivo, y hasta se podría decir que la precaución debe ser directamente proporcional a la importancia de los temas abordados, y a la magnitud de otros problemas de los que puede convenirle desviar la atención, señala la diaria.
En setiembre de 2021, el anuncio de Uruguay sobre el inicio de negociaciones con China para buscar un acuerdo bilateral de Tratado de Libre Comercio (TLC) fue recibido con cautela e «inquietud» por los socios del Mercosur, acuerdo subregional que blande la regla del consenso para tratados con países extrazona.
“Ustedes saben que desde que asumió el gobierno hemos tenido una política de relaciones exteriores de vinculación con el mundo con una vocación netamente aperturista. Somos pertenecientes al Mercosur, pero hemos insistido de que el Uruguay tiene que abrirse al mundo y establecer todo tipo de acuerdos con distintas naciones”, dijo Lacalle al hacer el anuncio de esta nueva etapa de negociaciones.
En mayo, Lacalle dijo que Uruguay tiene que romper con el “corset” del proteccionismo del Mercosur y advirtió a sus socios que, si no lo acompañan, “con gusto” los uruguayos irán “solos”, aunque señaló que no es un “enamorado” de los tratados de libre comercio.
“Lo que le decimos a la Argentina, lo que le decimos a Brasil es ‘entendemos que a veces tienen cierto proteccionismo’, somos la quinta región más proteccionista del mundo, pero Uruguay tiene que romper con ese corset”, dijo Lacalle en una entrevista telemática en el ciclo Democracia y Desarrollo, en Buenos Aires.
No importaron las advertencias de Argentina, no lo detuvo la frialdad de Brasil, ni lo frenó la dinámica de presiones sobre geopolítica y la incidencia en la región de la segunda potencia económica mundial: el presidente uruguayo decidió acelerar en acuerdo comercial con la República Popular China y avanza en ese sentido, señaló el conservador diario argentino La Nación.
En el propio partido oficialista (Partido Nacional), comenzaron a alzarse las voces, alertando sobre el impacto que podría tener un acuerdo de esta naturaleza en este momento.
En abril, el presidente de la Cámara de Diputados, Ope Pasquet, del Partido Colorado (integrante de la coalición derechista de gobierno), pidió «discutir serenamente» la conveniencia de una eventual firma de un TLC con China. «Es evidente que en este nuevo escenario internacional un TLC entre Uruguay y China no significaría lo mismo que hubiera significado hace uno o dos años», aseguró al semanario Búsqueda.
Las relaciones intraMercosur
La comunicación se dio tan solo un mes después de que Uruguay reentablara su relación con Brasil, luego de una serie de desencuentros con el gobierno de Jair Bolsonaro debido al bloqueo uruguayo a la rebaja del Arancel Externo Común (AEC) el Mercosur y pocos días antes de que Lacalle Pou viaje a Asunción para sentarse por primera vez en una misma mesa junto a Alberto Fernández, Jair Bolsonaro y Mario Abdo Benítez, los socios del Mercosur.
En su editorial, la diaria señala que las dificultades previsibles en el marco del Mercosur son en la actualidad aún mayores que hace diez meses. En aquel momento el presidente confiaba en que Brasil aceptaría, contra la voluntad de Argentina, que Uruguay negociara por su cuenta con China o con cualquier otro país ajeno al bloque, a cambio del apoyo uruguayo a una rebaja del arancel externo común.
Pero lo que pasó fue muy distinto ya que Brasil y Argentina acordaron en forma bilateral una disminución más bien simbólica de ese arancel, Uruguay se opuso, nadie le ha dado la menor esperanza de la “flexibilización” que reclama, y no parece nada probable que Jair Bolsonaro corra riesgos tres meses antes de las elecciones en las que enfrentará a Lula, añade.
Las relaciones del gobierno uruguayo con el argentino no son buenas. El tema ya provocó un cruce virtual con Fernández en la cumbre que celebraba los 30 años de la alianza, y ahora volverá a transformarse en un asunto central de la reunión de mandatarios, es que Argentina y Paraguay rechazan que Uruguay esté negociando de forma individual, lo que prohíbe expresamente el acuerdo constitutivo del Mercosur.
Paraguay, no tiene relaciones con China –reconoce a Taiwán– y su concentración de exportaciones dentro del bloque lo lleva a desconfiar de las vocaciones aperturistas y flexibilizadoras como la de Uruguay. Brasil, por su parte, pareciera ser el mayor aliado del gobierno de Lacalle en la región, aunque está la incertidumbre de qué ocurrirá en las elecciones de octubre, donde el expresidente progresista Lula da Silva puntea ampliamente en las encuestas.
Antes del anuncio, el canciller Bustillos informó a los países acerca de los resultados del estudio. “Seguramente esto sea motivo de conversación en la cumbre los próximos días”, reconoció Lacalle, que igual definió la situación como “alentadora”. Destacó que todos los anteriores presidentes habían buscado firmar un TLC y dijo que por ser un tema que influirá en las próximas administraciones había llamado a los líderes políticos para ponerlos al corriente.
China y Uruguay
Uruguay ha venido acercándose a China desde 1988, cuando en el primer gobierno de Julio María Sanguinetti se iniciaron las relaciones diplomáticas, aunque la ventana para firmar fue abierta por el presidente frenteamplista Tabaré Vázquez en 2016 en un viaje a Beijing en el que recibió la «bienvenida» al acuerdo comercial. Su gobierno se concentró en obtener el aval del Mercosur, algo que no ocurrió, echando por el camino esa posibilidad.
La última administración frenteamplista sí dejó avanzados varios informes técnicos que ahora funcionaron como base para el estudio de factibilidad. Incluso, uno de los coordinadores de los equipos actuales, el economista Juan Labraga –director de la asesoría de Política Comercial del Ministerio de Economía y Finanzas–, participó en la redacción de esos documentos.
El gobierno uruguayo no prevé publicar el estudio de forma completa: “Hay algunos elementos propios de la negociación que uno va por aproximaciones sucesivas”, argumentó el presidente acerca de las razones de la reserva.
China es el principal socio comercial de Uruguay y representa el 30% de las exportaciones. El año pasado, compró productos por más de 3.200 millones de dólares, con un crecimiento interanual de 59%. La carne es el principal producto (45% de las exportaciones), aunque también se destacan la venta de madera, lácteos, celulosa y soja.
Las importaciones de China, en tanto, alcanzaron 1.996 millones de dólares en 2021. Los productos principales son químicos, electrodomésticos y vehículos. China tiene una inversión importante en materia de infraestructura en Uruguay: está construyendo el cierre del anillo de trasmisión del norte, una línea de 500 kV que unirá Tacuarembó con Salto, con un costo total de unos 207 millones de dólares.
Además, un astillero chino está participando en la licitación para la compra de dos OPV de la Armada, y está pendiente la ratificación en el Senado de un acuerdo de cooperación en Defensa.
El TLC con la UE
Por otro lado, se sigue negociando el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, que nuevamente levantaron voces de alarma. Frente a la crisis de alimentos y energía, derivadas del conflicto bélico, en el seno del bloque continental vuelven a posar sus ojos en América Latina, con el objetivo de lograr avances que conduzcan a la ratificación del acuerdo con el Mercosur.
Mónica González, diputada española al Parlamento Europeo, afirmó que “el impacto de la invasión rusa está rompiendo paradigmas en el Parlamento”, por lo que deseó que la Comisión Europea “vuelva a mirar a América Latina” para fortalecer los vínculos con los países de la región.
Para reflejar el “mutuo beneficio” que generaría el acuerdo, funcionarios europeos indicaron que la invasión y las posteriores sanciones provocaron una pérdida comercial de 350.000 millones de euros. “Más de la mitad de esas pérdidas se podrían recuperar fortaleciendo las relaciones con el Mercosur”, destacaron.
Mientras, Jean Paul Seytre, embajador de Francia en Uruguay llamó a no «subestimar» las preocupaciones ni la fuerza de la opinión pública europea en cuestiones medioambientales. Dijo que espera que el acuerdo con el Mercosur avance con garantías medioambientales.
*Periodista uruguayo, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)