US$ 45.000 millones: el dinero del hambre
Según la Organización Internacional para Migraciones y otros institutos de estudios internacionales, las remesas enviadas a sus familiares por los latinoamericanos y caribeños que trabajan en el exterior contribuyen de una manera importante a los estimadas del crecimiento económico eventual para la región en 2004, que se calcula en un 4.5 por ciento.
Los datos surgen de un informe para los delegados a la Conferencia de las Américas, que comenzó hoy jueves en Miami, EEUU. El informe estima que a fines de año el total de los giros particulares remitidos a Latinoamérica y los países antillanos desde Europa y principalmente EEUU podrá sumar -en estimación de Donald Terry, funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)- unos US$ 45.000 millones de dólares.
Según este documento América Latina y el Caribe reciben más dinero de su fuerza de trabajo en el exterior que por la ayuda extranjera y las inversiones foráneas combinadas, las que en 2003 totalizaron alrededor de 29.000 millones de dólares. Ése año no menos de US$ 38.000 fueron recibidos por los países latinoamericanos de sus emigrantes.
Los documentos sostienen que las exportaciones de petróleo todavía significan más dólares frescos para la región, pero las remesas probablemente contribuyen más al crecimiento económico, la creación de empleos y al alivio de la pobreza.
Como promedio, cada trabajador latinoamericano en EEUU -con visa de trabajo o con residencia ilegal- gira entre US$ 200 y 300 a su familiares todos los meses, pagando no menos de 15 a 30 dólares en cada ocasión. El BID estudia poner en marcha mecanismos reducir las comisiones de las agencias y las tasas de cambio de divisas para aumentar el flujo de dinero en efectivo.
El informe no considera el significado -o la importancia- que reviste para las economías receptoras el trabajo de los extranjeros, en general peor pagados -por la misma o similar actividad- que los nacionales o dedicados a actividades que aquellos no están dispuestos a realizar, precisamente por la presencia de los emigrantes. El BID calcula que la cantidad de las remesas se elevará a US$ 300.000 millones en la próxima década; esto es, que crecerá a un ritmo anual de entre el siete y el 10 por ciento.
Números, datos
Los envíos a una media docena de países del área -Haití, Nicaragua, El Salvador, Jamaica, República Dominicana y Guyana- representan más del 10 por ciento del producto interno bruto de cada uno: Haití el 17, Nicaragua 14.4, El Salvador 12.6, Jamaica 11.7, República Dominicana 10, y Ecuador también el 10 por ciento del PIB.
México recibe la mayor cantidad de dinero de sus emigrantes, no menos de US$ 6.800 millones, aproximadamente a lo que recauda anualmente el turismo, casi el doble que sus exportaciones agrícolas y dos tercios de las ganancias de la industria petrolera. En el segundo lugar de este recuento de la miseria se encuentra Brasil, con 1.900 millones, y en tercero República Dominicana, con 1.750 millones.
En Wáshington Diálogo Interamericano, uno de los tantos organismos de análisis de la región, estableció que al menos una de cada cinco personas adultas recibe dinero enviado desde el extranjero en El Salvador, Guatemala, Jamaica, Bolivia, República Dominicana y México.
Aumenta la cesantía
América Latina no dejará de enviar trabajadores -especializados, no especializados, profesionales y académicos- al mundo desarrollado. La razón es que no ceden los porcentajes de cesantía en los países del subcontinente pese a que se observa un principio de reactivación económica en algunos de ellos y aumentan las ganancias de las grandes empresas, corporaciones internacionales y el área de las finanzas.
Este fenómeno, denominado recuperación sin empleo, es particularmente visible en Chile, pese al optimismo de que hacen gala las autoridades de gobierno y los representantes de los grandes conglomerados empresariales privados. En Perú, Argentina y México el panorama es similar; a lo que se suma, como en Chile, los salarios más bajos en décadas.
La Organización Internacional del Trabajo ha señalado sólo un limitado crecimiento del empleo en Brasil y Venezuela, país en que los altos precios del petróleo y un alza en el gasto social del Gobierno genera puestos de trabajo.
Los cálculos más optimistas pronostican un descenso del desempleo menor al uno por ciento, frente a la cesantía oficial que fue en 2003 del 11.1 de la población económicamente activa en las nueve mayores economías latinoamericanas, aunque situando aun el desempleo en dos dígitos: 10.6 por ciento para este año.