Ustedes pongan los Twitter, nosotros suministraremos la infoguerra

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Jack Z. Bratich*

Los acontecimientos e intrigas que se suceden en Honduras opacan, por decirlo de algún modo, lo que ocurre en el llamado avispero iraní, protagonista o víctima de la quizá más grande y tendenciosa operación para manipular a la opinión pública mundial desde el desguace de Yugoslavia. Es conveniente no dejarse arrastrar en persecución de la improbable olla democática y de bienestar que –aseguran– late al final del arcoiris mediático tecnológico. Veamos.

Todos podemos recordar un momento en que miramos al cielo y usamos nuestra imaginación para ver formas familiares en las nubes. En la sabiduría popular, los videntes practican la aeromancia, un acto adivinatorio que involucra la observación de fenómenos atmosféricos, y la nefomancia:  adivinación mediante el estudio de las nubes.

Lo que presenciamos en la situación iraní se parece a esa práctica, sólo que las nubes están hechas de información. Esta "infósfera" no es lo mismo que el viejo cuento, la “niebla de la guerra.” Es más bien lo que yo llamo la máquina de humo de la guerra, y sus analistas practican la infomancia.

La gente ve sus esperanzas, temores, y sus sombras en esa bruma de datos. Una de esas afirmaciones basadas en la fe es que más información equivale a más democracia. No es sólo que los observadores consideren que las protestas contra el régimen sean democráticas, sino que creen que el uso de medios sociales es inherentemente democrático (es decir más libertad de expresión). Pero tempranamente nos dieron el aviso oficial en el gobierno de Obama de que la ciberguerra es una amenaza renovada, así que ¿por qué no prestar atención y comprender que Irán es un caso de guerra?

En ese sentido, más información es igual a más infoguerra; más información significa más desinformación. La propaganda solía venir impresa y era lanzada desde el aire. Ahora es diseminada lateralmente por redes entre iguales, creando una desinfósfera de abajo arriba.

¿Qué sucede entonces?

Gotitas de información son absorbidas por medios noticiosos más tradicionales. Las noticias por cable ahora funcionan como un mecanismo que selecciona de una bruma de información no verificable y amplifica sus selecciones. CNN parece ser el mejor ejemplo. Por lo menos son francos al respecto: un presentador anunció una historia diciendo que nos presentaría informes “verdaderos o no.”

Jack Cafferty señaló que la información desde Iraq era “en vivo, pero nebulosa.” Incluso su segmento original sobre la mártir verde Neda, comenzó con la advertencia: “Los hechos que rodean su vida y su muerte son difíciles de confirmar.” Esto no impidió que repitieran el estridente espectáculo tan a menudo que habría que compararlo con la miserable cobertura de cientos de miles de víctimas iraquíes y afganas de la agresión estadounidense.

El periodismo profesional ha sido criticado durante año por depender de manera desproporcionada de fuentes oficiales. Con el caso de Valerie Plame y otras aventuras de la esfera secreta, la dependencia de los periodistas en personas informantes anónimas también estuvo bajo escrutinio. En Irán, las fuentes anónimas son recubiertas de “poder popular”. La pregunta sigue siendo: ¿son realmente personas informadas?

¿Está la gente usando Twitter desde las calles o desde otros países? ¿Son testigos presenciales o espías con ipod? Tal vez esos medios noticiosos podrían seguir el ejemplo del programa-tabloide de entretenimiento televisivo ¡Extra!, que por lo menos hace un intento de ordenar la información en un segmento regular llamado  Rumor Control (Control de Rumor).

Un efusivo "twitterante" de CNN, Ali Velshi, reconoció que el mayor problema es obtener la historia verdadera.  En un gesto hacia el poder y a los problemas de subcontratar las noticias y los problemas a la multitud, admitió: “Somos tan buenos como ustedes.” Bueno, si es así, tenemos un asunto serio: CNN debiera mantener su programa semanal Reliable Sources (Fuentes Fiables), pero referirse a sus restantes 167 horas semanales como Fuentes poco fiables.

Deliberadamente o no, esas redes noticiosas parafrasean las famosas palabras supuestamente telegrafiada por William Randolph Hearst, actualizándola para la era digital: “Ustedes pongan los Twitter, nosotros suministraremos la infoguerra”.

Mientras tanto, actores clave en el levantamiento iraní siguen en las sombras. Tomemos a Mustafá Hassani, a quien The Nation llama “el portento al que se le ocurrió la idea de usar el verde.” El Guardian del Reino Unido le concede un papel más importante que el de diseñador gráfico residente, al señalar que “dirige la campaña verde de Mousavi.” Un poco de investigación básica no revela casi nada más sobre ese tenebroso personaje. Se podría pensar que una figura tal llamaría más la atención, pero es lo que pasa cuando la "infomancia" es realizada con mediocridad: a veces se ignora lo importante a fin de proteger los propios deseos.

Resumiendo: la esencia misma de la noticia (¿cuándo, dónde, quién, qué?) ya no es verificable. Sin embargo, el “por qué” parece relativamente claro para los eruditos, presentadores, y otros informadores. Persistentes fantasías de la Guerra Fría dominan sus visiones, ahora con un giro teocrático: Poder Popular contra Puños de Hierro, Democracia contra Dictadura, Libertad contra Represión. Lo que se descuida es el control suave de la guerra de la información. Podríamos llamarlo un Puño ciborgánico  con guante de terciopelo. O tal vez de cuero: ¿alguien recuerda la película Dr. Insólito (Dr. Strangelove)?


* Profesor de Periodismo y estudios de medios en la Universidad Rutgers, EEU.
Publiado originalmente en inglés en CounterPunch (www.counterpunch.org).
En Progreso Semanal.

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