Vaticano: internet al confesionario

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Algunos años atrás la lógica del papado mostró su inflexibilidad: desear a la propia cónyuge, tener pensamientos lujuriosos acerca de los encuentros maritales constituye pecado. El sexo y la sexualidad penan. Según la revista Familia Cristiana el adulterio se perfecciona ya no sólo en lugares más o menos discretos -lo que en Argentina llaman bulín– sino además por la vía virtual: léase internet.

Con las computadoras la electrónica luce un casillero en alguno de los paisajes del infierno y los internautas una ampliación del listado de las tentaciones. Y no por visita pecaminosas salas de debates y encuentros en el mundo virtual; bastarán esos clics que permiten bajar al disco duro (tal vez por eso de que si es duro será proclive al pecado) temas musicales, películas y software licenciado por alguna trasnacional.

Llamó la atención de la cristiandad la determinación de un grupo de teólogos católicos -congregados en Roma para intervenir en la Conferencia Episcopal Italiana- el llamado para que los fieles tengan presente en el confesionario los pecados cometidos durante sus navegaciones por internet. Como bajar música en forma ilegal o usar programas sin la correspondiente licencia; esto es: sin pagar por ello.

La reunión de expertos tuvo lugar primero en el santuario San Gabriele, en Teramo, y luego en la Universidad Lateranense de Roma, donde se llevó a cabo un seminario sobre los medios de comunicación y sus efectos en la familia.

Internet, cosa maligna; si gratis, peor

En Teramo, 40 teólogos venidos de diferentes países discutieron acerca de cómo Redescubrir la cara de Cristo en el sacramento de la penitencia, analizando la crisis que afronta el «sentido del pecado». Las intervenciones abrieron paso a la conclusión de que el agite de la vida contemporánea, la moda, el uso indiscriminado de los medios electrónicos y la internet, en fin, el sentimiento de pecar se relativizó, entró en decadencia.

Para rescatar al viejo compañero de la humanidad, los asistentes consideraron una lista de nuevos modos de pecar. A la cabeza de esta base de datos figura, desde luego, el diseño de páginas porno, pero también el uso que de ellas hacen millones de personas.

Como -se sabe desde hace algunos siglos- la Iglesia suele tenderle alguna mano al príncipe, entre los pecados de los internautas la Conferencia Episcopal incluyó, por ejemplo, el uso de programas sin pagar la correspondiente licencia, la creación y difusión de virus informáticos, el envío de correo electrónico anónimos, de spam o con direcciones y datos falsificados, bajar de la red música o películas ilegalmente y robar programas informáticos. No quedaron excluidos aquellos que se proveen de identidad falsa o mienten sobre sus personas, en los sitios de encuentro.

Los hackers no se la llevaron de alivio. Los obispos recordaron que el Catecismo católico, en el número 2409, comenta el séptimo mandamiento -No robarás- diciendo que se considera también como robo el daño voluntariamente cometido a los bienes privados o públicos o el apropiarse y hacer uso para fines privados de los bienes comunes de una empresa. Por lo tanto, si se apropian de algo que no es suyo arriesgan la condena infernal.

La Conferencia Episcopal, que termino el 25 de mayo, no se refirió a la invasión a la privacidad perpetrada por una multitud de miniprogramas -cookies-, que se estacionan en los discos de las computadoras u ordenadores personales e informan a las empresas que los emiten sobre aficiones, gustos, poder adquisitivo, etc… de quienes utilizan internet. Tampoco se refirieron los eméritos reunidos al software de espionaje de la correspondencia privada vía correo electrónico. Los príncipes no pecan.

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* Editor de www.pieldeleopardo.com. Revista de política y cultura latinoamericana.

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