Váyanse al carajo, «la historia es nuestra y la hacen los pueblos»

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Lagos Nilsson

La frase entre comillas pertenece a la última alocución de Salvador Allende; "Váyanse al carajo" lo dijo Hugo Chávez, que agregó "yanquis de mierda". ¿Otra salida de madre del presidente venezolano?; lo real en todo caso es que el exabrupto refleja y termina de evidenciar que la pax americana hace agua en el continente, como un recipiente agujereado, tal vez como nunca antes desde el "episodio" de los misiles en Cuba.

La Argentina y Brasil acuerdan que no será la moneda estadounidense la que selle y rubrique en el futuro inmediato los intercambios comerciales entre ambos países; el gobierno boliviano determinó que el embajador de EEUU en La Paz debía irse; en el Palacio Quemado decidieron que sus vínculos con los prefectos de las provincias golpistas constituyen intromisión inaceptable.

En pocas horas Wáshington expulsará al embajador venezolano luego de que Miraflores diera 72 horas al representante estadounidense para dejar el país. En Ecuador se aprestan para votar el referendo que aprobará –o no– la nueva constitución –en cierto modo la refundación del país.

"Superarán otros hombres –dijo Allende– este momento gris y amargo…". El primer mandatario chileno se refería en 1973 a la traición de que fue víctima y que le costó la vida; miles de sus compatriotas, en los días, semanas, meses y años siguientes perdieron, también, las suyas y no en combate sino en atentados callejeros, cárceles y mazmorras clandestinas.

No parece únicamente el heroísmo, sino también la traición una constante de los procesos sociales. Conviene entonces bucear en el significado de las traiciones. La presidente de Chile reabrió en La Moneda el despacho donde trabajó y murió Salvador Allende; dijo que el presidente dejó un legado de dignidad.

A pocos metros de La Moneda, Camilo Escalona, presidente del Partido Socialista, pragmático, apuntó que la mejor manera de recordar al presidente era, en los futuros comicios, votar otra vez por la Concertación actualmente en el gobierno.

El capellán de palacio, Percival Cownley, por su parte, aseguró que la oposición tiene una conducta "poco cristiana": "Habría que ser ciego para no ver todo lo que se ha hecho durante estos años, habría que despreciar a los caídos en el pasado y no ver en la entrega de sus vidas, las semillas fecundas que hoy siguen dando frutos”, dijo.

Sin duda sentimientos legítimos y honorables. Que se estrellan contra la realidad brutal que Chávez restregó en su discurso del jueves 11 de setiembre: "¡Váyanse al carajo, yanquis de mierda!", gritó. Y agregó que en Venezuela estaba representada la dignidad de un pueblo. No muchas horas antes el gobierno había informado sobre otro intento de golpe de Estado en desarrollo.

Los servicios de investigación y judicatura en EEUU dan por seguro que Chávez contribuyó con una cantidad no determinada de dinero a la campaña electoral de la actual presidente argentina, cuya dignidad, dignidad de país, pretende arrastrar; no se ofrecen certezas probatorias, habrá que creerlo porque lo dicen sus autoridades –que olvidan la porqueriza de sus intervenciones en el resto de América.

No es, sin duda, tiempo de Sierra Maestra ni de Vietnam, pero indudablemente algo se ha resquebrajado en América y –tal vez con poca claridad por ahora– los pueblos buscan reconstruir y reivindicar su realidad para sentise próximos al futuro siempre mencionado como leit motiv de una melodía hasta el momento fatalmente escamoteada.

Los 10 muertos contados en Bolivia mientras se escriben estas palabras no lo son producto de las contradicciones entre los "partidarios y opositores a Evo Morales"; son las víctimas del golpismo separatista que allí, como hace 35 años en Chile, con ayuda de la embajada y organismos de espionaje estadounidenses, se niegan a aceptar la dialéctica de la historia.

En Centroamérica hasta la ultra pacífica y "civilizada" Costa Rica se remece con rebeldía; sube otra vez la levadura en Guatemala y El Salvador hierve. Hierve México pese a la represión, y hierve por hambre y por el saqueo a que su población se ve sometida.

Vienen tiempos duros. Es hora de elegir.

 

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