
No se ven batallones custodiando ni reprimiendo a nadie como sucede en otros países, en Venezuela los candidatos/as andan a pie, visitando casas, donde la gente les recibe como si se conocieran desde siempre, saludan con abrazo y beso, les tratan por su nombre. A quienes van a la reelección, más de una vez les interpelan por mejoras y, como es un electorado mayormente informado, les exigen explicaciones fundamentadas.
Son 6.500 candidaturas, que postulan para las elecciones regionales y legislativas que se realizarán el 25 de mayo próximo, la mayoría son jóvenes y mujeres, pero hay de todo y representan a 54 organizaciones políticas y partidos, muchos de derecha, mientras la izquierda está aglutinada en el Gran Polo Patriótico.
En sus alocuciones el pueblo valora la paz y celebra la consolidación de la democracia participativa, entre otros porque desde hace unos años cada comunidad decide las prioridades de obras y maneja los presupuestos de modo participativo. Eso sucede en instancias comunitarias y comunales, una forma organizativa local, que genera otro escenario de poder y de toma de decisiones, en interrelación con los otros escaños de gobierno.
Según la candidata, Blanca Eekhout, “…son 25 años del pueblo organizando la democracia directa, participativa y protagónica. Haciendo su cartografía social, tomando decisiones. Desde los comités de tierra urbana hasta llegar a ser gobierno en el territorio, en los Consejos comunales y las comunas. Es una democracia a toda prueba que se realiza, se ejerce y se desarrolla todos los días por todos y todas”.
Ese enfoque de la democracia y del poder es un tema central ahora, pues en el próximo período legislativo habrá cambios constitucionales para ampliar las potestades de la estructura comunal. Además, entra en ejecución el “Plan de las 7 Transformaciones” cuya formulación recibió unos dos millones de propuestas del pueblo y condensa ejes clave como la diversificación económica.
Hay mucho en juego, pero en esta ocasión, contrario a las elecciones presidenciales de 2024 que fueron colocadas como el gran notición internacional, la información es escasa pues, como se señala en las noticias disponibles, la extrema derecha radical, que es quien emite las líneas argumentales para los medios corporativos internacionales, no participa. Sin ella, ni sus jugosas campañas comunicacionales, la oposición pierde interés, ante el debilitamiento de la percepción de polarización, que es la clave de la simulación creada por ese grupo.
Así, mientras en las presidenciales de 2024, con el recurso a técnicas de guerra cognitiva y de Astroturfing, se aupó un guión que obtuvo repercusión mundial, ahora ese sector de la derecha llama a la abstención. Eso podría significar que sus estrategias electorales organizadas en torno a la banalización de los argumentos, la polarización, la inoculación del miedo y la oferta de redención, no convencen como pretenden, o también podría ser que personajes como su líder, María Corina Machado, se han convertido en sinónimo de caos y violencia, situaciones que el
pueblo quiere desechar.
Sabotear las elecciones y chantajear al electorado
Pero esa extrema derecha radical no se ha dormido, sus técnicas conspirativas para impedir la celebración electoral se están operando con otras tácticas. Está vez, han salido a la luz unos “micro nodos” para atacar embajadas, servicios públicos, personalidades y más. Eso informan 38 mercenarios, expertos en explosivos y otros, que fueron capturados el 19 de mayo por la Guardia Nacional Bolivariana.
En ese grupo violento figuran personas de la mafia albanesa provenientes de Ecuador, donde en las recientes elecciones la venezuelafobia fue pieza central de la campaña de la derecha. En ese marco se hicieron públicas intenciones injerencistas, incluso por privados como el mercenario Erik Prince, propietario de Academi, quien expresó que “no necesita de ningún gobierno para incursionar en Venezuela”.
Pero, en vísperas de las elecciones venezolanas, también fuerzas militares de la vecina Guyana saltan al ruedo, pretendiendo impedir la elección en la Guayana Esequiba. El Jefe del Estado Mayor, Omar Khan, amenazó con que “todo venezolano que participe a las elecciones regionales y parlamentarias de Venezuela en el Esequibo será arrestado y deportado”, dejando clara su intención de intervención política en un país que no es el suyo.
En Guyana, que celebrará sus propias elecciones en diciembre próximo, las posturas sobre Venezuela son parte de la agenda política cotidiana. Ese país que auspicia la presencia de la corporación estadounidense Exxon Mobil, en territorios en controversia, se ha comprometido con terceros, principalmente Estados Unidos, cuyo Secretario de Estado, Marco Rubio, aludiendo a Venezuela amenazó con que “Si atacaran a Guyana o a la ExxonMobil, sería un día muy malo, una semana muy mala y no terminaría bien”.
Así, mientras en lo local se experimenta una movilización electoral con expectativas de futuro, también se anuncian nuevamente dos fuentes de desestabilización exógena: la de la oposición radical que opera principalmente desde terceros países y aquella que impulsa la corporación ExxonMobil, con Estados Unidos como custodio de su aspiración de controlar no sólo los recursos sino también un territorio rico en petróleo, gas, acuíferos, hidrógeno limpio y mucho más.
*Socióloga, analista de política internacional de Ecuador, especialista en alternativas a la globalización y derecho a la comunicación. Colaboradora del Centro Latinoamericano de Anàlisis Estratègico (CLAE)
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