Venezuela-Colombia: hay buenos auspicios, pero no será un jardín de rosas

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Néstor Francia.*

Tirios y troyanos, aun algunos que apoyan la “política de seguridad democrática “ coinciden en que Uribe ha fracasado en su política exterior y ha llevado a Colombia a una situación de aislamiento, teniendo como último eslabón de la cadena de fracasos el caso de las “pruebas” contra Venezuela presentadas en la OEA que, con la inevitable excepción de Estados Unidos, no ha tenido ninguna repercusión en los gobiernos del continente y quedará al final como una especie de anecdótica despedida de la errática diplomacia uribista.

“La política exterior colombiana está en un plan de rescate del protagonismo de Colombia a nivel internacional”, dijo a la agencia Efe el politólogo Fernando Giraldo, de la Universidad Javeriana. Según Giraldo, con Uribe se deterioró la política exterior y la misión de Santos ahora es “recuperar todo el protagonismo de Colombia” en la región. Por su parte, el ex canciller colombiano Guillermo Fernández señaló también a Efe que la política exterior debe ser más audaz y agregó que debe definirse un nuevo paradigma de integración regional en el que Colombia asuma un liderazgo independiente y basado en la “buena vecindad”.

Según Fernández, el nuevo Gobierno deberá “encontrar la manera de reactivar, sobre la base de unos mínimos consensos, los mecanismos binacionales que en los últimos años no han funcionado con Venezuela”. Y con Ecuador “desarrollar la hoja de ruta que los dos gobiernos han establecido para completar la normalización de las relaciones diplomáticas”.

En ese contexto, finalmente mañana asume posesión de la presidencia Juan Manuel Santos. Casi nadie duda que haya pocos cambios en la llamada política de seguridad democrática, de la cual Santos es uno de los demiurgos, pero por otro lado el fiasco de las “pruebas” puede haber acelerado contradicciones sobre cómo manejar los asuntos exteriores. Hay una probabilidad cierta de que con el nuevo gobierno colombiano se abra una etapa de diálogo auspiciada por otros gobiernos del continente. Aunque no hubo declaraciones oficiales, se puede decir que la reunión de Chávez con Kirchner arrojó cierta dosis de esperanzas de que así sea.

Sobre todo nos parecen significativas las palabras de Chávez en torno a las declaraciones del miércoles vertidas por el comandante de las fuerzas militares colombianas, , quien calificó de “impensable” una eventual guerra entre Colombia y Venezuela. Chávez afirmó que “Hoy recibí con afecto el mensaje que envío el comandante general del Ejército de Colombia (…) Y creo que hoy lanzó una frase que dice que entre Venezuela y Colombia nunca debe haber una guerra, y es verdad”.

Sin embargo, no se crea tampoco que la cosa será un jardín de rosas. El mismo Padilla asomó uno de los temas más delicados, y es aquel con el cual se ha pretendido involucrar a Venezuela en la guerra de Colombia. Padilla, que dejará su cargo el sábado cuando asuma Santos, aseguró que Colombia “necesita de la cooperación internacional para su lucha antiterrorista (…) y del apoyo de Venezuela y sus fuerzas armadas en esta tarea global contra el narcotráfico”.

Entretanto, la situación que se ha generado con Colombia comienza a tener interesantes repercusiones internas. En nuestro análisis del 29 de julio señalamos que “factores opositores tratan de rescatar la matriz de la comida descompuesta, ante los errores que han cometido en el caso del conflicto con Colombia y la pálida comparecencia del cardenal ante la AN”.

Esto se ha venido dando de manera evidente. Ha habido escuálidas manifestaciones de la derecha (Voluntad Popular y Primero Justicia) ante la Fiscalía y el Indepabis, con el tema de la comida. La canalla mediática ha vuelto a recuperar el tema para sus grandes titulares, mientras ha bajado en algo el tono con el asunto de las “pruebas”. La razón es sencilla: en su ceguera y su odio contra Chávez, la oposición cerró filas en torno a Colombia, craso error que inclusive señaló el opositor Leopoldo Puchi, poniéndosela “bombita” a la Revolución, que quedó (como lo es en realidad) como el verdadero sector patriótico del país.

Pues el día de ayer la oposición comenzó a tratar de sacarse ese barro de los zapatos, cuando votó favorablemente en la Asamblea Nacional por la condena a las declaraciones injerencistas de Larry Palmer. El acuerdo fue unánime y se vieron las manos alzadas de la bancada de Podemos y del llamado Frente Humanista, ambos opositores. Más vale tarde que nunca, dirán ellos.

* Analista de asuntos políticos.

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