Venezuela, el Caribe, la agresión de EEUU y el futuro de la región

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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, llamó al pueblo estadounidense a jugar un papel estelar en el rechazo a los planes bélicos del trumpismo, instándolo a que “pare la mano enloquecida de quien da la orden de bombardear, matar y llevar una guerra a Sudamérica y al Caribe; detengan la guerra, ¡no a la guerra!”.

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Un día antes, durante una concentración en defensa de la soberanía venezolana, el mandatario exhortó a su homólogo Donald Trump a no llevar a Estados Unidos a una “guerra interminable”, no iniciar nuevos conflictos injustos, “no más Libia, no más Afganistán”, en referencia a dos de las naciones más devastadas por el imperialismo estadunidense en el presente siglo..

Las declaraciones de Maduro se producen en un contexto en que Washington hace ya poco o nada para disimular que el envío de tropas, aeronaves y buques de combate, incluido su portaviones más grande y avanzado, a las costas caribeña y pacífica de Sudamérica tiene como propósito real catalizar un cambio de gobierno en Caracas.

La apuesta de los halcones estadounidenses parece consistir en que la mera presencia de sus flotas, aunada al bloqueo económico, a la millonaria recompensa (de 50 millones de dólares)  por “información que lleve a la captura de Maduro” y a las constantes amenazas de propiciar un golpe de Estado a partir del rompimiento de filas dentro del ejército bolivariano, lo que no ha sucedido, como esperaba el gobierno estadounidense. Sin embargo, no se descarta una acción militar directa como la que refiere el mandatario venezolano.

Durante un encuentro con juristas de varios países, Maduro volvió a dirigirse al pueblo estadunidense, del que aseguró que tiene que jugar un papel estelar para detener lo que pudiera ser una tragedia para todo el continente americano: «Paren la mano enloquecida de quien da la orden de bombardear, matar y llevar una guerra a Sudamérica y al Caribe, detengan la guerra, ¡no a la guerra!».

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), asociación geopolítica que incluye a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, y Santa Lucía, condenó “de manera categórica” la reciente escalada ofensiva de declaraciones hostiles y provocadoras emitidas por voceros del gobierno de Estados Unidos contra Venezuela.

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El documento advierte que si Estados Unidos “osara dar el salto de sus operaciones sicológicas y mediáticas hacia un desquiciado movimiento militar de agresión contra Venezuela”, el Caribe entero estaría en una desestabilización sin precedentes. ALBA reafirmó su respaldo al pueblo y al gobierno de Venezuela y denuncia esta nueva “campaña de agresión mediática”, a la vez que asegura que los pueblos no se dejarán engañar por “amenazas vacías”.

Asimismo, Panamá anunció que no presta su territorio para ningún acto hostil contra Venezuela”, declaró el presidente José Mulino. Según el diario Asia Times, la amenaza de guerra contra Venezuela es “un regalo para China”, pues distrae a EEUU en un conflicto regional, aviva el antiamericanismo e impulsa el comercio chino.

Adueñarse del Caribe

Mientras, Trump, aseguraba que “ya tomó una decisión” respecto a los siguientes pasos de su operación militar contra Venezuela, sin ofrecer más detalles sobre la misma,En declaraciones a periodistas antes de abordar el Air Force One, Trump señaló que “no puedo decirles de qué se trata, pero hicimos muchos progresos con Venezuela en términos de detener la entrada de drogas” a Estados Unidos. El secretario de Guerra, Pete Hegseth, anunció una operación denominada Lanza del Sur,

Presentada como esfuerzo de “interdicción contra el narcotráfico”, debe interpretarse dentro de una estrategia más amplia: la consolidación de una Doctrina Trump para el hemisferio occidental, que combina seguridad interna, control geopolítico y presión directa sobre gobiernos considerados adversarios, especialmente Venezuela.

Aunque la narrativa oficial insiste en la lucha contra las drogas, el objetivo real es reposicionar el Caribe como un espacio de seguridad nacional estadounidense, no ya como “exterior cercano”, sino como frontera interior. Este giro doctrinario se apoya en dos ideas centrales: El hemisferio como extensión de la seguridad doméstica de EEUU y que la seguridad interna dependa del control militar del Caribe. Como ocurrió en Panamá en 1989 y en intervenciones posteriores, la narrativa antidroga funciona como puente moral y jurídico para acciones de mayor envergadura.

El objetivo final es reordenar el Caribe bajo supremacía estadounidense: revertir la presencia rusa, china e iraní en el Caribe, asegurar el control de rutas marítimas, energéticas y logísticas críticas, reconfigurar la arquitectura de seguridad regional, alineando a gobiernos afines y presionando a los neutrales y aislar y debilitar a Venezuela, convirtiéndola en un caso ejemplarizante.

*Sociólogo  y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista seniordel Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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