Venezuela. – EL FIN DE LA HISTORIA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Otra vez suena el dichoso teléfono: dice tu tía Belinda que compres linaza. Que luego ella te explica. Que hay cosas así: nunca se sabe para qué sirven hasta que hacen falta.

Un vecino, que ya ha agotado todo el segmento alimenticio y de limpieza, se encuentra ahora en un estadio superior. El miércoles pasado lo mandaron a comprar una caja de ramplús color naranja y media bolsita de yeso. Su familia, en esta semana, transita por lo que podríamos llamar una ansiedad ferretera.

Hace dos días estaba buscando un cuñete de solución antioxidante para metales. Uno nunca sabe lo que puede pasar. ¿No oíste lo que dijeron en la radio? También tengo otro amigo que ya está conformando una Brigada Maiakovsky para combatir al imperio. Han entrenado un par de sábados, con más joda que disciplina, pero con mucha fe en el enemigo, eso sí. Están seguros de que algo va a pasar el tres de diciembre. Aunque sea una guarimba. Aunque sea un martillito descuidado sobre una acera. Ya se sabe: la guerra asimétrica también es una caja de pandora.

Hay que estar preparados para lo que sea. Lo que sea somos nosotros mismos.

No hay epidemia más veloz y fulminante que el miedo. Diciembre, de pronto, se nos ha vuelto un vacío, un vértigo. Se ha instalado entre nosotros la idea de que el día de las elecciones se acaba la historia. Tanto el gobierno como la oposición parecen estar convirtiendo estas elecciones en una épica que huele a eternidad. Confieso que a mí me cuesta creer que ahora o nunca nos jugamos todo el siglo XXI. Pienso, más bien, que tal vez esta sea otra de las consecuencias del combate feroz que ambos tienen entre sí y en contra de un gran adversario común: la abstención. Si no votas, tu futuro desaparece.

Pero probablemente, esto también sea el resultado de la manera en que el país ha venido practicando la política en los últimos años: excluyendo siempre al adversario. Porque para el gobierno, la oposición no existe. Cada vez que se asoma, la golpean desesperadamente. Le tienen tanto miedo que, al parecer, ni siquiera están dispuestos a soportar un simple rumor, un presentimiento. Desde el principio de la campaña, el gobierno se ha empeñado en descalificar a la oposición, en no reconocer su presencia, en deslegitimarla incluso en un aspecto tan básico como la nacionalidad: Rosales no es Rosales, no es nuestro, no es uno de nosotros. Rosales es Bush.

Pero también hay un sector de la oposición que, por su parte, parece empeñado en desconocer la presencia y la legitimidad del candidato oficial. Para ellos, el Presidente tampoco existe. No tiene popularidad, no ha hecho nada bueno. Chávez no es Chávez, no es nuestro, no es uno de nosotros.Chávez es Fidel.

Dentro de este contexto, nada más emblemático que constatar cómo, hasta el momento, ninguno de los dos candidatos llama al otro por su nombre. Chávez habla del «aspirante a frijolito» y Rosales se refiere a «ese tipo». Más allá de cualquier estrategia publicitaria, estamos ante otro síntoma de la nueva cultura política que se desarrolla en el país. La diferencia ni siquiera se pronuncia. No se reconoce. No se acepta ni en el lenguaje.

Para el gobierno, el triunfo está asegurado y es necesario estar alertas y preparados para el saboteo. Para la oposición, el triunfo está asegurado y es necesario estar alertas y preparados para el fraude. La política es un ejercicio preventivo. En ambos casos, la votación parece ser sólo el perfomance de un acto que ya se realizó. Como si el país entero ya hubiera votado antes del tres de diciembre. Como si el día de elecciones sólo tuviéramos que ir a disimular frente a las autoridades, frente a los corresponsales extranjeros y frente a los observadores internacionales. La lógica, en los dos bandos, luce sin embargo bastante idéntica: la democracia sólo existe si gano yo.

He ahí nuestra gran fragilidad. Nuevamente, quieren que pensemos que estamos en otro último capítulo, en otro verdadero final de la historia.

Nuevamente quieren hacernos creer que todos juntos somos un peligro.

* Escritor. Artículo publicado en el diario caraqueño El Nacional (www.el-nacional.com).

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