Venezuela: Estrategias cruzadas en la política estadounidense

Si Chevron destaca por su resistencia a salir, la oposición lo hace por sus divisiones

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El escenario venezolano actual está marcado por una secuencia de hechos que no terminan de encajar en un rumbo definido. El fin de la licencia a Chevron y su retirada parcial, las elecciones parlamentarias y regionales, la salida de los asilados de la embajada argentina y su recepción en Washington por el secretario de Estado, el predominio del sector gubernamental en las votaciones de gobernadores y parlamentarias, las fracturas de la oposición y su bajo desempeño electoral, la no participación en el proceso de un segmento apreciable del electorado y las contradicciones en la política de Estados Unidos conforman un panorama fragmentado, donde los distintos elementos parecen avanzar sin una dirección clara.
La decisión de la administración Trump de revocar la licencia de Chevron para producir y exportar petróleo venezolano es un movimiento dirigido a asfixiar la economía del país en función de una estrategia de derrocamiento. Como se sabe, Chevron no es un actor cualquiera, ya que participa en la producción del 20% del petróleo venezolano y representa cerca del 30% de las exportaciones del sector.

La pugna

Grenell y Rubio se contradicen sobre extensión de licencia a Chevron

Sin embargo, la empresa sigue jugando en el plano político. Al igual que en 2019, se le ha permitido mantener el personal en el país y continuar con labores de mantenimiento de sus activos. Esta situación revela una ambigüedad que no es casual y que expresa una pugna dentro del propio gobierno estadounidense. Por un lado, están los que, como Marco Rubio, insisten en aplicar la máxima presión mediante un aumento de las sanciones. Por otro, la visión transaccional de Trump, representada por Richard Grenell, que favorece una línea más pragmática, donde los intereses económicos pesan más que el deseo de reincorporar a Venezuela en el dispositivo geopolítico de Estados Unidos en el corto plazo.

Chevron ha movido sus piezas con habilidad al alinearse con el sector pragmático, argumentando que su salida dejaría el terreno libre para competidores como China o Rusia y que cualquier vacío sería llenado rápidamente. Voces activistas dentro del trumpismo, como Laura Loomer, han respaldado esta posición y defienden la permanencia de Chevron.
Por el momento, la empresa ha quedado en una especie de limbo: no está fuera del todo, pero tampoco sigue operando. Esta ambigüedad da margen para negociar. Para Trump, mantener esa presencia puede ser una forma de proteger intereses económicos sin confrontar directamente al lobby cubanoamericano, que permanece anclado a una lógica propia de la guerra fría.
Divisiones en la oposición
Si Chevron destaca por su resistencia a salir, la oposición venezolana lo hace por sus divisiones. Las recientes elecciones dieron a los partidos del sector gubernamental el 83% de los votos y ganaron 23 de 24 gobernaciones, La oposición, que en los primeros meses de 2019 se mantuvo unida en torno a Juan Guaidó, hoy está fracturada en varios sectores irreconciliables. Por un lado, los grupos que decidieron participar en el proceso electoral están debilitados, muy fragmentados y carecen de fuerza para movilizar masas o ganar votos.Fuego amigo: el caos de la oposición venezolana | International Crisis Group
Por otro lado, María Corina Machado, que llamó a la abstención, conserva un respaldo importante, pero sin capacidad de acción de calle ni presencia institucional. Depende de la fuerza que mantenga Marco Rubio y está a la espera del camino que termine adoptando Trump.
Aunque Trump ha reiterado que “Estados Unidos no está en el negocio de reconstruir países, sino de hacer tratos que beneficien a América”, esa declaración aún no se ha traducido en una política definida hacia Venezuela. Todo indica que preferiría alcanzar un acuerdo petrolero, pero sin enfrentarse abiertamente al lobby cubanoamericano. En su intento por complacer tanto a lo que representan Laura Loomer como María Elvira Salazar, Trump podría inclinarse por “soluciones salomónicas” que, en la práctica, terminan perjudicando al Estado venezolano, como las propuestas del ‘excontralor’ de Guaidó, Ignacio Hernández, sobre el intercambio de petróleo por alimentos.
En definitiva, estamos en presencia de un tablero con estrategias en tensión constante y muchas veces contradictorias. La política de Washington oscila entre la lógica transaccional y el atavismo anticomunista. Mientras tanto, en Venezuela, los actores políticos no definen con claridad si buscan acuerdos razonables o simplemente prolongar la contienda.
* Politólogo y analista poíitico. Cofundador del Movimiento al Socialismo, fue ministro de Trabajo
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