Venezuela: la danza de los demonios

Néstor Francia.*

Los demonios que esperan agazapados una oportunidad para hilvanar la venganza de Uribe contra aquellos que han favorecido la derrota de su política internacional aislacionista, saltan inesperadamente de cualquier parte. Ayer el Ministerio Público colombiano insinuó la posibilidad de abrir una investigación al presidente del Congreso de Colombia, Armando Benedetti (der.), por su visita de la semana pasada a Hugo Chávez.

El procurador general, Alejandro Ordóñez, señaló a periodistas que el legislador podría ser investigado disciplinariamente por extralimitación de funciones y prevaricación ¿Dónde se ha visto que estos cargos puedan ser levantados contra un senador por la simple razón de aceptar la invitación de un presidente?

Es probable que esto no pase de ser una boutade de un funcionario demasiado quisquilloso, pero el hecho de que esté Chávez de por medio no deja lugar a dudas sobre la intención verdadera, que no es preservar la constitucionalidad de Colombia, sino torpedear los acuerdos de Santa Marta y, sobre todo, sabotear las relaciones oficiales del país vecino con el nuestro.

Son las contradicciones endógenas de la oligarquía colombiana enturbiando el escenario.

Entretanto, la canalla mediática internacional sigue incorporada a la campaña electoral venezolana, para lo cual trata de reforzar la matriz de “inseguridad” desbocada en Venezuela, con la que buscan sustituir la ya agotada matriz de los alimentos descompuestos. Se sumó ahora el New York Times, que se hace eco de las manipulaciones de sus congéneres criollos. El procedimiento es conocido: “A” genera la matriz aquí, “B” la reproduce afuera, “A” la recoge de vuelta y la rebota para reforzar la acción primaria. Es una máquina de generación de contenidos motorizada desde los laboratorios comunicacionales del imperio. 

¡Vaya periodismo!

En un “reportaje” titulado maliciosamente En Venezuela hay más muertes violentas que en Iraq, el diario gringo simplemente repite todo lo que vemos todos los días en Globovisión o leemos en El Nacional y El Universal. La intención de apoyar electoralmente desde el Imperio a la oposición contrarrevolucionaria queda clara en frases como esta: “Mientras que muchos venezolanos vieron la imagen como un recordatorio de su vulnerabilidad y la oportunidad de realizar un cambio, el gobierno adoptó una postura diferente”.

Después de un largo rosario de mentiras y cifras manipuladas, el New York Times le dedica un par de líneas, en tono claramente irónico, a solo una pequeña parte del trabajo hecho por nuestro Gobierno para combatir la inseguridad: “Pero el gobierno asegura que está tratando de solucionar el problema. Recientemente se creó un cuerpo de seguridad, la Policía Nacional Bolivariana, y la nueva Universidad Nacional Experimental de la Seguridad”.

El carácter sistémico de la inseguridad y la violencia es común a todas las grandes ciudades de América Latina, pero esta realidad la ocultan los “sesudos” analistas de la oposición. En un trabajo publicado por el Instituto Latinoamericano de Análisis del Conflicto (ILACON), se asientan asertos como los siguientes:

“La violencia y el grado de inseguridad ciudadana imperantes en América Latina alcanzan proporciones epidémicas. Esa violencia y esa inseguridad, en lo económico y social, socavan por una parte las bases del sistema democrático y, por otra parte, drenan una enorme cantidad de recursos públicos y privados que son indispensables para el desarrollo y para el crecimiento con equidad…El desarrollo de conductas violentas en zonas urbanas se ha convertido ya en una característica estructural de las sociedades latinoamericanas”.

Es falso, pues, que la inseguridad y la violencia sea un fenómeno venezolano o del socialismo, como quiere hacer ver la canalla mediática nacional e internacional. Las características estructurales de la violencia en América Latina son un  producto bastardo de las deformaciones sociales generadas por el neoliberalismo a través de largos años de exclusión económica, social y cultural de las clases populares, y su resolución no acepta recetas mágicas ni es factible lograrla en plazos breves ni con solo medidas puntuales y espasmódicas.

De allí la importancia de iniciativas como la Policía Nacional Bolivariana y la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, que son despreciadas por gente como los editores derechistas del New York Times, y que apuntan a soluciones estructurales y de largo aliento.

* Analista de asuntos políticos.

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