Venezuela, la guerra mediática: a siete años del golpe, abundan atentados contra “los otros» periodistas

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 Ernesto Carmona*

A siete años del fallido golpe de Estado prohijado por EEUU y la derecha en Venezuela, el gobierno legítimo de ese país sigue siendo blanco de una campaña mediática interna y externa, justo cuando el gobierno de Barack Obama comienza a dar señales innovadoras en la política exterior estadounidense y tiene lugar la reunión de jefes de estado en Puerto España.

En la concentración conmemorativa del fracasado golpe de 2002, realizada el 13 de abril, Hugo Chávez esbozó la caldeada situación que vive hoy Venezuela, donde están siendo juzgados algunos autores materiales –no intelectuales– de crímenes acaecidos durante el golpe de hace siete años. El jefe de Estado dijo que hoy existe “un plan de subversión a través de canales, estaciones de radio y de algunos periódicos” y añadió que “algunos medios están llamando a la subversión”.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que agrupa a los dueños de grandes periódicos de EEUU y América Latina, y la Relatoría de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reiteran y reciben a diario denuncias sobre “casos” de violación a la libertad de expresión en Venezuela, pero nadie denuncia las agresiones contra periodistas partidarios del gobierno que en ese país federal cometen las autoridades de oposición que gobiernan estados como Táchira, Zulia y Nueva Esparta, entre otros.

En Venezuela –y América Latina– coexisten dos mundos. Uno, de signo progresista que bajo diversos matices busca soluciones propias a las necesidades de los pueblos, pero con el apoyo multitudinario reflejado en los resultados electorales de sus respectivos países (Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Paraguay, Argentina, El Salvador, incluso Cuba, entre otros) y otro mundo conservador, que no ha trepidado en recurrir al golpe de estado para mantener el statu quo impuesto por EEUU, las corporaciones transnacionales que se llevan los recursos naturales y el llamado neoliberalismo, que hoy está en bancarrota mundial.

En esos dos mundos también hay periodistas y medios de comunicación involucrados.

En todas las naciones de América Latina el periodismo refleja las contradicciones de la respectiva sociedad. Pero los dueños de los medios privados de comunicación suelen tener el mango de la sartén de esta confrontación “mediática” que se parece demasiado a la “guerra fría”.

En la profunda crisis política, económica y social de la Venezuela de fines de los 80 y comienzos de los 90, los grandes diarios contribuyeron a la destrucción de los partidos políticos tradicionales (Acción Democrática, AD, y el Social Cristiano, Copei). Los grandes medios les dieron el golpe de gracia cuando ya estaban sumidos en el fracaso, pero al mismo tiempo sus dueños se propusieron reemplazarlos en el poder del Estado y sus diarios, radios y canales de televisión comenzaron a desempeñar el rol de los partidos políticos hasta el día de hoy.

En ese contexto, el Colegio de Periodistas de Venezuela refleja a un sistema informativo, o mediático, que abandonó la imparcialidad hace 20 años.

Dos visiones opuestas

Durante el golpe, ocurrido siete años atrás, los medios de Venezuela ocultaron al pueblo lo que realmente acontecía en el país durante los cruciales días 11, 12 y 13 de abril de 2002. Ignoraron la represión y el asalto a la embajada de Cuba que desató el nuevo gobierno que duró escasas 30 horas, hasta que el pueblo y la fuerza armada repusieron en su sillón al gobernante legítimo. La televisión transmitía dibujos animados, en tanto los diarios sólo mentían e inflaban al gobierno de facto del empresario Pedro Carmona Estanga.

Todas las estaciones de televisión y los diarios apoyaron el golpe militar, orquestado por el gobierno de George W. Bush el 11 de abril de 2002, medio año después de la invasión a Afganistán, que comenzó el 7 de octubre de 2001 –y que ahora Obama reactiva con bríos, anunciando que extenderá la guerra a Pakistán– y un año antes de la ocupación de Iraq, que comenzó el 20 de marzo de 2003.

Al ocurrir el golpe de 2002, toda la prensa era hostil al gobierno de Chávez, que tampoco tenía una política coherente de comunicación. Sólo contaba con la estatal Venezolana de Televisión (VTV), que fue ocupada militarmente por los golpistas al comenzar la asonada. Durante las primeras horas de la sedición, la dirección política del golpismo operó desde las oficinas de Venevisión, la estación de TV de Gustavo Cisneros.

El Gobierno de Chile se apresuró a justificar al nuevo gobierno el 12 de abril e incluso le echó a Chávez la culpa por las muertes perpetradas por el golpismo, cuando gobernaba Ricardo Lagos y su ministra de relaciones exteriores era Soledad Alvear, de la democracia cristiana.

La cancillería chilena lamentó “que la conducción del Gobierno venezolano haya llevado a la alteración de la institucionalidad democrática con un alto costo de vidas humanas y de heridos, violentando la Carta Democrática Interamericana a través de esta crisis de gobernabilidad”.(1) Y tal “alteración” fue obra de EEUU y de la oposición de derecha, como ocurrió en el Chile de Allende en 1973, el Brasil de Goulart en 1964, la Guatemala de Arbenz en 1954, el Irán de Mossadegh en 1953, etcétera.

Muchos periodistas venezolanos perdieron sus trabajos en medios como Radio Caracas TV y diarios como El Universal y El Nacional, mientras otros optaron por someterse a los dueños de tales medios con tal de conservar el empleo o, simplemente, enajenaron su conciencia a sus patrones, quienes compran hoy su fuerza de trabajo y sus ideas políticas en un solo paquete.

Hoy existen en Venezuela algunos grandes medios independientes que hacen periodismo de verdad sin ser hostiles a Chávez, como Últimas Noticias, de la Cadena Carriles, el diario de mayor circulación en el país, que actualmente dirige Eleazar Díaz Rangel; y Panorama, de Maracaibo; también el matutino Vea, que no oculta su afinidad con el gobierno; más la radioemisora YVKE Mundial, Radio Nacional (RNV); los canales Telesur, VTV, ANTV, ViveTV, TVS y numerosas revistas y medios regionales independientes y también críticos.

Por lo tanto, hoy en Venezuela existen dos grandes sectores de periodistas que ejercen activamente la profesión, pero no todos están conformes con la orientación política subordinada a la oposición adoptada por el Colegio Nacional de Periodistas y algunos, como Díaz Rangel, propician la reconstrucción de la Asociación Venezolana de Periodistas, la institución madre de los periodistas de ese país, de la que fue presidente y cofundador, como asimismo del Colegio.

El Colegio, entretanto, participa con la oposición al presidente Hugo Chávez como un pequeño partido más de la derecha, más aún después que el equilibrado Levy Benshimol (del partido Social Cristiano Copei) dejó de ser su presidente. En ese Colegio copado por la oposición dejaron de participar "los otros" periodistas, los que están con el gobierno o quienes simplemente desean hacer periodismo.

Así como la sociedad de ese país está partida en dos, el periodismo también lo está. Y para cualquier indagación o análisis serio sobre “la libertad de expresión” en Venezuela resulta indispensable conocer las posturas de los dos sectores protagónicos, tal como sostiene la norma elemental del antiguo periodismo: conocer por lo menos las dos versiones sobre cualquier noticia.

Las denuncias

Pero la SIP y la CIDH suelen oír sólo a los dueños de los medios opositores. Después de su última reunión de marzo en Paraguay, la SIP formuló 41 “denuncias” de supuestos atentados a la libertad de expresión en Venezuela”(2). Tales “denuncias”, que apuntan al gobierno, carecen de fundamento sólido. En Venezuela no han cerrado ningún diario ni hay ningún periodista preso. Existe tanta libertad de expresión que se convirtió en hábito insultar a Chávez por los medios, tal como ocurrió en Chile con Allende hasta el golpe de 1973.

Las “denuncias” no piden una investigación sino que hacen de sus dichos verdades absolutas. Incluso quedaron en desuso aquellas expresiones como "presunto" o "supuesto" culpable. En una elección al azar, a manera de ejemplo. aparecen casos como estos:

Caso 1) 10 de octubre de 2008: El grupo afecto al oficialismo denominado “La Piedrita” arremetió contra un equipo de Globovisión, integrado por la periodista Mayela León, el camarógrafo Luis Reaño y el asistente Frank Díaz, mientras cubrían la protesta de transportistas contra la inseguridad en el barrio 23 de Enero, despojándolos de su cámara y micrófono.

Pregunta: ¿Qué tiene que ver el gobierno de Chávez con La Piedrita, un grupo provocador que le ha causado bastantes problemas.

Otra denuncia ante la SIP dice:

Caso 36) 10 de febrero: Chávez dijo que el colectivo oficialista La Piedrita está infiltrado por la CIA y afirmó también que Miguel Henrique Otero, editor del diario El Nacional y Teodoro Petkoff, editor del diario Tal Cual entre otros, ofrecieron declaraciones responsabilizando directamente al gobierno por el ataque a la Sinagoga de Caracas.

Pregunta: ¿Qué tiene que ver este episodio con la libertad de expresión? Tanto Otero como Petkof tuvieron libertad para acusar sin fundamento por sus diarios al gobierno como autor de un atentado vandálico en la Sinagoga de Caracas, que fue robada y pintadas sus paredes en la noche del 30 de enero, en vísperas de las elecciones plebiscitarias del 15 de febrero y en el clima de guerrilla mediática permanente que han creado los medios en Venezuela.

El gobierno de Israel también protestó, sumándose al coro. Diez días después se aclaró que el asalto fue perpetrado por 11 delincuentes entre ellos un ex guardaespaldas del mismísimo rabino. Todos están presos. El rabino le dio las gracias al gobierno, etc. El asalto a la Sinagoga fue otro pequeño truco mediático, casi una reedición en minúscula del incendio del Reichstag de 1933.
Pero el resultado de esa investigación no fue noticia.

Las denuncias existen, pero que los hechos denunciados sean reales es cosa distinta. Sólo son jalones de una tediosa campaña permanente por desprestigiar al gobierno de Venezuela, en la que participan activamente la SIP, la Organización Demócrata Cristiana Americana (ODCA), los dueños de medios y muchas otras organizaciones internacionales.

Las “otras” denuncias

Sin embargo, nadie denuncia las agresiones constantes que sufren “los otros periodistas”, aquellos que ejercen la profesión en estados gobernados por la oposición de derecha, cuyos gobernadores fueron elegidos en noviembre de 2008. De acuerdo al sistema federal que existe en Venezuela, el poder de los gobernadores impera también sobre las policías de cada estado. Ejemplos recientes:

1) El 31 de marzo, la policía del estado Táchira –cuyo gobernador, César Pérez Vivas, es hostil al gobierno federal que preside Chávez– arremetió brutalmente en San Cristóbal contra un grupo de periodistas de todos los medios que esperaban en la comandancia la salida de 25 uniformados detenidos por el asesinato de tres personas, en un caso de abuso policial. Los policías golpearon a los reporteros, patearon en el suelo al camarógrafo de VTV Germán Oliveros y le destrozaron la cámara.
Incluso hay un video(3) en vivo de esta agresión que no ha sido informada a la SIP ni a la CIDH.

2) Ramón Echeverría, director de Radio Mundial Margarita y conductor del programa Polémicas que se transmite por el Circuito Radio Mundial, afín al gobierno, fue detenido ilegalmentel 15 de enero en Porlamar, isla de Margarita, por la policía del estado Nueva Esparta, cuyo gobernador –Morel Rodríguez Ávila– también es hostil al gobierno de Chávez. El periodista, que intentaba cubrir el arresto ilegal de Alex Andarcia, dirigente del Partido Socialista Unido (PSUV), fue maltratado y amenazado de muerte(4) por la policía estadal: ahora tiene policías que resguardan su vida y la de su familia de eventuales sicarios, cuyos servicios de asesinato por encargo se han hecho habituales en ese país.
La SIP mantiene silencio, el Colegio también.

3) El 20 de marzo hubo una tercera agresión contra el periodista Jorge Amorín y un equipo de VTV en el estado Zulia, territorio del ex gobernador y actual alcalde de Maracaibo Manuel Rosales, cuando el reportero intentaba cubrir una concentración de la oposición. También arrestaron a un funcionario de la policía nacional Disip.
Ningún periodista local se interesó por la agresión al equipo de VTV.

Ese mismo día en la mañana, periodistas de los medios gobiernistas VTV, ViveTV y RNV fueron agredidos e insultados por fuerzas paramilitares cuando intentaban ingresar al Hospital Hugo Parra León, en el municipio Miranda de la Costa Oriental del Lago. El día anterior, el mismo periodista de VTV y Avila TV Jorge Amorín fue agredido cuando intentaba obtener opiniones sobre la orden de detención del ministerio Público contra Manuel Rosales por presunto enriquecimiento ilícito.
Esta vez el presidente del Colegio Nacional de Periodistas, William Echeverría, indicó que "Manuel Rosales le debe una disculpa al personal de VTV por las agresiones sufridas hasta el momento".

Notas:

1) Hasta hace pocos años, esta breve declaración de la Cancillería de Chile podía hallarse en su sitio web, pero ha sido eliminada: de este lugar. Puede verse reproducida, sin embargo, en los Archivos de Róbinson Rojas (aquí) y en el periódico digital Aporrea (aquí), entre otros.

El texto de la declaración del gobierno de Chile del 12 de abril de 2002:

La Cancillería da a conocer la siguiente Declaración:
"Ante los hechos ocurridos en las últimas horas en Venezuela, el Gobierno de Chile lamenta que la conducción del Gobierno venezolano haya llevado a la alteración de la institucionalidad democrática con un alto costo de vidas humanas y de heridos, violentando la Carta Democrática Interamericana a través de esta crisis de gobernabilidad.

"A su vez, insta a la normalización de la institucionalidad democrática, a la mantención de los tradicionales principios democráticos de Venezuela y a que se adopten las medidas necesarias para convocar a la brevedad a elecciones libres".

2) ver aquí

3) Ver video en:Radio Mundial.

4) Ver aquí.

5) Ver imágenes y textos aquí.

* Periodista.

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