Venezuela: las máquinas de la angustia

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Las «máquinas para votar» -en realidad una serie de computadoras conectadas a un servidor-control común- son uno de los ejemplos del desarrollo de la tecnología informática. En cierto sentido son computadoras «tontas» programadas para recibir un determinado tipo de información y transmitirlo en forma codificada al ordenador central.

Al votar -en el caso del referendo venezolano programado para el mes de agosto próximo- se deberá seleccionar entre dos opciones, «sí» o «no». Para ello el votante será autorizado por el presidente de la mesa receptora de sufragios, que presionará en otro computador instalado en la mesa la clave alfanumérica preprogramada.

Cuando el votante elige su opción, la máquina envía el dato codificado al ordenador central. La información almacenada en éste será decodificada -es decir: convertida en datos inteligibles- por aquellas personas que disponen de la respectiva clave de acceso, que es diferente de aquella que permitió el voto.

La máquina es un medio, no una garantía

El control del proceso electoral no pertenece a las computadoras; pasará todavía un tiempo antes de que tomen determinaciones por los seres humanos, si alguna vez lo hacen y terminamos todos en el mundo de Terminator. Éstas aseguran sólo que la transmisión de los datos se hace de manera segura, es decir: que nadie razonablemente los podrá interceptar a menos que conozca el código de encriptación utilizado. Generalmente se utilizan códigos aleatorios, cambiantes.

Esto quiere decir que en teoría se puede intervenir la transmisión de los datos -se hace por vía telefónica- pero el «hacker» sólo tendrá acceso a un listado de signos, letras y números incomprensibles.

Jennifer McCoy personera del Centro Carter declaró en el subcomitè de Relaciones Exteriores del Congreso estadaounidense el 24 de junio de 2004, que los técnico de la organización, tras examinar el sistema que se ejecutará en Venezuela lo enciontraban confiable. El Centro Carter no es una institución que tenga a Hugo Chávez entre sus amistades.

Miguel Manrique, director de la Escuela de Estudios Políticos UCV, según un artículo publicado en El Gusano de Luz, afirma que el sistema, en una demostración ante la comunidad universutaria»No pasó la prueba interna de los estudiosos de los sistemas e instrumentos electorales».

Dispuestos a compartir la teoría de la conspiración, es posible comprar con algunos millones -de dólares- al equipo de programadores para que organicen las cosas de tal modo que los resultados sean los que quiera el adquirente.

Es decir: que el computador central haga caso omiso del flujo de información que recibirá y entregue resultados ya almacenados en su memoria. En este caso a favor o en contra del presidente. Es posible, pero poco probable. Hay otros métodos para voltear a un dirigente o para que éste se atornille en el poder.

A la luz del desarrollo informático venezolano resulta ilusorio pensar que gobierno u oposición cuenten con ingenieros, técnicos y programadores capacitados para cometer tamaño fraude; tendrían que encontrarlos en India, Paquistán, EEUU, Japón o la Isla de la Fantasía.

Más allá de si la elección del consocio que proveerá el sistema y las máquinas fue o no la mejor -son unas ocho o nueve empresas las que proveen el «hard» y del «soft» para una votación de estas características-, lo que debe considerarse son otros asuntos. Que algunos protagonistas de la enrarecida confrontación social venezolana parecieran no advertir o no querer advertir.

La vulnerabilidad -palabreja de la que se abusa en nuestros días- del proceso electoral no es de las máquinas, será, en todo caso, de las conciencias que enfrentarán la pequeña pantalla para decidir el futuro inmediato del país.

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Fuentes principales:

http://venezuelanalysis.com
www.smartmatic.com

www.blackboxvoting.com

www.elgusanodeluz.com

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