Venezuela: Más allá o más acá de la frontera

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Melvin López Hidalgo*
Mientras españoles, portugueses, italianos, libaneses, turcos y ciudadanos de otros continentes, además, argentinos, chilenos, peruanos, caribeños, colombianos y demás latinoamericanos, han venido a Venezuela a buscar nuevos caminos para sus vidas y las de sus familiares, algunos han regresado a su terruño, pero especialmente nuestros hermanos colombianos se han ido incorporando en su mayoría a nuestra sociedad, y han sido ayudados en sus infortunios, mediante las diversas misiones sociales, atención humanitaria, en caso de los refugiados y nacionalización conforme a nuestras leyes.

Coincidieron estas oleadas de extranjeros hacia Venezuela, el nefasto resultado de la segunda guerra mundial, las dictaduras locales reiteradas y la explosión social en Colombia originada por el vil asesinato de Eliécer Gaitán, el 9 de Abril de 1948.

Ya en aquellos años y durante todo el período de la bipolaridad y de la Guerra Fría (EEUU – Unión Soviética), muchos venezolanos exclamaban ilusos: “somos aliados de los Estados Unidos”, y a partir de los sesenta, era común en nuestros liceos, los norteamericanos “instructores” deportivos de la alianza para el progreso, iniciado en el gobierno de Jhonn F. Kennedy quienes nos deslumbraban con sus comentarios del modernismo de su país, pues contaban que eran primero en todo: la carrera espacial, su poder militar inmensurable, la atención social, sus automóviles…. El sueño americano. Tal era la admiración despertada, la cual se reforzaba a través de la televisión y del cine con los “famosos héroes americanos”, las series de “Combate”, “Patrulla de Caminos”, “Patrullas de Ratas, entre otras; películas sobre la Segunda Guerra Mundial, donde se mostraban a los norteamericanos como invencibles.

Fue tanta la alienación, que venezolanos iletrados y estudiantes imberbes, llegaron a pensar que Venezuela era parte de los Estados Unidos de Norteamérica y para colmo veían en nuestras monedas los escudos con la inscripción: “Estados Unidos de Venezuela”, lo que junto al nombre de las empresas transnacionales “gringas”, confundían aún mas, pues las inscripciones en ingles terminaban con el prefijo… “de Venezuela”. No podía faltar en ningún cuarto de los niños, las famosas figuras de los personajes creados por Walt Disney, y mientras los niños de familias pudientes habían visitado a Disney Word, desconocían la geografía y cultura venezolanas.

No nos dábamos cuenta entonces de la inmensa contribución que hacíamos con nuestras materias primas subpagadas, ni menos aún lo que significaba el petróleo; peor aún, nos conformábamos con sueldos miserables en la mano de obra que aportábamos. Recuerdo que algunos profesores de geografía económica o de asignaturas afines, nos explicaban que esas empresas transnacionales nos hacían un favor, porque explotaban esa inmensa riqueza que nosotros no podíamos extraer ni aprovechar. Nos envenenaban con el Capitalismo y la dependencia del imperio Norteamericano.

Para colmo de este estado de cosas, en las urbanizaciones de los campos petroleros se fomentó una cultura pro norteamericana y luego con el buen intencionado programas de becas del plan “Mariscal Ayacucho”, muchos buenos estudiantes fueron a parar a universidades gringas e inglesas entre otras, que posteriormente engrosaban la gerencia de PDVSA y de nuestras empresas básicas, con una actitud neoliberal enfermiza, quienes llegaron al descaro de calificar el petróleo de la faja petrolífera del Orinoco como un bitumen, causándole daños económicos inmensurables al país, otros fueron a otras instituciones del Estado, o empresas privadas, aunque la mayoría de ellos finalmente formó parte del fenómeno de la fuga de cerebros, sin aportar patrióticamente nada a nuestro país.

Los venezolanos conformábamos una sociedad fundamentalmente humilde, con un pequeño grupo de privilegiados, hacia los cuales, sin embargo, realmente no se tuvo envidias ni resentimientos, al contrario hubo respeto, como tampoco el pueblo venezolano sintió animadversión hacia el pueblo de Estados Unidos, sino hacia sus gobernantes, cuyo poder los ha hecho comportarse como los dueños del mundo, sin ocultar su soberbia y desprecio hacia los pueblos que han dado en llamar “tercermundistas”, a los cuales han explotado, engañado y o invadido; de allí el trato no igualitario, conforme a la convención de Ginebra, que se les daba a los Embajadores gringos, por sobre los demás embajadores de las naciones del mundo, lo que han aprovechado inmoralmente, pues creían como cierto que estaban en sus propios “patios traseros”.

Pero al fin, Venezuela ha espabilado, hoy nuestros jóvenes comienzan a pensar distinto, a oír y valorar a nuestra música, a conocer verdaderamente a Venezuela, hemos ido superando debilidades; durante los últimos diez años, se venció el analfabetismo, se ha logrado la inclusión social con las misiones, a la vez que nos hemos abierto al mundo con relaciones multilaterales, como respuesta al bloqueo técnico militar de Estados Unidos y a su guerra mediática, que junto a medios privados “nuestros” y de Colombia, junto al gobierno de Uribe y sus voceros, han descalificado, vilipendiado y ofendido a nuestro gobierno, como un objetivo mas del Plan Colombia, si acaso no es precisamente ese el objetivo. Uribe unas semanas antes de entregar el poder, exacerbó tales descalificaciones a nuestro gobierno y a nuestro pueblo con mentiras y falsos positivos, como es su costumbre.

Cómo podemos interpretar los venezolanos la actitud del Embajador (USA) en Colombia William Brownfield, al igual que lo hizo en Venezuela, con sus altivas declaraciones y su arrogancia texana junto a la presencia “amedrentadora” de la Cuarta Flota en aguas caribeñas y del Atlántico, además de las siete bases militares gringas en Colombia, las de Aruba y Curazao, entre otras, y ahora la novel base de Costa Rica, recién fundada.

Felizmente Latinoamérica, como Venezuela ha despertado, y ha asumido una actitud digna, manifestada en la UNASUR y aún en la ilegitima OEA, ante las pretensiones del gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, a través de Colombia, en la descalabrante despedida del nefasto gobierno guerrerista de Uribe. Pero el pueblo colombiano también comienza a espabilarse ante los engaños del Plan Colombia, las mentiras y “falsos positivos” de Uribe, pues ante el descubrimiento de las fosas comunes de miles de colombianos desaparecidos, ya en proceso de investigación, nadie se come el cuento de que en Venezuela se este protegiendo a la subversión, ni mucho menos a terroristas, al contrario, se percibe a Estados Unidos como el Estado mas terrorista del mundo.

Acá en Venezuela no nos dejamos amedrentar con las amenazas gringas a través del gobierno de Uribe, pues fomentamos la paz y la integración de los pueblos, a la vez que estamos preparados, Pueblo y Fuerza Armada, juntos, en función de la defensa integral, para garantizar la soberanía de nuestro país y la unidad Latinoamericana y caribeña. Nos asiste la conciencia revolucionaria que el pueblo colombiano es nuestro hermano y de que Washington se aprovecha de las desigualdades sociales de Colombia, cuya oleada de violencia trasciende el enfrentamiento crónico entre el Ejercito y los grupos subversivos, la actuación detestable del paramilitarismo y de la transversal relación del narcotráfico con todos ellos y con los propios lideres Políticos cercanos a Uribe, donde los secuestros y el sicariato son aún causa y efecto de este estado de cosas.

Ciertamente, la violencia está en Colombia, pero también afecta la seguridad de Venezuela. Si Washington decidiera en su actitud terrorista una agresión a Venezuela, incitando una escalada desde el gobierno colombiano, toda esta región que antes fue la Gran Colombia, hija predilecta de Bolívar, entraría en una guerra civil sin precedentes, donde la peor parte la llevaría la oligarquía de estos países, en función de la justicia social, y al propio tiempo seria el catalizador hemisférico para enfrentar el envilecimiento del imperio norteamericano.

*General de división (R) venezolano

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