Venezuela, óptica. – EL 2D. LAS COSAS EN SU LUGAR

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Lección sin exclusión. La diferencia entre el voto No y el voto Sí confirma de manera contundente lo que es obvio para cualquiera: la división de los venezolanos, similar, por cierto, a la que existe en la región.

El reconocimiento de esta realidad, que emerge del último acto comicial, conduce a una conclusión elemental: las dos mitades son irreductibles, por ahora, pero se necesitan. Son como las alas de un pájaro. Si falta una no hay vuelo. En la matemática hay una derrota de Chávez como ponente de la reforma y una victoria de los adversarios de la propuesta. Pero, ¡cuidado!, en lo político no es así. El chavismo no pudo traspasar el mítico 50%, y la oposición a duras penas lo logró.

Es comprensible que la oposición cante victoria. Y está bien que el chavismo, en el fondo, no se sienta derrotado.

¿Qué se plantea entonces? Administrar esa realidad. Que las fuerzas en pugna se admitan y respeten.

Si la división del país, que es inocultable, la manejan las partes con racionalidad, los grandes aciertos del actual gobierno, así como sus fallas, podrán reconocerse o corregirse civilizadamente, al igual que los errores de una oposición que hasta ahora se empeñó en negarlo todo y en desconocer el mandato constitucional.

En mi opinión, el diálogo es un mandato que surge del acto electoral del 2D. Diálogo no para componendas; para gestar acuerdos cupulares. Diálogo que nada tiene que ver con los enjuagues del puntofijismo. La precisión es pertinente porque la tesis del diálogo tiene adversarios poderosos de lado y lado.

Pero si algo positivo tiene lo sucedido electoralmente, es que Chávez, así como la oposición, están obligados a reflexionar a partir del mensaje de los votantes expresado en dos bloques con guarismos similares. El gobierno tiene que evaluar lo que ahora es la oposición y la oposición tiene que hacer lo mismo respecto al gobierno.

El gobierno tiene que disponerse a dejar de lado prejuicios y admitir que hay medio país que lo enfrenta y, por tanto, facilitar las cosas para que lo siga haciendo por la vía democrática. No hay que olvidar que una de las características del proceso bolivariano que plantea el socialismo del siglo XXI –que más enfatiza Chávez–, es que éste se dé en paz y a través de elecciones. En este marco los bolivarianos han logrado 11 victorias en 12 procesos electorales –auténtico récord– que obliga al reconocimiento de otras opciones promovidas dentro de la Constitución.

Al mismo tiempo, la oposición tiene que jugar a fondo la carta democrática. Sin ambigüedades, con lealtad. Despejar la sospecha que sobre ella recae.

Hacerlo significa renunciar a la aventura. Si el gobierno reconoce en la oposición democrática un interlocutor y le da el tratamiento que a ésta se le suele dar en un sistema plural, y la oposición hace otro tanto y respeta las reglas de juego, uno y otro factor se benefician. Pero sobre todo se beneficia el país que es lo que importa.

El tratamiento apropiado del 2D puede conducir a algo fundamental en una sociedad democrática, y la nuestra lo es: confianza recíproca. Si el gobierno desconfía de la oposición y ésta del gobierno -hasta ahora hubo razones para desconfiar de la oposición-, es imposible relacionarse.

En este sentido, el desafío es igual para todos. Y tengo la convicción de que eso es lo que aspiran las mayorías nacionales. No para que desaparezcan las contradicciones, el debate, las diferencias que están en la esencia misma de la política, sino para que se regularicen y sean asumidas con talante cívico y sin ánimo de acabar con el adversario. Que, al fin y al cabo, es un compatriota.

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Abogado, periodista, dirigente político y ex Vicepresidente de Venezuela.

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