Venezuela: «Remoción quirúrgica», retórica de intervención

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En medio del debate sobre el conflicto actual entre Estados Unidos y Venezuela, circulan algunas “confusiones” que no son siempre inocentes. Una de ellas, que ya hemos abordado anteriormente, consiste en presentar la situación actual como si se tratara de una “guerra convencional entre dos países”, cuando en realidad se inscribe en una larga historia de guerras de dominación, herederas directas de las guerras coloniales. Otra confusión frecuente es creer que los problemas internos de un país pueden justificar una intervención extranjera. 
Hoy abordamos una tercera confusión, más sutil pero igualmente peligrosa: la tendencia a equiparar “invadir un país” con “sacar un gobierno”. A primera vista, ambas acciones parecen conducir al mismo resultado: la salida de un gobierno o un régimen. Pero en política el origen y los actores definen la legitimidad de un acto. Y en este caso, la diferencia no es de grado, sino naturaleza.

La dinámica interna, la intervención

Cambiar, derrocar, deponer, sacar, o forzar una dimisión son expresiones de una dinámica política interna. Pueden ser legales o ilegales, pacíficas o violentas, democráticas o autoritarias, pero en todos los casos surgen del seno de la propia sociedad: del parlamento, del ejército nacional, de la presión ciudadana, de una guerrilla, de una transición concertada, de un referendo o de decisiones individuales del propio gobernante. Incluso en los casos más extremos, como un golpe de Estado, el actor principal es interno. Es el pueblo, las instituciones o las élites del país las que disputan su propio destino.
Una invasión o intervención extranjera, en cambio, rompe con esa lógica. No es el país y su gente la que actúa, sino un poder externo que impone su voluntad mediante su fuerza militar, la presión económica o la manipulación política. No es un cambio político, sino una sustitución forzada que conduce a que el nuevo gobierno termine respondiendo a los intereses del invasor. Y aunque se revista con el lenguaje de la “democracia” o los “derechos humanos”, su esencia es la negación de la soberanía. La decisión sobre quién gobierna ya no pertenece al país, sino a una potencia extranjera.

El piso semántico, la «extracción»

La trampa está en mezclar ambos hechos como si fueran equivalentes. Cuando se dice que “hay que sacar al presidente” y se equipara con “Estados Unidos debe sacar al presidente”, se borra la frontera entre autodeterminación y dominación. Esa asimilación no es casual:construye un piso semántico para justificar la intervención. Se crea la ilusión de que, si un pueblo puede remover a su presidente, entonces también sería legítimo que un poder extranjero lo haga en su nombre.Postura de Trump hacia la Venezuela de Maduro
La otra figura retórica es la llamada “extracción” o “eliminación” de un gobernante, presentada con eufemismos como “acto cinético letal” o “remoción quirúrgica”. No se trata de un simple desliz del lenguaje. Es en realidad una estrategia discursiva deliberada que busca borrar la frontera ética, jurídica y política entre un cambio de gobierno que surge de la propia sociedad y la actuación de un comando especial extranjero que ejecuta asesinatos selectivos.
De esta manera se prepara el terreno ideológico para justificar operaciones encubiertas, sanciones o golpes de Estado inducidos desde el exterior, presentándolos como “soluciones” a problemas internos, cuando en verdad responden a agendas geopolíticas ajenas al interés nacional.
Por eso es tan importante utilizar el lenguaje con precisión. Invadir no es derrocar. Confundir dos hechos distintos no solo distorsiona el análisis, también normaliza la violencia de las potencias bajo la apariencia de solidaridad. Pedir una intervención es pedir que una potencia extranjera decida por el pueblo venezolano. Y eso no es solidaridad. Es colonialismo con otro nombre.
Defender la soberanía no es estar a favor o en contra de un gobierno, sino el derecho de un pueblo a acertar y a equivocarse, a corregirse y decidir por sí mismo sobre su propio futuro sin tutelas ni intervenciones.
* Politólogo y analista político venezolano. Cofundador del Movimiento al Socialismo, fue ministro de Trabajo
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