Venezuela, situaciones. – DE EXTREMA GRAVEDAD

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La situación del país es de extrema gravedad, sucede frente a nuestros ojos habituados a cualquier cosa insólita, a ojos ya incapaces de percibir la magnitud de los acontecimientos.

La política exterior venezolana, si es que así puede llamarse, ha abandonado la «penetración revolucionaria» por el lado de Brasil. Un error garrafal desde el inicio, pues toda política venezolana de integración seria o de incidencia política es andina, no brasileña ni argentina. La admisión está en la frase el gasoducto del sur se ha enfriado, pronunciada por el presidente. Brasil tiene una diplomacia profesional que se encarna en Itamaraty con gran seriedad y que ni las locuras de algún asesor de Lula han podido tumbar, mientras que las fuerzas armadas brasileñas tienen concepciones geopolíticas muy claras y precisas.

Pasa que Colombia está atravesada como una cuña entre Venezuela y Ecuador y Bolivia. La doctrina militar venezolana se basó siempre en un conflicto con la vecina república, un planteamiento absurdo, a mi manera de ver, sólo que hoy confirmamos que, a pesar de todos los anuncios de cambio de paradigmas militares, la doctrina sigue siendo la misma. No hay otra explicación a la compra de armamento convencional que la vigencia plena y exacerbada de esta teoría, ahora aderezada con la pretensión revolucionaria expansionista.

Paralelamente se prepara este régimen para un conflicto interno. Una intentona pretendería ser repelida con los grupos armados paralelos y con un ejercicio absoluto y desbocado de la violencia.

La posibilidad del conflicto externo dependerá de la falsificación de circunstancias, conforme a las exigencias maníacas de quien lo crea necesario. El conflicto interno está planteado en torno a la reforma constitucional, por lo que –insisto– hay que mantener la cabeza fría, trazar una estrategia coherente y plantearse muy bien las cosas, todo esto antes de andar lanzando proclamas altisonantes.

Hay que añadir el proceso de transición en Cuba. Raúl Castro ha lanzado la oferta de negociación a Estados Unidos en un par de ocasiones, oferta públicamente rechazada por el Departamento de Estado. Sin embargo, quienes nos leímos el inmenso tomo que Henry Kissinger publicó sobre sus negociaciones con Le Duc Tho en París, recordamos perfectamente como esas negociaciones se desarrollaron en el mayor secreto y como el negociador vietnamita hasta compró casa en la capital francesa para atender a unas negociaciones que se prolongaron por cinco años. Lo que no se sabe ni se sabrá nunca, es si, visto que la guerra termina con una fuga norteamericana de la entonces Saigón, es si Viet Nam impuso a los norteamericanos el retiro humillante por efecto del asalto final a la capital del sur o por efecto de esas negociaciones, o por una combinación de ambas.

Creo factible, en suma, que Estados Unidos y Cuba ya estén negociando, pero con la complejidad que imponen una administración Bush en su final y con la consecuente próxima elección presidencial norteamericana.

Las variables internacionales son muchas. Corea del Norte acaba de comenzar a desmantelar su programa nuclear aparentemente a cambio de ayuda económica, pero quienes seguimos la política internacional nos preguntamos si debajo de la mesa no están garantías de otro tipo al régimen de Kim Jong Il. Lo cito por el caso de Irán, aparentemente inconmovible frente a la presión internacional, pero sobre el cual la administración norteamericana tiene mucho debajo de la manga, especialmente por las estrechas relaciones del régimen islámico con Venezuela.

El frente interno es otra cosa. El punto culminante es el de la reforma constitucional. Cuando los jalabolas salen a decir «ni yo conozco la versión definitiva» dicen la verdad, por la sencilla razón de que no hay texto definitivo. Chávez lo cambia y lo cambiará conforme a las circunstancias. Irá aplicando el termómetro. Sobre el termómetro hay una curiosa y escatológica expresión de Rafael Poleo, en uno de sus últimos artículos, según la cual el imperio introduce a diario el termómetro en el recto de Venezuela para conocer su temperatura. En verdad es Chávez quien introduce a diario la reforma constitucional en el recto de este país para saber que quita, que pone, que modifica, que agrega. Correrá, en suma, el mínimo riesgo.

Aún así, sabe la magnitud de su aventura y que habrá consecuencias. Para ellas se prepara meticulosamente, mientras parte de la oposición venezolana lanza edictos incongruentes que lo animan (sobre todo la extrema derecha y su rehén AD), mientras la otra parte, sabiéndose con una gran carga de desprestigio encima, guarda piadoso silencio. Es por ello que hay que apelar a la conciencia venezolana, porque líderes que tengan la confianza de un grueso sector de la población no hay. A quienes no tenemos partidarios, ni andamos en campaña, ni aspiramos a nada, nos toca decir las cosas con meridiano claror. Estamos inmersos en una situación de extrema gravedad y la conciencia nacional debe abandonar su letargo y empinarse sobre las circunstancias.

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* Escritor.

tlopezmelendez@cantv.net.

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