Venezuela: victorias y enmienda

Raúl Cazal*

A la salida de la estación del Metro de El Valle, al sur de Caracas, un grafitti reza lo siguiente: “este es un peo (lío) de clases”. De alguna manera esta frase que ya tenía tiempo pintada en la pared, a la luz de los resultados de las elecciones regionales que se realizaron en Venezuela el pasado 23 de noviembre, cobra un notable interés para la discusión de los partidos políticos y movimientos populares que impulsan la Revolución Bolivariana en este país.

El término lucha de clases, a raíz de la caída del muro de Berlín y del bloque soviético en Europa a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa del siglo XX, fue desterrado de su lenguaje por muchos pensadores y políticos que moderaron su visión política de izquierda o saltaron la talanquera –como vulgarmente se dice por estos lugares– seducidos por quienes profesaban el “fin de la historia” desde el Consenso de Washington.

Eran épocas donde la “tercera vía” parecía ser la panacea ideológica para desinfectarse de la dialéctica del materialismo histórico; pero en Venezuela, mientras las élites políticas trataban de entender la realidad del país, el pueblo despertó de un largo sueño de verano el 27 de febrero de 1989.

A partir del estallido social mejor conocido como “El Caracazo”, se desencadenó en Venezuela una serie de sucesos que gestaron la Revolución Bolivariana. Desde la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, la del 27 de noviembre de ese mismo año, hasta una crisis financiera con una inflación que llegó a superar los 100 puntos, se desembocó en una crisis general de la sociedad porque no existía una respuesta política.

Con este panorama apareció nuevamente Hugo Chávez, ahora como candidato presidencial, mientras los partidos políticos tradicionales se confabulaban para evitar desesperadamente su triunfo.

Desde que ascendió Chávez al poder los medios de comunicación tradicionales han intentado, con relativo éxito, invisibilizar las acciones de gobierno, especialmente los logros en materia social y económica. La reciente elección regional no escapó a esta constante muy bien concertada internacionalmente y cuya repercusión a nivel nacional es inmediata.

Apenas se conocieron los resultados de las elecciones comenzó a concertarse la difusión de la posibilidad de “derrotar” a Chávez, como aseguraba el editorial de The Washington Post del 24 de noviembre. A partir de allí, pretendieron crear la matriz de opinión de que el electorado le está dando la espalda al Presidente, sin explicar que en diez años de elecciones sólo sufrió una derrota y por un margen muy estrecho en el referendo por la Reforma Constitucional de diciembre de 2007.

En esa oportunidad, el Sí por la Reforma Constitucional obtuvo 4.379.392 votos (49,29%) de los votos escrutados, mientras que el No resultó ganador con margen de diferencia de apenas 124.962 votos, es decir, recogió 4.504.354 votos (50,70%). Son datos que los medios de comunicación no recuerdan cuando hacen énfasis en la frase “derrota de Chávez”.

En pocas palabras, la oposición política ha mediatizado la victoria obtenida en cinco gobernaciones difundiendo la idea de que ganaron en los estados “más importantes” (Zulia, Miranda, Carabobo, Táchira y Nueva Esparta) y partiendo de allí sacaron una tesis insólita: la “ruralización” del chavismo, como si lo rural fuera sinónimo de atraso. Una singular manera de invisibilizar la importancia de estos estados en la vida política, social y económica de la nación; como si de la producción agrícola no dependiera la soberanía alimentaria, tan necesaria en esta época de crisis mundial y fundamental para el desarrollo de cualquier país. Para mostrar la supuesta derrota de Chávez estos analistas mediáticos olvidan que Aragua y Lara son estados fabriles; que Bolívar es el estado de las empresas básicas; y Monagas, Sucre y Anzoátegui son petroleros y gasíferos, tan sólo por mencionar algunos estados.

Tampoco cuentan para los medios que de 335 alcaldías en comicios, el Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) ganó 264 (78,80%). De esas alcaldías obtenidas por el Psuv, 16 son ciudades capitales de Estado, incluida el Municipio Libertador donde el candidato Jorge Rodríguez obtuvo 53,59% de los votos, con una ventaja de 12.2 puntos sobre su rival más cercano de la oposición.

Pero la mayoría de los medios de comunicación han tratado de minimizar la victoria de Rodríguez, dándole sólo relevancia a los vencedores de la oposición. “Chavismo perdió apoyo popular en las 22 parroquias de Caracas”, era el titular del periódico El Nacional del jueves 27 de noviembre, mientras que el subtítulo decía: “Jorge Rodríguez bajó 20 puntos con respecto a la votación de Freddy Bernal en 2004” acompañado de un sumario donde se lee: “En el 23 de Enero, Catia y El Valle la oposición subió de 10.925 votos a 80.258 entre los años 2004 y 2008”.

Al periodista y escritor José Roberto Duque no le sorprendió la manipulación de esta información en ese medio de comunicación: “Probablemente usted no haya visto o no haya querido ver la trampa, así que procedo a masticarla por usted: la votación del chavismo la miden en puntos y la de la oposición en números absolutos”, escribió en su boletín virtual El discurso del Oeste.

Pero si nos detenemos en esa información de primera plana, allí lo que se oculta es que Bernal obtuvo 284.085 votos en 2004 y Jorge Rodríguez 478.396 votos recientemente. De esta manera El Nacional hace su aporte con la agenda de “Cómo derrotar a Chávez” según el editorial de The Washington Post.

Además, si muestran los datos de los comicios tendrían que explicar por qué la oposición perdió elección tras elección después de que el presidente Chávez logró vencerlos en el referendo revocatorio de 2004, al sembrar la duda en su electorado sobre la transparencia de las elecciones hasta el punto de hacerles creer leyendas urbanas sobre cisnes negros y hackers rusos.

Para estas elecciones la oposición política enmendó los errores pasados y llamó a sus seguidores a participar en esta contienda. A principios de año firmaron un pacto de unidad y profetizaron que lograrían 15 gobernaciones. En ese momento, a las dos gobernaciones que habían logrado en las elecciones de 2004 (Zulia y Nueva Esparta), se le sumaron cinco gobernaciones donde sus gobernadores cambiaron sus posturas política. Dos de ellas, Aragua y Sucre, comandadas por gobernadores pertenecientes al partido político Podemos[1] comenzaron a alejarse de la alianza que los llevó al Gobierno cuando el presidente Chávez llamó a la creación del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) en diciembre de 2006; ese alejamiento se acrecentó cuando el Gobierno nacional canceló la concesión a Radio Caracas Televisión y Podemos decidió separarse definitivamente con el llamado a referendo para la Reforma Constitucional. Las otras tres gobernaciones (Carabobo, Guárico y Trujillo) se deslindaron en los últimos cuatro meses al no acatar la decisión de apoyar a los candidatos del Psuv a las gobernaciones.

En cuatro de estas cinco gobernaciones, el Psuv tuvo una contundente victoria: Aragua (58,92%), Guárico (52,54%), Sucre (56,51%) y Trujillo (59,96%), mientras que Carabobo la pierde por la diferencia mínima de 25.570 votos. De esta manera, el Psuv se consolida como partido en todo el país al obtener 17 gobernaciones y 264 alcaldías.

Después de la derrota que sufrieron quienes gobernaban estos estados, por lo menos tendrán que revisar sus planteamientos políticos para las próximas contiendas electorales (municipales y legislativas) y se les pone cuesta arriba recuperarse después de que Podemos obtuvo en Aragua el 10,51% del electorado y en Sucre 10,46%, algo que sin lugar a dudas no se lo esperaban. Como tampoco el partido Patria Para Todos (PPT)[2], que logró sólo el 22,98% en Guárico.

Lo que extraña de estas elecciones es que se fue a una contienda en medio de una polarización donde ambos bandos tenían una sola propuesta: la del Gobierno Bolivariano.

Por un lado, el Psuv ofrecía fortalecer y avanzar con los logros obtenidos por la Revolución Bolivariana en estos diez años de gobierno, mientras que la oposición trataba de captar el voto de los sectores populares asegurando que no desmantelaría las misiones bolivarianas de carácter asistencialista: Barrio Adentro, esencialmente, porque en ningún momento se mostraron a favor de misiones como Ribas o Sucre que tienen un carácter más formativo y en correspondencia con la ideología del Socialismo del Siglo XXI que propugna el presidente Chávez.

Sin embargo, apenas la oposición asumió el poder en el estado Miranda, se “olvidaron” de pronunciar la palabra Bolivariana cuando mencionaron el nombre de la República venezolana, pero días antes grupos armados pretendieron tumbar la antena de la radio comunitaria La Voz de Guacaipuro por denunciar las arremetidas “contra las misiones, específicamente contra la Misión Sucre, la Unefa y la Misión Milagro”, dijo el presidente de la radio, Eleazar Jiménez, a la ABN.

Con este panorama complejo de resultados, de victorias y de retrocesos; surge la necesidad de poder comprender mejor que existe una diferencia de clases sociales; pero que además, queda claro que existe una falta de conciencia de clase en los sectores más vulnerables de la sociedad: los pobres. Sectores que se identifican con el presidente Chávez, pero que descree de quienes ejercen los cargos públicos del Gobierno Bolivariano.

Es por ello que una de las preocupaciones del presidente Chávez y del Psuv es el de la formación de cuadros ideológicos del Partido, que puedan penetrar en esos sectores donde la conciencia de clase se encuentra fuera de foco y pierden la brújula cuando no ven resueltas sus necesidades inmediatamente.

Mientras el chavismo sube y baja en cada elección, la oposición se mantiene sobre los cuatro millones y medio de electores aproximadamente. Si antes la oposición política no ganaba más gobernaciones, alcaldías o curules en el parlamento, se debía a sus estrategias erradas de abandonar la política y apostar a la ruptura institucional.

En la reelección de 2006, Chávez vence con 7.309.080 votos. Un año después, en el referendo por la Reforma Constitucional, el Sí pierde con 4.379.392 votos en medio de un brutal desabastecimiento y de una guerra sucia que desvirtuaba la propuesta presidencial reduciéndola a mentiras como la eliminación de la propiedad privada y de la patria potestad de los hijos. En estas últimas, el chavismo obtiene 5.567.914 votos, de los cuales por el Psuv votaron 4.947.760 electores.

Ahora el presidente Chávez ha puesto una nueva meta al pueblo venezolano: hacer una enmienda en el artículo 230 de la Constitución. La propuesta para este artículo es la siguiente: “El período presidencial es de seis años. El presidente o presidenta de la República puede ser reelegido o reelegida”. Mientras Chávez expresa que la enmienda constitucional es “para profundizar la revolución socialista, la revolución bolivariana”, la oposición política reacciona bajo el argumento de que el pueblo decidió sobre este punto cuando negó la Reforma constitucional mediante referendo en diciembre de 2007, que es como decir que también estuvieron en contra de la jornada laboral de 6 horas diarias, entre otros, ya que éstos puntos se votaron en bloque. En tal caso, si consideran que Chávez es derrotable, como es su tesis mediática, habría que esperar la decisión del soberano mediante referendo.

Razón tenía el presidente brasileño sobre el carácter democrático de su par venezolano cuando afirmaba que en “Venezuela hay elecciones cada año y cuando no hay, Chávez la inventa.”

1 Por la Democracia Social (Podemos) es un partido político que se deslindó de las filas del Movimiento Al Socialismo (MAS) en marzo de 2002. Retuvo el control político en las gobernaciones de Aragua, gracias a la permanencia de Didalco Bolívar por 13 años en la Gobernación (periodos: 1995-1998, 1998-2000, 2000-2004 y 2004-2008) y de Sucre, por Ramón Martínez con 14 años alternados (periodos: 1992-1995, 1995-1998, 2000-2004 y 2004-2008).

2 Patria Para Todos (PPT) gobernó con Eduardo Manuitt durante diez años consecutivos en el estado Guárico (periodos: 1998-2000, 2000-2004 y 2004-2008). Lenny Manuitt se había inscrito en el Psuv y participó en las primarias de ese partido para la candidatura de la gobernación de Guárico. William Lara vence en las primarias (35.664 votos) y la hija del Gobernador (que obtiene 33.180 votos) se retira del Psuv y se presenta con el apoyo del PPT como candidata a la Gobernación. En la elección del 23 de noviembre, Manuitt logra el 32,2% (93.393 votos) del electorado de esa región. El PPT recauda para esta candidata el 22,98% (64.648 votos), mientras que el Psuv obtiene el 50,39% (141.759 votos) para darle la victoria a William Lara con un total de 147.796 votos.

*Periodista. Publicado en la edición venezolana de Le Monde diplomatique

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