"Un marroncito" es una de las muchas formas como se puede pedir un café en Venezuela, donde se se lo disfruia de muchas maneras y a diferentes horas: el primero cuando se espera el pan recién hecho en la panadería; el café de media mañana para repasar las novedades; aquel –de preferencia negro– para cerrar el almuerzo…
Y se lo toma fuerte, suave, liviano –"guayoyo"–, con poca leche, con mucha leche, con crema, con o sin azúcar… Ahora, dicen, una de esas variedades tiene, como se ve, un nombre novedoso.
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