Vida sexual, se pudrió todo: la cosa es mejor para ellas, dicen, si hay dinero

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Magalí Silveyra*

No es el tamaño lo que importa a las mujeres, dice una reciente investigación, el placer se relaciona con el dinero: en efectivo, tarjeta o depositado en la cuenta corriente. El hombre más deseable –y que contribuye a mejores orgasmos– no es el buen mozo, gentil, educado; es el que "tiene parné".

 

Y todo se debe a la "adaptación evolutiva" de la hembra de la especie.La conclusión es que la mujer no tiene mayores reparos en dejarse explotar en la cama si a cambio explota al macho que sobre ella se sacude.

El clímax femenino u orgasmo alucina la siquis del varón, probablemente porque es una reacción mujeril compleja e inalcanzable para él; una respuesta física y mental que si a ellas puede dejarlas fatigadas, agota en todo caso la emocionalidad del hombre. En efecto, es una enorme mayoría la de los investigadores –y no investigadoras– quienes intentan desentrañar razones, técnicas y métodos para lograrlo y medir las eventuales consecuencias del orgasmo femenino. Lo curioso es que éste no parece servir en absoluto para facilitar la reproducción.

No son pocas las mujeres que rara vez, al menos en sus primeras experiencias sexuales, logran el orgasmo. Y no necesariamente por disfunción sexual o falta de atracción o afecto por su "partenaire". En manuales de "ayuda conyugal", ensayos liberacionistas femeninos, revistas y charlatanerías varias el  capítulo de cómo hacer llegar –o terminar, según se mire– a la compañera puede quitar el sueño al varón más pintado y suscitar el interés de muchas mujeres, con independencia de su edad y frecuencia coital, arrastradas al "misterio orgasmático".

Por qué algunas experimentan orgasmos múltiples en una relación, otras quedan satisfechas con uno o dos y algunas sólo pueden fingir que lo tienen los fascina tanto como temen descubrir las razones de que así sea –quizá porque ellos no pueden divorciar  sus atributos y técnicas empleadas de la respuesta femenina a su actuación en la cama.

En esos mismos manuales, libros, ensayos, etc… abundan los acápites referidos a cómo el hombre puede lograr "aguantar más" a fin de que su compañera sexual –permanente u ocasional– disponga de tiempo para producir la descarga que habitualmente pone fin a la sesión, en circunstancias de que no  existe ninguna razón fisiológica o sicológica para que la mujer sana no pueda llegar a la "cúspide del placer" tan rápido o antes que el varón igualmente sano.

El enigma del orgasmo, sin embargo, ha sido aparentemente resuelto. Thomas Pollet y Daniel Nettle, de la Universidad de Newcastle, Gran Bretaña, investigaron latamente qué hace que la mujer tenga relaciones sexuales satisfactorias y orgásmicas. Ambos, partidarios de la escuela evolutiva, son claros: "La frecuencia de los orgasmos en las mujeres se incrementa según los ingresos de su pareja". Dicho de otro modo, la sicología evolutiva sugiere el placer que las mujeres está directamente relacionado con su seguridad económica.

Este estudio, de suyo polémico, señala que el vínculo dinero-sexo es consecuencia de una "adaptación evolutiva" del sexo femenino que lleva a las mujeres a elegir a su pareja en función de su calidad y que, según el psicólogo se traduciría en: "Compañeros más deseables (con más dinero) provocan en las mujeres que tengan mejores orgasmos". Detrás de tan sórdida conclusión está el hecho –por elos aseverado– de que machos y hembras están genéticamente predispuestos para explotarse el uno al otro sin piedad con el objeto de conseguir las mejores oportunidades de supervivencia de sus genes, es decir: reproducirse.

(¡Cómo, no es ajeno al orgasmo a la reproducción!)

Los psicólogos ingleses llevaron a cabo su investigación por medio un  trabajo de campo entre los más amplios que se recuerdan; sólo en China entrevistaron a 5.000 personas, entre ellas 1.534 mujeres de las que 121 tenían orgasmos siempre durante sus relaciones sexuales, 408  frecuentemente, 762 a veces y 243 rara vez o nunca –resultados similares a los que afirman haber obtenido en Occidente.

Pollet explica que, evidentemente, además del dinero de la pareja sexual, hay muchos otros factores que influyen en la cantidad y calidad de los orgasmos de las mujeres, pero que, en cualquier caso, el tamaño de la cartera y no de la "herramienta" masculina es un factor a tener muy en cuenta.

El Aumento de los ingresos de la pareja tiene "un efecto altamente positivo en la frecuencia de orgasmos, sobre el que las mismas mujeres informaban", señala el científico, que explica este hecho porque "compañeros más deseables provocan a las mujeres que tengan mejores orgasmos".

Debe consignarse que otros estudios en Alemania y Estados Unidos apuntan a atributos como la simetría corporal y la apariencia física como causas interrelacionadas con la frecuencia de orgasmos de las mujeres, factores a los que ahora habría que añadir el dinero.

Otro sicólogo, David Buss, de la Universidad de Texas, EEUU, piensa que los orgasmos podrían tener diferentes funciones. Quizá "promover la afinidad emocional con machos de alta calidad o servir como una señal de que las mujeres están bien satisfechas sexualmente y, por lo tanto, no buscarán sexo con otros hombres". Lo que significa: "Soy extremadamente leal, así que deberías invertir en mí y mis hijos".

Lo peor de la conclusiones o interpretación de los sicólogos es que terminan por dar la razón a un antiquísimo dicho de los machistas, que venimos combatiendo desde tiempos inmemoriales: "las mujeres son todas putas".

En mi caso personal no creo mucho en el estudio; la vida sexual con mi cónyuge –a nueve años de haberla iniciado, un poco antes de casarnos– se ha puesto en las últimas semanas un tanto sosa. Ambos llegamos a casa cansados luego de extensas jornadas laborales, que le significaron a él un ascenso en su trabajo.

No sé, quizá el remedio esté no en trabajar menos para compartir más, sino en prestar más atención al resumen mensual que nos envía el banco.

* Fuente: www.europapress.es

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1 comentario
  1. HERNAN ORTEGA P. dice

    Por supuesto que es un tema interesante. La experiencia personal que acusa Magali no aporta nada y debió abstenerse de exponerlo. Respecto del orgasmo femenino, pienso que suele tener enlace directo con represiones profundas. El no darse, el dudar de la pareja, el dudar de sí misma, el no admirar profundamente al macho. La necesidad biológica del orgasmo también se manifiesta con la autosatisfacción, es decir la masturbación (igual en el hombre). Cuando hay escaso interés en la pareja por el coito hay que verificar, la mayoría de las veces, en cómo está la reserva de hormonas en uno u otro y para eso basta un examen de sangre. El hombre se recupera más fácilmente de una noche «de amor». La mujer puede esperar dos o tres «noches». Esa rápida secresión hormonal hace que el tipo, al día siguiente, por orgullo inconsciente de lo que hizo y porque necesita de nuevo exacular, se fije «con otros ojos» en la secretaria, en la amiga de su mujer, etc. Consecuencia: una semana sin relaciones en la pareja hace que el macho ande husmeando otras oportunidades (y sin que flaquee su sentido de «fidelidad», ¿se entiende?). Respecto del fondo del artículo, sí pudiera aceptarse grosso modo que el buen status del varón, o su éxito social, sea realmente una causa benéfica para que la pareja femenina estable, o aquella que se le ofrece ocasionalmente, sienta dentro de sí el «big bang».
    ¿Han leído «Los detectives salvajes», de Bolaño? Allí hay numerosos personajes que utilizan el sexo «sin cansancio» (bueno, veinteañeros) pero están condicionados por una especie de desesperación ante la inseguridad que les ofrece el mundo. Otro modo de ver las cosas.
    Ojalá aparezcan más comentarios. Gracias.

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