Vídeo política

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Álvaro Cuadra.*

La llamada “Franja Electoral” en Chile es una excelente oportunidad para explorar aquellas imágenes que traducen un cierto imaginario político que caracteriza a tal o cual candidato.

Las candidaturas exhiben no sólo sus ideas sino, además, una cierta estética con la que se identifican. Imágenes y estilos delatan, al fin de cuentas, las opciones de cada equipo creativo y el “estilo” que se le atribuye a un candidato.

Desde un punto de vista estrictamente técnico, pareciera que los “vídeoclips” de la candidatura Piñera son los más profesionales. Se trata de un buen trabajo audiovisual, de alto costo, con ideas claras y coherentes que trasmiten un “aire ganador”. En una palabra: bebida cola. Le sigue en calidad televisiva, el segmento correspondiente a ME-O, una factura impecable que apela, no obstante, a ideas  y a un humor experimental, difícil de digerir por amplios sectores populares. En resumen: sushi.

En tercer lugar, la candidatura Frei nos ofrece un “vídeoclip” con un énfasis melodramático, explotando casos típicos que culminan con un candidato conmovido por su historia de vida, aunque escasamente creativo, posee la fuerza de un alto impacto emotivo, pero, visualmente carece de dinamismo. En breve: cebolla. Por último, la candidatura de Jorge Arrate presenta un producto audiovisual en el límite de lo artesanal, pero que aprovecha su condición con creatividad y astucia. Muestra cómo se puede lograr un excelente resultado con pocos recursos. Mezcla de humor, ideas muy claras e imágenes creativas y siempre apetecibles: empanada.

A la hora de evaluar la Franja Presidencial desde criterios político- comunicacionales, más allá de la calidad audiovisual, el orden se invierte. Las  imágenes de Jorge Arrate apelan al mundo cotidiano de los chilenos, juega con sus personajes típicos y habla de cuestiones concretas, diciendo verdades del tamaño de una catedral. Entre sus aciertos, la imagen de Tin-Tan atajando la pelota. El candidato y su entorno construyen un verosímil político que resulta muy sabroso y atractivo.

La opción melodramática de la candidatura de Eduardo Frei, si bien poco original, puede ser eficiente políticamente, pues permite apelar a los sentimientos de los televidentes. Esta suerte de “telenovela política” es particularmente eficaz en los sectores rurales, adultos mayores y públicos de baja instrucción.

La candidatura ME-O ha enfatizado lo lúdico y lo juvenil, y puede que resulte atractiva para cierto progresismo ilustrado de clase media, pero, es un producto algo sofisticado y poco apto para los sectores populares.

Por último, la candidatura de derecha se instala en los cánones de una sociedad de consumidores, exaltando, en lenguaje publicitario, al producto candidato con ideas simples y calculadas: su fuerza, acaso también su debilidad, radica en una paradoja: es una franja política que se muestra como la menos política de todas.  

Con todo lo importante que es la televisión, ella logra catalizar fenómenos sociales y  de opinión en un plazo relativamente largo. Esto relativiza su impacto en el corto plazo, por lo que la variación en las cifras entregadas por los diferentes estudios no debiera ser tan significativa a la hora de la elección. Aún así, en estos tiempos de vídeo política, la televisión constituye una oportunidad inmejorable para aquellas candidaturas menos favorecidas por el apoyo económico de grandes intereses o por el apoyo del poder político.

* Doctor en semiología, Universidad de La Sorbona, Francia; investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados, Universidad ARCIS, Chile.

 

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