Viento, lluvia, calosfrío, derretimiento, desastres; o sea: cambio climático

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Gonzalo Tarrués*

Parece que llegó  la hora de la verdad en relación al cambio climático. Mientras la atención del mundo se centra en otros lugares, las negociaciones globales para frenar el cambio climático no logran ocultar la siniestra actualidad del asunto. Los autoproclamados "líderes del mundo" se reúnen para negociar un  acuerdo global –que parece muerto antes de nacer.

 Alemania, Italia y Polonia –96% de su energía por centrales a carbón–, país sede, frustran las conversaciones. Si no cambian de criterio Europa no logrará alcanzar una posición única, lo cual complicará todo el proceso.

Los grandes diques a una búsqueda de soluciones en las negociaciones por los cambios climáticos debido a la actividad humana, han sido EEUU, Canadá y Japón.  Pero Bush, Harper y Fukuda pronto serán página leída o nota al pie en los textos referidos a la historia contemporánea. La Unión Europea, así, podría imponer, o convencer, respecto del programa esbozado por sus científicos y políticos para frenar el cambio climático.

Lamentablemente la unanimidad del"bloque" a último momento pueden condenar a las negociaciones al fracaso. Los "lobbies" del carbón y los metales pesados se valen de la crisis financiera internacional como de una cortina de humo para impedir avances. Italia, Polonia y Alemania se diría que trastabillean; lo que significa que la UE puede debatirse en un callejón sin salida, fracturada y por tanto ineficiente en las negociaciones de las Naciones Unidas en Poznan.

El estado llano, los ciudadanos de a pie, los por siempre silenciosos ante la sordera de dirigentes y otros "importantes" se movilizan individualmente o a través de una miríada de organizaciones sociales para que no se pierda de vista que en la coyuntura debe primar el interés de las sociedades –en definitiva su supervivencia– frente al interés de las utilidades corporativas –en definitiva su riqueza.

Mientras no haya claridad sobre las acciones que imponga –o declare, o pretenda, o desee– el nuevo gobierno estadounidense, resulta obvio que la palabra la tiene Europa y no China. Con todo el (legítimo) poder alcanzado por la RPCh, no es menos cierto que sus fábricas e impresionantes usinas no son más que factorías extranjeras. Se instalaron allí (como en India y otros lugares de Asia y América Latina) por las razones de siempre:

– falta de una adecuada legislación laboral (pagan lo que quieren)
– falta de políticas de salud (los trabajadores se enferman siempre)
– falta de políticas de recaudo ambiental (que se joda el medio)
– comprensión por las inversiones (se lo llevan todo).

Muchas organizaciones ciudadanas plantean urgente un 30% de reducción en las emisiones para el año 2020 y, contemporizadores con el sistema, la subasta del 100% de los permisos en el sector energético y un estricto régimen de cumplimiento de normas para asegurar que esas metas sean alcanzadas. Otros idealistas pretenden enviar mensajes –correos electrónicos, solicitadas en periódicos, textos en "blogs",etc…– a los dirigentes políticos recordándoles eso: que son dirigentes y que como tales deben tener "visión de futuro"

(uno piensa que no son dirigentes –ni menos líderes– sino delegados, y no de sus pueblos, precisamente, y que su vista está clavada en los intereses de aquellos que los hacen delegados en las políticas de países, regiones, mundo –y  les dejan caer las migajas del "buen pasar" y los respetos protocolares)

*De la redacción de Surysur.
Se agradece el informe de Marina Soledad Robles sobre las tareas que cumple en esta materia www.avaaz.org –una organización independiente y sin fines de lucro cuya misión es asegurar que los valores y opiniones de la mayoría de la gente sean tomados en cuenta en las políticas que nos gobiernan.

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