Vivir es ser otro, novela de Kintto Lucas
Una novela intensa en medio del amor, que llega al catálogo de Amazon. Una personalidad múltiple creyendo que “vivir es ser otro”. Un viaje entre la locura y la literatura. Salvador de Bahía, sus contradicciones sociales y religiosas de fondo.
«Vivimos en un laberinto perpetuo tratando de encontrarnos y desencontrarnos. Depende de la puerta que se abra para ir camino de un mundo o de otro, o de otro. Depende de la puerta que se abra para ir camino de la soledad, del sueño o de la muerte. La muerte siempre está en alguna puerta, todos los laberintos llevan a la vida y a la muerte. A mi me interesa más tener la llave de cada puerta del laberinto, para poder salir y entrar cuando quiera, que tener la llave de la puerta de mi casa. Alguna vez me sentí perdido en este laberinto, ahora no. Ahora creo que las puertas siempre son una solución, así te lleven a un precipicio. Así te lleven a ninguna parte, las puertas mantienen la ilusión de sortear el laberinto».
«Yo antes iba a una iglesia de esas que cantan y gritan. Pentecostales les dicen. Me sentía bien. Me gustaba ir. Era como una descarga eléctrica, pero sin descarga, sin electro shock, y después sentía mucha paz, sin hipnosis ni pastillas. Era lindo lo que sentía. Pero un día me cansé y no fui más…».
«Según mi madre, Pomba Gira te ayuda a mantener o recuperar cualquier amor, solo debes demostrar que lo deseas de verdad para ayudarte, si no no te hace caso. Entonces, al hacer el pedido debes demostrar que en cada palabra llevas el deseo de mantener o recuperar a ese amor. Además, debes hacer el pedido de forma suave como susurrando a su oído, durante siete días. Según mi madre no falla, a nadie en el Pelourinho le ha fallado. Si a mí me falló es porque no puse todo el corazón en el pedido…».
“…creo que la imaginación a veces nos llevaba a la locura, y la locura a la felicidad, y la felicidad a la tristeza, y la tristeza nuevamente a la locura. Nuestra mayor brujería era hacer el amor de todas las formas, con todos los sentidos. El amor era nuestra liberación. Era también nuestra mayor felicidad, nuestra locura vital”. «La salida no es ni será escapar. Además, es imposible escaparse de uno mismo. No hay puertas por donde salir de uno mismo y el cerebro no es una puerta de escape. El cerebro es nuestro laberinto y nuestra prisión».
«Estar con él era como estar en el cielo. Su bello nombre persa significa “como el cielo”. Pero nunca supe porque sus padres se lo habían puesto si no tenían nada que ver con Persia. Tal vez porque el papá fue médico y admiraba la medicina persa, base de la europea y occidental. Decíamos que a veces el azar hacía que el amor empiece por el nombre. Su nombre era el espejo del mío. Mi nombre era el espejo del suyo. Yo me miraba en él y él se miraba en mi».
«Las centenas de carpas nos hacían imaginar una ciudad de hormigas. Millones de familias sin tierra, se habían transformado en millones de hormigas a lo largo del Brasil».
«De repente surge la metralla y empiezan a caer campesinos. Corremos y nos tiramos al piso, otros se esconden en zanjas que hay frente a las casas… Se escuchan gritos y llantos desde distintos lados. Durante varias horas zumban las balas. Pero finalmente, ante tanta gente, la brigada retrocede. Los policías se alejan hacia la ruta y ya no atacan. De a poco todos nos vamos juntando en la plaza. Se dividen tareas: unos van hacia el campamento otros ayudamos a llevar a los heridos al pequeño hospital».
«Un día me iré, como si la vida fuera un viaje permanente. Dejaré Salvador y volveré al sur. Cuando empiece mi retorno a Montevideo, tal vez me dé cuenta que en realidad estoy viajando hacia mi mismo. Hacia la semilla que tanto valoran los sin tierra y todos los campesinos. No sé por qué, pero me parece que será como regresar a Ítaca».