Y ahora… ¿quién podrá defendernos?

997

Alberto Maldonado S.*

Ocho robustos asambleistas anunciaron que viajaban “por su propios medios” a Wáshington (EE.UU.) a fin de reunirse con organismos internacionales y denunciar que en el Ecuador, el Presidente Correa y “los malos” persistían en una ley de comunicación (de medios, dicen ellos) que será “sin duda” (para ellos) una ley mordaza y el acabose de la “libertad de expresión” de la que se han declarado sus más fervientes defensores.

Parodiando al “Chavo del Ocho” ante semejante acción, lo único que nos queda a los y las ecuatorianas es exclamar: “Y ahora… quién podrá defendernos” porque si los ocho congresistas de oposición han decidido recurrir al gran imperio, ahora mismo que “celebramos” el noveno aniversario del famosísimo 11—S, pues lo único que podemos esperar es que nos caigan las siete plagas de Egipto —por tamaño despropósito.

Por fortuna, ya no está en el poder el pequeño señor Bush —que a lo mejor nos declaraba terroristas, amigos de Ben Laden— y, aunque el señor Obama no se está quedando muy atrás de la señora Clinton, por lo menos esperamos que no nos caigan las siete plagas de golpe, por el tamaño despropósito de querer poner en vigencia una ley de comunicación que, de alguna manera, les tope a los nuevos iluminados del reino de los cielos (los dueños de los medios de comunicación del sistema) ni siquiera con el pétalo de una rosa.

Pero los ocho enviados van sobre todo en busca (búsqueda) de la señora Gloria Botero, una matrona que las oficia de “relatora” de la OEA de esos “paisitos” (como Ecuador) que se niegan a seguir adorando al dios mediático (si no lo han creado ya, es oportuno que lo hagan) y que pretenden —ni más ni menos— ponerle cascabeles al gato con una ley que la santa SIP (el organismo de los empresarios comunicacionales que fue fundado hace medio siglo por un agente de la CIA) ha determinado que la libertad de expresión de los medios no puede ni debe tener ley alguna, que la regule o le obligue.

La señora Botero, además, es de nacionalidad colombiana, lo cual no es delito alguno. Sin embargo, ¡qué sepamos!, ella (que tampoco se sabe si es periodista o no) no está preocupada  (o no lo ha demostrado) por el asesinato o persecución de cientos de periodistas colombianos que se atrevieron a desafiar al gran califa: el ya felizmente ex presidente Álvaro Uribe Vélez, cuyas sabias experiencias las está contando (debidamente protegido, como debe ser) a unos estudiantes gringos que, desde luego, sabrán apreciar en alto grado los “sacrificios y riesgos” que ha debido correr su profesor.

Doña Gloria tampoco se ha preocupado —que nosotros sepamos— de los “falsos positivos”, que fue una genial “creatividad” de los soldados de Uribe — “luchadores por la libertad y la democracia”, desde luego— quienes, en esa lucha diaria contra la “vagancia” en Colombia, lograron convencer a que unos jóvenes desocupados (los de Soacha, por ejemplo) se subieran a unos vehículos particulares, se detuvieran en unos descampados, los asesinaran sin más, les pusieran uniformes de la guerrilla de las FARC y les declararan ”muertos  en combate” por lo cual el ejército (o la marina o la fuerza aérea) les reconociera jugosas recompensas (más días de francos, condecoraciones o regalitos en efectivo).

Un auditor de Naciones Unidas, en poco tiempo, logró “clasificar” cerca de 1.800 casos  ocurridos solo durante el mandato del “demócrata” Uribe y su “seguridad democrática” Pero —tampoco le preocupa a doña Gloria— que hasta la fecha (septiembre 11/2010) no haya un solo asesino sentenciado por “tamaños crímenes”

Doña Gloria Botero tampoco está preocupada por el recrudecimiento de acciones persecutorias contra William Parra, un reconocido periodista colombiano que “cometió el delito” de ser el primer corresponsal en Bogotá de Telesur, la red televisiva que poco a poco, en  nuestros países, trata de mostrar que tenemos muchos problemas de los que podemos informar y no solo los chismes, los rumores y los decires de nuestras celebridades políticas y farandulescas. Parra ha tenido que mantenerse en la clandestinidad para poder defenderse en el juicio como “terrorista al servicio de las FARC” que le dejó planteado el mismísimo “santo varón”, don Álvaro Uribe Vélez.

Pero estos no son asuntos que preocupen a doña Gloria y a los organismos de derechos humanos de la OEA o a la prensa sipiana continental. Tampoco les preocupa lo que está ocurriendo en México, desde hace años, con un promedio de 10 asesinados diarios, entre ellos no  pocos periodistas.

O la situación en Honduras, en donde, en tan solo meses del Gobierno del señor Lobo, ya registran diez periodistas asesinados; o las fosas comunes, descubiertas con más de dos mil “desaparecidos” en el Meta colombiano. Pero ellos si están “preocupadísimos” por lo que pueda ocurrir en Ecuador, si se aprueba la Ley de Comunicación que “los malos” tratan de que sea aprobada por la Asamblea Nacional (antiguo Congreso) Para la relatora de la OEA, doña Gloria Botero, este si es un proyecto “gravísimo para la libertad y la democracia”, en nuestro país, ya que “ha detectado” que hay disposiciones que le aproximan a una “ley mordaza” si “los malos” la aprueban tal como está.

Es decir, los ocho congresistas viajeros fueron a las tierras del Tío Sam en búsqueda de la “mamá de Tarzán” ya que, al parecer, en suelo ecuatoriano  solo han encontrado “incomprensión y mala fe” en esta materia. Y como la Asamblea Nacional debe dictar una Ley de Comunicación por mandato constitucional, los ocho pobrecitos asambleistas no encontraron otro recurso que viajar a Estados Unidos y localizar, viva o muerta, a doña Gloria para pedirle su respaldo y su ayuda.

En esta “gestión humanitaria” no todos los asambleistas que se fueron juegan papel importante. Como en el teatro de pueblo, unos son actores de relleno y otros primeros actores. Por solo reconocerle a cada quien según sus capacidades, digamos, por ejemplo, que el asambleista César Montúfar tiene papel de primer actor ya que él debe hacer méritos en Washington y debe aprovechar su estancia en esa capital para reforzar su papel de conductor de ese ambiente que caracteriza a los “luchadores por la democracia y la libertad” desde su “Participación Ciudadana”.

Aseguran “los malos de siempre”, que Participación Ciudadana no es sino una de las tantas  fachadas de la vieja USAID (actualmente la NED) que promueven la “lucha contra el mal” en nuestros países. Y don Rafael Correa Delgado no deja de ser una preocupación continental para todos aquellos que luchan porque sigamos creyendo en las bondades del libre mercado, del neoliberalismo, de la democracia y de la libertad de expresión.

A propósito, vale recordar que “el malo” del Presidente Correa planteó, hace años, que los países latinoamericanos deberíamos tener una OEA pero sin Estados Unidos y sin Canadá. Lo que está ocurriendo con la relatora doña Gloria Botero y con el organismo de los derechos humanos de la OEA son casos que no admiten discusión respecto de que el planteamiento de Correa sigue siendo plenamente válido. ¿Por qué en los últimos tiempos no ha seguido en este empeño?

Ellos (los buenos) no pueden admitir que en el Ecuador está en plena vigencia la libertad de expresión, en todas sus formas, y que las “agresiones” registradas por ese agencioso FUNDAMEDIOS no son sino “piropos” que el presidente Correa les devuelve a los divinos mediáticos.

* Periodista.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.