R.W.
No es —el protagonista de esta película— un tipo recomendable. Tiene buena situación, sí, pero le pone los cuernos a su jefe y últimamente le ha dado por enamoriscar a una compañera de trabajo. Es joven todavía y no le faltan ganas de nada. De alcohol y drogas, por ejemplo. O de alguna travesti callejera. José González vive la Colombia de un afiche turístico —solo que él no es turista, será un enfermo. Con la enfermedad del país.
Primero se piensa que puede ser por eso del sexo sin protección (¿puede alguien "protegerse" del sexo?). Pero, desde luego no es esa la causa. Su enfermedad se llama litomiasis y es de origen lejano: viene de la selva. Cuando José lo descubre —lo informan— parece que estamos ante una versión latinoamericana, en rigor colombiana, de un thriller de medicina-ficción al estilo de los libros y filmes de Michael Chrichton, el escritor y cineasta muerto en 2008.
Pero no.
Esas primeras ronchas en el ombligo de José, y que luego se extienden, son una metáfora. Metáfora son también los dobles del ingeniero —y metáfora sus agresiones y muertes—. La violencia es una metáfora en Colombia. Si se quiere pensar la vida como un carnaval, empero, ya no es metáfora, es sarcasmo.
De cualquier modo la litomiasis, aparte de ser un mal que repugna, mata. En Colombia (casi) todo mata. No se muere por costumbre, como soñaba o lo negaba Borges, se muere por asesinato. José no; la desesperación lo lleva a meterse el cañon de una automática en la boca. No alcanza a gatillar. Pasa, en ese segundo que divide el ser de la inexistencia, que hay una explosión.
Hay muchas explosiones en Colombia.
El cuasi suicida deja el arma, quiere saber —quizá como atajo hacia la vida— qué ha ocurrido. Es el terrorismo (hay muchos terrorismos en Colombia). Ha explotado una bomba, el vecindario llora, teme, se agita, no comprende, tal vez, que nada hay para comprender cuando estalla una bomba. Pero, además, hay otra cosa: González descubre a su primer doppelganger.
Entre los sobrevivientes un hombre llora por la muerte de su esposa e hija. Un hombre cualquiera que ya no es cualquiera: es el doble de José. El primero de muchos. Y todos se mueven y matan. Por distintas razones, causas o consecuencias, matan o quieren matar. Matar es destruir lo diferente-humano.
Matar es una catarsis que escribe la tragedia a la cual se debe. No libera por el horror, lo engendra. Es la trampa no de González y sus dobles (y de otros dobles), matar es la trampa del no sentido que reclama sentido y hace historia.
Yo soy otro es una película que tal vez hoy sea más fácil de seguir (pero no menos triste) que cuando todavía un cierto modesto optimismo caminaba quizá un poco ciego las calles. "Optamos por un cine pensante", dijo Óscar Campo, su director. La película admite distintas interpretaciones.
Pero no detuvo la enfermedad.
Ficha
Dirección: Oscar Campo Hurtado
Guión: Oscar Campo Hurtado
Fotografía: Juan Cristóbal Cobo
Montaje: Mauricio Vergara
Música: Alejandro Ramírez, Juan Pablo Carrascal y La Fábrica
Sonido: César Salazar
Intérpretes: Héctor García, Jenny Navarrete, Patricia Castañeda, Ramsés Ramos, Miguel Angel Giraldo y Carlos Ronderos
Productor: Alina Hleap Borrero
Producción: Alina Hleap/Enic Producciones
Año de producción: 2008, Colombia
Duración: 79.50 minutos.
Para mayores informaciones o para comprar el vídeo: festivalatino@gmail.com
El filme se exhibiò en 2009 en el transcurso del Festival de cine latino de Trieste (www.cinelatinotrieste.org)
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