Chile: ¡hasta cuándo!

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Una de las características más sui generis de los personeros del actual gobierno, lo hemos dicho otras veces, es el alto grado de desatinos con los que matizan sus declaraciones, rayando algunas veces en los límites del ridículo.| CRISTIÁN JOEL SÁNCHEZ.*

 

El vocero de gobierno, Andrés Chadwick, que en un comienzo se pensó enmendaría las barbaridades de su antecesora, la ahora senadora designada Ena von Baer, pareciera ser que hace rato gastó su escaso peculio de neuronas —con las cuales llegó a La Moneda tratando de parar los patinazos de su jefe— incorporándose en el último tiempo por derecho propio al club de los chambones.

 

Motivos. La semana pasada, y refiriéndose a las protestas de los estudiantes secundarios que derivó en una sospechosa provocación con la quema de tres buses, como aquellos discos rayados de antaño cuyo sonido emanaba de un gramófono, cayó en una diarrea de “hasta cuando” arrogándose la representación de todo el país que, según él, estaba cansado de las marchas, tomas de colegios y cacerolazos de los estudiantes reclamando por una educación gratuita y de calidad.

 

Hubo que soportar su voz deshilvanada en todos los noticiarios repitiendo su muletilla absurda de los “hasta cuando” como si aquello fuera la máxima expresión de la retórica, adulado con seguridad por el coro griego de sus subordinados. Por eso suspiramos aliviados cuando los medios, todos adictos al gobierno, creyendo que la frasecita del vocero había calado lo suficiente en una opinión pública a la que consideran tan simplona como ellos, dejaron por fin de machacarla.

 

Pero lo que no se sabía, para desgracia de nuestros oídos, era que don Andrés, creyéndose émulo de Hermes, el dios griego del ingenio de los oradores y la elocuencia (aunque también de los mentirosos), decidió el viernes recién pasado repetir su monserga de manera idéntica a la semana anterior, sin cambiar una coma, convencido que el público, estupefacto de tanto de ingenio, le exigía de pie un “bis” de sus “hasta cuando” —y capaz que hasta dos— lo que significa que perfectamente puede reincidir en los próximos días.

 

Precisamente y en prevención a una recaída de don Andrés con su cantinela, es que queremos aquí ayudarlo a encontrar la respuesta a sus “hasta cuando”, y contarle que, luego de estrujar de manera colectiva las neuronas, de consultar el oráculo de la sabiduría desde Atenea, la griega, a Thot el egipcio, de “preguntarle a los hombres sabios” como decía Gardel, se nos ha ocurrido la respuesta a su majadera pregunta:
¿dice usted que hasta cuándo las protestas, los paros, las marchas, los cacerolazos, las barricadas, las tomas de colegios y universidades, los piedrazos para defenderse de la brutalidad policial?

 

Pues muy simple, señor ministro vocero de la presidencia: hasta cuando se solucionen los problemas reales de la educación en Chile, no los paliativos que su gobierno envió al Congreso para taponar el dique, sino la verdadera reforma que exige el 80% de la población, la que demandan secundarios, universitarios, padres, apoderados y profesores.

 

¿Qué cómo se nos ocurrió, dice usted?
Bueno, modestia aparte, no nos demoramos tanto como usted con sus “hasta cuando”, para qué le vamos a mentir. Pero que sudamos la gota gorda para desatar al nudo gordiano del problema, hay que reconocer que sí la sudamos.

 

Por eso, le aconsejamos que vaya hasta donde su jefe, Celofán Piñata, como le dicen en radio ADN, y le lleve nuestra propuesta. No tiene para qué decirle que se nos ocurrió a nosotros. Le cedemos el “royalty”.

 

De paso, le serviría a usted para que se afirme todavía más en su cargo. No vaya a ser cosa que por no tener usted respuesta a sus “hasta cuando” vuelva doña Ena, lo que ya sería el colmo de las tribulaciones de un pueblo que un día tuvo la aciaga idea de llevar a don Celofán a La Moneda.
——
* Escritor.

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