Colombia: ¿por qué Uribe identifica a periodista francés con las FARC?

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Algo no cuadra. El ex presidente de Colombia Álvaro Uribe piensa, y lo dijo: «Una cosa es la curiosidad del periodista y otra la identificación con el terrorismo». Se refiere a Romeo Langlois, detenido el 28 de abril por un pelotón de las FARC en el sur del país y liberado hace dos días, al ser entregado a una comisión humanitaria.| RIVERA WESTERBERG.

 

No se anda con chicas el millonario y político. A más de la información que le susurró alguno de los organismos «de seguridad» estadounidenses que pululan en Colombia, debe haberle sido muy sospechoso que el acuerdo para que el hombre de prensa francés recuperara su libertad fue obtenido por mediación de la ex senadora Piedad Córdoba —a la que durante el gobierno de Uribe se le quitó el fuero parlamentario y expulsó del Senado.

 

Indignado Álvaro Uribe encontró tiempo pese a sus apretadas jornadas de conspiración, manejo de sus actividades financieras y asesoría a las huestes antibolivarianas de Venezuela para «gorjear»[1] un par de preguntas retóricas sobre Langlois que en el mismo «twit» responde:
«¿Qué hacía en Colombia? ¿Qué relación tenía con FARC? Algunos conocimos que usted sabe engañar».

 

Cuando el periodista, de 35 años, fue detenido o apresado (no secuestrado, la figura del secuestro aplicada a los prisioneros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia es parte semántica de la campaña para negar la verdadera identidad de las FARC y reducirlas así al status de mero grupo revoltoso) en el sur del país, acompañaba —se informó entonces— al ejército en calidad de corresponsal de guerra (con más de una década de residencia en Colombia); el comando que lo apresó afirmó, según las mismas informaciones, que vestía uniforme y fue en un primer momento confundido con un integrante de la tropa.

 

Lanlgois había sido «incrustado», para usar la jerga bélico-periodística desarrollada por el aparato de comunicaciones militar de EEUU, en su calidad de periodista al servicio de dos medios franceses, el periódico Le Figaro y la cadena de TV France 24. Su apresamiento por un destacamento de las FARC movilizó rápidamente a la comunidad periodística, sobre todo extranjera, en Colombia: de hecho el periodista británico Karl Penhaul y el reportero gráfico fotógrafo chileno Carlos Villalón fueron entre los primeros que lograron comunicarse con los mandos de las FARC y recibir seguridad de que su colega francés se encontraba bien de salud, recuibía buen trato y que se apresamiento se había debido a un error por el uso de uniforme de combate militar.

 

Mientras Langlois estuvo preso y no habló, Uribe permaneció en relativo silencio y no emitió públicamente juicio alguno. Lo que aparece como inaceptable para el empresario y político colombiano es que el periodista haya reconocido buen trato por parte de sus captores y manifieste que él, Langlois, como profesional, piensa «que hay que seguir cubriendo el conflicto desde todos los lados» —como declaró al ser puesto en libertad. Agregando:
«Ojalá que el ejército siga llevando gente a las zonas de conflicto (…) Ojalá haya personas que también van con la guerrilla a mostrar el diario vivir de los combatientes».

 

Sus dichos se insertan —o incrustan—en el debate acerca de la necesidad política y jurñídica de establecer una suerte de metodología sobre el cómo cubrir el conflicto, lo que no es fácil puesto que la existencia de ese protocolo convertiría a las FARC y al ELN en fierzas oficialmente combatientes y no —como es la doctrrina estatal vigente— en simples grupos armadas, rebeldes o narcotraficantes.

 

La tranquilidad y el buen humor de Langlois luego de su liberación, así como los actos que por ello se realizaron en el pueblo de San Isidro con el apoyo de las FARC atizaron los fuegos de la caldera uribista:
«Langlois sabe mentir: hoy (miércoles) regresó a la libertad que parece que nunca perdió, pero si regresó a la mentira que nunca olvidó», aseveró Uribe en Twitter. «No nos engañe más, el 50% de las familias colombianas hemos sido víctimas de los terroristas a quienes usted promociona», agrega.

 

No es la primera vez que el ex presidente demuestra tener al periodista entre ceja y ceja. Hace tres semanas había dicho que Langlois era «sumamente agresivo». Langlois y Uribe se conocieron en 2011, cuando soistuvieron un encuentro de pocos minutos. Ninguno de los dos se ha referido de qué conversaron entonces.

 

Álvaro Uribe incluso antes de la liberación del periodista abrió otro flanco en lo que parece una disputa seria con su sucesor en la Presidencia de Colombia: «Cuando lo secuestran digo yo: ¿qué hacía este señor en el país, qué estaba haciendo con el ejército allá, quién le dio permiso, por qué estaba allí involucrado con los soldados en un operativo militar? Yo creo que esa es una explicación que el país necesita».

 

Incidentalmente, el operativo militar en el que participó Langlois en su calidad de corresponsal extranjero era para acabar con un laboratorio de procesamiento de cocaína de las FARC; sobre dicho presunto laboratorio los mandos del ejército no han vuelto a decir palabra: ¿existía o es parte de la sistemática campaña para asimilar a las FARC al narcotráfico —ahoira en calidad de productoras de clorhidrato de cocaína?-

 

El corresponsal en Colombia del canal de televisión France 24 y del diario Le Figaro vive en Colombia hace 12 años y es considerado por sus colegas —se lee en el portal http://ipsnoticias.net— «un arrojado especialista en el reporteo del longevo conflicto armado de este país sudamericano, de los intereses económicos que lo sostienen y de sus víctimas.

 

«Junto con la también francesa Pascale Mariani realizó el filme documental Pour tout l’or de Colombie (Por todo el oro de Colombia), que se exhibe actualmente en muchos canales del mundo.»

 

Nada de lo que se sabe hasta el momento explica racionalmente la embestida uribiana. Acaso, como desliza insidioso el ex presidente, Langlois es un «encubierto» compañero de viaje de la guerrilla, o —y lo que de ello se desprende es mala noticia— Uribe juega sus cartas para «cerrar» al mundo la historia cotidiana de la guerra que se libra en territorio colombiano —guerra en la cual la «derrotada» y casi en desbandada fuerza armada revolucionaria vence en los combates abiertos a las tropas del Estado, como sucedió en el que se apresó a Romeo Langlois.

 

El combate del 28 de abril —postergado tres veces por el comando conjunto policial-ejército— tuvo como testigos no a un único e intruso Romeo Langlois, que por lo demás iba acompañado de un camarógrafo italiano; había otros corresponsales, incluido un equipo de televisiòn estadounidense. Y todos vestían, porque es obligatorio, uniforme, chaleco antibalas y casco. El pecado del francés fue estar adelantado a sus pares al iniciarse el fuego.
… … …
1] Twit en inglés es el gorjeo de los pájaros; Uribe hizo sus afirmaciones en el programa de comunicaciones por internet Twitter.

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