Costa Rica, preocupación: nazis en la policía que se militariza

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En Chile, el joven Daniel Zamudio fue asesinado por neonazis debido a su orientación sexual. En Afganistán un grupo de militares norteamericanos orinó sobre cadáveres de afganos y posaron con banderas nazis de la SS (unidades de “protección y choque” del Partido Nacional Socialista Alemán). Hace poco comenzó el juicio al extremista de derecha Anders Behring Breivik en Noruega, quien se declaró inocente del asesinato de 77 jovencitos de las juventudes del socialdemócrata Partido Laborista de ese país.| ADRIANO CORRALES ARIAS.*

 

(Breivik alegó que los asesinó en defensa propia. Declaró que lo volvería a hacer y que lamentaba no haber liquidado más).

 

Lo anterior nos coloca en alerta ante la posibilidad de que una o varias organizaciones extremistas de derecha, neonazis o fascistas, se hayan enquistado en la fuerza pública costarricense y, por qué no, estén ramificadas en diversas instituciones. La alerta no es solamente por la naturaleza de sus ideas, sino porque la condición de policías les confiere autoridad, entrenamiento militar y armamento, además de información delicada sobre asuntos políticos nacionales.

 

Hace ya bastante tiempo que la Asociación Costarricense de Derechos Humanos (ACODEHU) ha venido denunciando la militarización de la fuerza pública: policías entrenados para la guerra en un país supuestamente civilista. El entrenamiento militar, en las actuales condiciones, es una seria amenaza para la estabilidad nacional. Son claros los vínculos de nuestros gobernantes con el Ejército de Estados Unidos, los Carabineros de Chile, la Policía Militar Colombiana y otros cuerpos represivos, todos ampliamente cuestionados por crímenes y violaciones a los derechos humanos.

 

El lunes 16 de abril del 2012, en el blog “El infierno en Costa Rica” se reveló la existencia de lo que parece ser una organización de carácter neonazi en la Fuerza Pública costarricense. Si bien la denuncia tiene como protagonista a un policía, es bueno profundizar para, tal vez, detectar indicios de algo más grave y peligroso.

 

La existencia de estos grupos en nuestro país no es novedosa, el principal antecedente es el Movimiento Costa Rica libre, organización paramilitar de corte fascista fundada en 1961. Las preguntas obligadas son ¿qué se hizo?, ¿hacia dónde migraron sus miembros?

 

Dos cosas destacan de la alarmante noticia:
1º que el entrenamiento de la policía costarricense es militar, con todas sus implicaciones,
2º la existencia de grupos radicales de extrema derecha que, de manera silenciosa, se han vinculado a la Fuerza Pública y probablemente a otros aparatos policiales de nuestro país.

 

Hasta dónde se extienden sus ramificaciones es una incógnita. Por eso resulta inadmisible el tono con que se le ha dado cobertura a una situación tan áspera.

 

Lejos de una condena decisiva el tratamiento gubernamental ha sido blandengue, aunque concreto respecto del policía denunciado. No ha habido rigor ni voluntad investigativa, como si se hablase de “una creencia más” y no de seguidores del nazismo y del fascismo con uniformes, armas y entrenamiento militar en un cuerpo policial.

 

El tema principal en la cobertura de los medios, aparte de la chota y la glosa farandulera, debería ser la existencia de militares con tendencias extremistas en un país que dice haber abolido el ejército hace ya más de 50 años.
Los formadores de opinión pública tienen una gran responsabilidad en ese sentido.

 

Y por supuesto nuestros gobernantes, especialmente los jerarcas de la Fuerza Pública. Pero especialmente los organismos de derechos humanos y todas y todos los costarricenses preocupados por el ascenso de la violencia estructural en un país que se desvalija ante la apertura neoliberal y la privatización de empresas y servicios estatales.

 

Ciertamente Costa Rica necesita una policía profesional, pero civil. No debemos permitir la creación de cuerpos paramilitares que podrían, eventualmente, utilizarse para la intimidación y la represión ante la inevitable protesta social que se avizora. Un debate nacional sobre ello se impone. Así se podrían evitar situaciones como las de Chile o Noruega, o cobardes y despreciables como la de los «marines» estadounidenses.
——
*Escritor.

 

Addenda
La imagen en el cuerpo del artículo corresponde a una edificación monumental construida en 1939 en Costa Rica —en San Rafael, cantón de La Unión, frente a la actual carretera principal San José-Cartago.
En la actualidad el sitio es propiedad de la compañía de aguas de propiedad estatal (Acueductos y Alcantarillados y sólo puede ser visto desde el exterior, en la vía pública que lleva a la Granja Experimental de la Universidad de Costa Rica.
Incluso hoy en día este monumento sigue siendo desconocido para la mayoría de la población.
En la revista digital www.ultimoreducto.com.

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